Patrimonio Nacional

El Valle de los Caídos se queda sin suministro de agua sin previo aviso

El corte por la limpieza de los depósitos del embalse ha afectado a la veintena de monjes, los servicios y clientes de la Hospedería y los 40 alumnos de la Escolanía

El embalse del Boquerón, que se construyó para dar servicio al Valle de los Caídos
El embalse del Boquerón, que se construyó para dar servicio al Valle de los Caídos La Razón

A primera hora de la tarde del lunes alguien dio la voz de alarma en Cuelgamuros, aunque cualquiera que estuviera en el recinto pudo percatarse por sí mismo: estaban sin agua. Se quejó un huésped de la Hospedería porque no se podía duchar, corrió la voz desde las cocinas, pero el problema era enseguida conocido y sufrido en todas las instalaciones: la Abadía, la Escolanía y el propio recinto hostelero, además del poblado y los efectivos de la Guardia Civil encargados de la vigilancia.

No es una novedad en el Valle de los Caídos, pero esta vez no hubo aviso por parte de Patrimonio Nacional. Hay una presa que abastece al complejo, construida expresamente para dar servicio al Valle –el embalse del Boquerón, a su espalda– cuyos depósitos se limpian con regularidad, como es preceptivo, y para evitar además los precedentes en que ha habido intervenciones sin corte de suministro pero con el resultado de agua no potable, solo para riego y ducha, no apta para consumo humano. «Por complicado que esto pueda resultar de entender en plena sierra de Guadarrama», apuntan fuentes de la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos (ADVC), al tanto de la situación.

Esta limpieza suele hacerse entre semana para evitar mayores perjuicios, y Patrimonio advierte a los monjes benedictinos. Pero esta vez no fue así. De manera que por la tarde empezó a correr la alerta, porque precisamente había un alto número de personas alojadas en la Hospedería, donde ya habían tenido un fin de semana prácticamente de lleno –su capacidad es de 240 plazas, más todos los comedores para acoger a visitantes alojados o puntuales– y no podían acometer las labores pendientes de lavado de ropa de cama y limpieza en general.

El perjuicio alcanzó a la veintena de monjes que viven en la Abadía –muchos octogenarios– y a los 40 niños de la Escolanía, cuyos padres mostraban su indignación mientras se planteaba la alternativa de llevarse a los estudiantes temporalmente, algo que finalmente ocurrió por la tarde en el caso de todos a los que pudieron ir a recoger. La queja generalizada era que Patrimonio Nacional «no realizó ningún aviso escrito o al menos por correo electrónico, y ni siquiera verbal o telefónico», junto al hecho de «no haber contado para nada» con la Abadía. Tras las quejas, Patrimonio decidió revertir la operación y retrasarla, pero el llenado de los depósitos estaba llevando también «mucho más tiempo» del que les habían asegurado. El problema persistía esta tarde salvo en la Hospedería, donde empezaba a llegar el agua, aunque fuentes de Patrimonio habían asegurado a los afectados a mediodía que «el depósito de cabecera estaba lleno» y el que abastece directamente a la Abadía y la Escolanía «comenzaba a llenarse».

Más tarde empezó a llegar agua «lentamente» a la planta baja de la Abadía, mientras se disponía un aljibe de 1.000 litros como ayuda para paliar la escasez. E incluso hubo llamadas a los monjes ofreciendo camiones cisterna y garrafas de agua. La vuelta del suministro culminará previsiblemente en las próximas horas.

Otro problema recurrente es la luz del recinto, en el que ha vuelto a haber problemas después de que, a primeros de mes, estuvieran dos días sin suministro, calefacción ni teléfono. Según la ADVC, Patrimonio «ha hecho todo lo posible esta vez por restablecer la corriente, pero no lo necesario durante todos estos años para que esto no pase», en referencia a unas «instalaciones obsoletas, en un estado de absoluto abandono», según Pablo Linares, presidente de la asociación, que viene denunciando las goteras, humedades y el deterioro general. «Cualquiera que vea el tendido de alta tensión que atraviesa el Valle puede dudar con razón que esas instalaciones estén operativas», dice. Aun así le consta que los empleados de mantenimiento de Patrimonio «están doblando jornadas para arreglar la situación». Y considera lo sucedido «una vergüenza, porque siempre pasa en el Valle», donde ahora son dos las empresas que se encargan de la tarea que antes competía a un solo fontanero.

Desde Patrimonio Nacional declinaron responder a las preguntas de este diario.