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Vuelco socialista con acento andaluz

Vuelco socialista con acento andaluz
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La comunidad que aupó a un partido de extrema derecha a un parlamento autonómico, el histórico feudo socialista que en diciembre del año pasado borró la sonrisa del rostro de Susana Díaz podría ser la clave para que Pedro Sánchez conserve su sillón en La Moncloa. O al menos para que sea el partido con más representantes en el Congreso de los Diputados. Apenas cinco meses después de que el PSOE viera cómo se le escapaba uno de esos gobiernos que creía fijos, el 28-A Andalucía se volvería a teñir de rojo de forma uniforme en sus ocho provincias, según la macroencuesta que NC Report ha elaborado para LA RAZÓN tan solo unos días antes de que a los españoles les toque ir a las urnas. Este factor, sumado a la remontada en Galicia –histórico feudo popular–, donde empataría con el PP en número de escaños, a la disminución de la ventaja de los de Casado en Madrid y a la recuperación de bastiones tradicionales como Asturias cimentarían la victoria socialista.

Que la reconquista de Sánchez se va a gestar en tierras andaluzas se hace aún más evidente si se comparan los resultados que se prevén para este domingo con los que obtuvo el PSOE en los comicios de junio de 2016. Los de Sánchez se harían con 28 escaños, ocho más que hace tres años, justo los mismos que perdería el Partido Popular. Unidas Podemos también sufriría un descalabro notable, ya que puede descender hasta seis diputados. Ciudadanos obtendría 10, tres más que en 2016, y Vox entraría con dos.

El camino de Sánchez a la Moncloa también se allanaría gracias a comunidades clave que le dieron la espalda en 2016. Entre ellas, Asturias (que pasa de repartir ocho a siete escaños) volvería a inclinar la balanza hacia el lado socialista (tres escaños para el PSOE, dos para el PP –que se presenta junto a Foro–, uno para UP y otro para Ciudadanos). Además, después de sucumbir ante el PP hace tres años, conseguiría empatar en Cantabria y en Navarra, en ambos casos a costa de un diputado que le robaría a Unidas Podemos. En esas dos comunidades el PP sacaría el mismo resultado que en junio de 2016. Así, en este nuevo periodo, en el Congreso de los Diputados habría representantes socialistas llegados de todas las provincias, con excepción de las dos ciudades autónomas, que se mantendrían fieles a los de Casado.

La pérdida de apoyo del PP sería generalizada en todas las comunidades con solo unas pocas excepciones: aguantaría el tirón en Castilla y León (sobre el papel, en el mejor de los casos solo perdería un escaño). Sin embargo, sufriría un fuerte castigo en otros territorios donde, históricamente, solía conseguir sus mejores resultados en el conjunto nacional. Solo diez de los 37 representantes en el Congreso que deciden los ciudadanos de la Comunidad de Madrid irían a parar a la bancada popular, cinco menos que en los comicios anteriores. La mayor parte de esta fuga de votos del PP iría a parar a Vox, que conseguiría en la capital su mejor resultado: seis escaños.

Los otras dos comunidades autónomas que pueden hacer caer los cálculos de Pablo Casado son Galicia y la Comunidad Valencia. En la tierra de Manuel Fraga, el PP pasaría de doblar en números al PSOE a empatar con el partido de Sánchez a entre nueve y diez escaños. La disolución de la coalición entre Unidas Podemos y En Marea se traduciría en una pérdida significativa en sus apoyos: tres diputados menos. En la Comunidad Valenciana no se vivirían tiempos tan fructíferos para los populares como cuando su cara visible era Rita Barberá, en parte puede que por culpa de que se trata del territorio en el que conseguirían representación en el Congreso el mayor número de fuerzas políticas distintas: seis. Esta fragmentación en el voto contrasta con el panorama de junio de 2016, cuando los populares aglutinaron más de un tercio de los apoyos en las tres provincias. La previsión para el 28-A es que los de Casado pierdan tres diputados (uno en Alicante y dos en Valencia) y que el PSOE gane tres. Al igual que en Galicia, a UP no le beneficiaría fragmentar el voto de la izquierda al separarse de Compromís: sumando los apoyos de las dos candidaturas obtendría cinco diputados menos que hace tres años (pasarían de nueve escaños a cuatro, menos de la mitad).

Los resultados para Casado en Castilla La Mancha tampoco se antojan alentadores: perdería cinco escaños, que irían a parar a Ciudadanos (cuatro) y al Partido Socialista, que pasaría de siete a diez. UP perdería su representación en la comunidad y Vox podría entrar con uno por Toledo. En total, solo habría tres provincias en la que los populares no conseguirían los votos suficientes para que se puedan traducir en, al menos, un escaño: dos en Cataluña (Gerona y Lérida) y una en el País Vasco (Guipúzcoa).

El voto insular

El panorama en las islas no sufrirá cambios radicales, aunque el PSOE recortaría distancias, tanto que incluso conseguiría más votos. Según los sondeos, en Santa Cruz de Tenerife, Coalición Canaria mantendría su único representante en esta nueva legislatura. Cs y UP tendrían el mismo resultado y con dos diputados empatarían PP y PSOE. Después de que en junio de 2016 los populares arrasaran con un 34,2% de los votos (13 puntos porcentuales más que los socialistas), en esta ocasión tendría más apoyo el partido de Sánchez. En Las Palmas el panorama sería similar: empate a tres escaños para PP y PSOE y a uno entre Ciudadanos y Unidas Podemos. En Baleares, el resultado es más incierto: socialistas y populares oscilan entre dos y tres diputados y Cs y UP entre uno y dos.

En el resto, pocos cambios: el PP podría quedarse sin dos escaños en Aragón, ceder uno al PSOE en Extremadura y otro más en Murcia. En La Rioja entraría Cs en detrimento de UP, que se quedaría sin asiento en el Congreso. PP y PSOE oscilan entre uno y dos escaños.