Política
Junts desconfía del acercamiento de Sánchez: "En esa piscina no hay agua"
No diferencian el acercamiento de ayer de otros parecidos, critican su "ética variable" y creen que sólo "cambia de relato".

Hasta ayer, la posición que defendían en Moncloa y el propio Pedro Sánchez era que el Gobierno estaba cumpliendo con Junts, al menos en todo aquello que está en sus manos. Pero ayer por la mañana el presidente volvió a protagonizar uno de sus ya famosos giros, cambió de opinión, pasó a reconocer sus incumplimientos con los postconvergentes y puso encima de la mesa nuevas medidas para intentar seducirles. Sánchez es consciente de que necesita a Carles Puigdemont para que la legislatura llegue a 2027 y ha dado un paso evidente para tratar de reconstruir puentes.
Sin embargo, sus palabras no han surtido el efecto deseado. El intento de acercamiento no ha calado en Junts y los independentistas siguen desconfiando de él. Así lo aseguran en conversación con LA RAZÓN fuentes cercanas a la formación. "En esa piscina no hay agua", sospechan, y lo explican de forma muy gráfica. En el partido creen que, con tanto giro de posición, el presidente está haciendo de nuevo un ejercicio de "ética variable" y que es difícil tomar en serio sus palabras.
En Junts ha molestado mucho la actitud que han mantenido el PSOE y el Gobierno en los últimos meses. Desde antes de la ruptura, el Ejecutivo ha estado asegurando que estaba haciendo todo lo posible para avanzar en los acuerdos y, cada vez que los de Junts han plantado, el Gobierno ha tenido nuevos gestos, demostrando que algo más sí se podía hacer. Tampoco gustó que Moncloa no se tomara en serio la ruptura tras la comparecencia de Puigdemont y por eso salió su portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras, a anunciar que presentaba enmiendas a la totalidad de todas las iniciativas del Gobierno.
Muchos en el partido ven lo que dijo ayer Sánchez y esos nuevos gestos como un capítulo más en esa dinámica. "Es un nuevo relato, más de lo mismo", lamentan las fuentes.
En cualquier caso, la orden de la dirección de Junts fue la de no reaccionar ayer a las palabras de Sánchez. Ni Puigdemont, ni Jordi Turull (su secretario general), ni ninguno de los pesos pesados de la formación, tan asiduos a las redes sociales, emitió una valoración sobre los anuncios de Sánchez.
Hay que tener en cuenta que dentro de la formación hay muchas voces y que no siempre están de acuerdo entre sí. Conviven sectores más pragmáticos y que están a favor de lograr todas las cesiones posibles, con otros más rupturistas, igual que convive la dirección nacional con los cargos locales, los alcaldes, que presionan a Puigdemont porque son los que se lo juegan todo ante el crecimiento de las expectativas electorales de Aliança Catalana.
El silencio mantenido ayer le sirvió a todas las partes para digerir internamente la nueva oferta del Gobierno, así como para también generar expectativas, algo en lo que ya son unos expertos, y remitir a todos a la rueda de prensa que Míriam Nogueras dará este miércoles en Barcelona para explicar la posición del partido.
Lo cierto es que Sánchez anunció varios avances en algunas cuestiones que estaban pendientes y que podrían satisfacer a Junts. Por ejemplo, el presidente adelantó que el Consejo de Ministros de ayer aprobaría un real decreto ley para facilitar a los ayuntamientos las "inversiones financieramente sostenibles" y ampliar el plazo de digitalización, "para facilitar el cumplimiento de obligaciones fiscales a empresas". También dijo que aprobaría otro real decreto, aunque no especificó cuándo, para "ayudar a propietarios en caso de impago" y subrayó que se estaba yendo por el "buen camino" para reformar la multirreincidencia, así como que se están descalificando documentos de la operación Cataluña.
Son gestos, sí, pero no son exactamente todo lo que Junts pide, y lo cierto es que el partido se ha instalado en un discurso que ya no permite concesiones. Por ejemplo, los postconvergentes piden que el PSOE desbloquee una ley contra la okupación que tienen en el Congreso, pero el presidente les ha dado ayudas a los afectados por el fenómeno. Tampoco habló Sánchez de las competencias de inmigración, cuya cesión efectiva sigue reclamando Puigdemont, o de la aplicación de la amnistía al expresidente catalán. Sí habló de la oficialidad del catalán en la Unión Europea, asegurando que se está trabajando en ello, pero es una realidad que todavía no se puede vislumbrar.
El principal objetivo de Sánchez es aprovechar el calendario para intentar reconducir la relación con Junts. En lo que resta de año, sólo se va a reunir el Pleno del Congreso una semana, la que viene. Después, no se reunirá hasta la segunda semana de febrero, ya que enero y la primera semana de cada mes son inhábiles. Es probable que la Cámara Baja se tenga que reunir de manera extraordinaria para convalidar el real decreto aprobado ayer, por lo que Sánchez podrá ver una pequeña victoria parlamentaria, podrá usar el resto del tiempo para atraer a Junts hacia su posición para, después, presentar los Presupuestos Generales del Estado. Su aprobación sigue estando en el aire, hoy igual que antes de ayer, pero el presidente ha demostrado que no va a dejar de intentarlo hasta entonces.