
Margen de error
Yolanda Díaz pincha: Trabajo, el quinto ministerio menos productivo de todo el Gobierno
La vicepresidenta dimitió del liderazgo de Sumar para centrarse en la gestión de la cartera, pero su medida estrella fue tumbada en el Congreso

En junio de 2024, tras varias derrotas autonómicas y con un ruido insoportable a su alrededor, Yolanda Díaz dimitió como líder de Sumar. Aunque el paso hacia atrás era evidente, la vicepresidenta segunda intentó hacer una lectura optimista. Pensó que eso le iba a servir para recalcular la ruta, centrarse en la gestión del Ministerio de Trabajo y, desde ahí, seguir reivindicándose como una figura de relevancia dentro de la izquierda. Es parecido a lo que le pasó con la reforma laboral en 2022, que la medida terminó de impulsarla de cara al ciclo electoral del año siguiente. Su empeño en esta estrategia ahora es tal, que hasta los socios minoritarios de su coalición se quejan de que sólo se centra en su parcela, que solo presta atención a sus medidas.
Ahora, más de un año después de ese movimiento, podría afirmarse que esa estrategia está haciendo aguas. LA RAZÓN ha analizado la productividad de todos los ministerios del Gobierno este 2025, contando cuántas medidas han llevado al Consejo de Ministros, y la conclusión es rotunda: la cartera de Díaz es de las que menos iniciativas saca adelante de todo el Gobierno. Así, le va a resultar muy difícil presumir de gestión.
El Ministerio de Trabajo es el quinto menos productivo de todo el Ejecutivo. Este año sólo ha llevado al Consejo de Ministros un anteproyecto y proyecto de ley, el de la reducción de la jornada laboral que ni siquiera consiguió aprobar. Tampoco ha aprobado ningún real decreto-ley que luego haya tenido que convalidar el Congreso. En total, sólo ha aprobado 23 iniciativas menores y sólo supera a los ministerios de Derechos Sociales (22), Igualdad (14), Juventud (11) y Vivienda (9).

La reforma de la jornada laboral fallida es el único gran proyecto que el Ministerio de Trabajo ha abordado en todo el año. La vicepresidenta intentó convertir la medida en la bandera de Sumar para esta legislatura y llevó el anteproyecto al Consejo de Ministros en febrero. Más tarde, en mayo, ya presentó el proyecto de ley completado y su intención era debatirlo en el Congreso antes del parón veraniego. Sin embargo, el ala socialista del Ejecutivo frenó sus pretensiones por la patente falta de apoyos y el debate se acabó posponiendo a septiembre.
Díaz podría haber guardado en un cajón esa reforma de la jornada laboral. Ya lo hace el Gobierno con numerosos proyectos de ley para los que no les salen las cuentas. Podía haber esperado a tener los números más a su favor, pero era su única baza y el modo electoral en el que se ha instalado la política no permite demasiado margen de maniobra. Si lo hubiera retrasado, un adelanto de las elecciones mataría la iniciativa y Díaz no tiene precisamente demasiadas medidas de las que pueda presumir.
Al final, lo llevó al Congreso sin los apoyos y se lo tumbaron en septiembre, firmando así su mayor derrota política desde que es ministra de Trabajo, desde enero de 2020. La vicepresidenta segunda ha dicho en varias ocasiones sobre la reforma de la jornada laboral que quiere convertir esa "derrota en una victoria política", que busca revertir la situación para que sean los partidos que han votado en contra de la reducción de jornada, los que tengan que asumir las consecuencias ante la ciudadanía. Independientemente de que lo consiga o no, es de las pocas bazas que le queda, porque apenas hay más medidas en la recámara que rentabilizar, vista la escasa productividad de su Ministerio. Otra opción es esperar que las elecciones se retrasen lo suficiente como para poder proponer algo nuevo.
La semana pasada se intentó consolar aprobando un real decreto sobre el registro de jornada, pero es una medida menor y ni siquiera tiene que pasar por el Congreso. En lo que va de año, Díaz ha aprobado tres reales decretos, 17 acuerdos y un informe. Son todas pequeñas iniciativas que atañen al desarrollo de reglamentos o cuestiones meramente administrativas y que son potestad del ministro de turno. Aunque ahí concentra la mayor parte de su actividad, tampoco ha sido muy prolífica en este frente. Sólo por comparar, el Ministerio de Presidencia ha aprobado 110 reales decretos en 2025 y 112 acuerdos. Transportes, ocho reales decretos y 205 acuerdos. Es decir, Díaz no saca adelante ni siquiera medidas que sólo dependen de ella.
Aunque Sumar está apretando al Gobierno con cuestiones como Gaza, obligando a los socialistas a endurecer su posición, lo cierto es que ahora mismo Díaz no puede presumir de resultados políticos ni de gestión. Fuentes de la Moncloa reconocen que la vicepresidenta ha perdido en los últimos meses mucho peso político en el Gobierno. Apenas sale en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros, principalmente porque no tiene medidas que vender, pero también porque los socialistas la han orillado a propósito, para que vea que no tiene grandes apoyos ni poder político real, informa Javier Portillo.
Esta debilidad también parece estarle pasando factura a la hora de reordenar el espacio a la izquierda del PSOE que, en principio, ella quiere volver a liderar. Formaciones dentro de Sumar ya están saliendo del redil y buscando un perfil propio, como cuando el diputado de Compromís votó en contra de la cesión migratoria a Cataluña, o como el diputado de Chunta, que pidió elecciones anticipadas si no hay Presupuestos.
También están surgiendo posibles alternativas en ese espacio, como Antonio Maíllo, líder de Izquierda Unida, que habla de la necesidad de nuevos liderazgos y está ganando peso. Ya fuera de Sumar, Podemos se ha instaurado en una estrategia de complicarle la vida al Gobierno para tener una posición de fuerza en futuras negociaciones.
Sin embargo, todavía no hay elecciones formalmente a la vista y la Moncloa sigue siendo un altavoz muy potente. Ahí Díaz podría tener nuevas oportunidades. Pero, ahora mismo, el suyo ni siquiera es el Ministerio de Sumar con más proyección. Cultura, dirigido por Ernest Urtasun, ha sacado adelante más iniciativas que Trabajo, 36. De todas formas, son casi todas menores. Algo más de incidencia tiene Sanidad, de Mónica García. El ministerio ha aprobado 46 iniciativas. De ellas, hay un proyecto de ley (el de la Agencia Estatal de Salud Pública) y dos anteproyectos (el de medidas contra el tabaquismo y el de medicamentos y productos sanitarios).
Todavía quedan muchos desenlaces por resolver antes de saber qué pasará con ese espacio a la izquierda del PSOE. De momento, la situación en Gaza parece haber dado pie a Díaz para volver a centrarse en un discurso más ideológico, intentando presionar a diario al ala socialista del Ejecutivo, y menos en cuestiones de gestión. Quién sabe si eso servirá para paliar el fracaso ministerial.
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