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El periscopio

La vuelta del hijo pródigo

Promete tinta sobre Ábalos, que tuvo mucho poder en el sanchismo

José Luis Ábalos entrando en el Tribunal Supremo Gonzalo PérezLa Razón

En los años de la Transición quien fuera un gran político, eminente jurista, varias veces ministro y sabio intelectual gallego, Pío Cabanillas Gallas, acuñaba frases gloriosas. En una de ellas sentenció: «Fuera del poder hace mucho frío». Y en otra apostilló: «Cuerpo a tierra que vienen los nuestros».

Muy cierto y acorde con la situación actual del antaño poderoso ministro de Transportes, «número tres» del PSOE y gran «gurú» del «sanchismo», José Luis Ábalos. Dice la auténtica mano derecha de Pedro Sánchez, el inventor de su llegada al poder, el muñidor de aquellas primarias ahora en entredicho, que siente mucho frío en Soto del Real.

Debe ser muy duro pasar de fiestas de cumpleaños jaleadas por el matrimonio Sánchez–Begoña, eventos rodeados de señoritas a sueldo y viajes de lujo, a limpiar el inodoro de una celda en la prisión.

Reconoce Ábalos que se siente muy bien tratado, se comunica con el exterior a través de una persona de su confianza, pero sufre una temperatura que le hiela los huesos. Eso que evocaba Cabanillas y que mucho más que térmico es la pérdida de quien tanto tuvo y todo perdió.

Dicen que Ábalos ha pedido a los funcionarios del centro penitenciario un calefactor. Hasta que se lo entregue uno de ellos se lo ha llevado su hijo mayor, Víctor Manuel Ábalos, el mayor de su primer matrimonio con María Pilar, una valenciana con quien también tuvo a su segunda hija Tatiana.

Hombre discreto hasta la fecha, distanciado de su padre por criticar a veces su vida disoluta, el primogénito de Ábalos emerge ahora como nueva estrella mediática en este culebrón judicial. «Voy a tirar de la manta», dice el hijo pródigo que ha vuelto al redil paterno en ayuda de su progenitor.

En los últimos días se le ha visto en la estación del Ave Madrid–Valencia con algunos enseres personales para entregar en Soto del Real, de momento, solo a través de los funcionarios de la prisión, ya que las visitas durante unos meses se efectúan a través de cristales. También ha conversado con algunos periodistas que hacen guardia en la madrileña Plaza de París, donde se ubican el Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional. «Mi padre no se tragará solo este marrón», advierte a cuántos se le acercan.

Víctor Manuel nació en Valencia en 1982 y es el hijo mayor de Ábalos y su primera pareja. Siempre estuvo en el ostracismo, pero su nombre ha salido a la luz tras aparecer señalado por la UCO como posible testaferro de su padre, algo que él niega rotundamente. Vive en La Pobla de Vallbona, localidad del Campo de Turia, y, según los vecinos, siempre ha sido un chico discreto y afable. Casado con Patricia Ufarte, cuyo nombre aparece también en los informes de la Guardia Civil, asociada con los negocios de su pareja en una Administración de Loterías en Valencia y algunas empresas en Colombia y Venezuela. Víctor niega cualquier irregularidad en su trabajo: «Todo me lo debo a mí mismo, vivo con modestia y pienso desvelar muchas cosas en la etapa de mi padre como ministro», asegura.

Cargado con una mochila y un maletín pequeño con pertenencias personales para su padre atiende a los medios en una cafetería de Soto del Real no muy lejos de la prisión. «Van a por él y tiene que defenderse», comenta a los periodistas. Visiblemente afectado, considera que le han puesto «un tribunal de honor» que lesiona sus derechos. «Tiene mucha información y no se comerá solito este marrón», advierte su hijo.

De momento, el exministro intensifica el pulso desde la cárcel y deposita en Víctor su contacto con el exterior. La vuelta del hijo pródigo promete mucha tinta sobre quien fue el hombre más poderoso del «sanchismo», sufre hoy una gélida soledad y afronta la presunta vinculación con un escándalo de magnitud impredecible. Está por ver cómo aguanta.