Guardia Civil

8 meses sin Wafaa: Su móvil se conectó a la wifi del centro comercial de Carcaixent después de desaparecer

Los investigadores analizan quién portaba su teléfono ese día. Podría estar implicado en su desaparición o en el borrado de imágenes que se produjo en uno de los perfiles de Instagram de la chica cuando fue encendido una semana después de perder su pista

El tiempo va pasando y la familia de Wafaa Sebbah sigue sin saber nada sobre el paradero de la joven magrebí que el pasado 24 de enero habría cumplido 20 años. Su pista se perdió dos meses antes en Carcaixent (Valencia) y la Guardia Civil no ha dejado de tirar de todos los «hilos» que han ido surgiendo a lo largo de estos meses de complicada investigación. Sin duda a quien más pesa el doloroso goteo de los días sin noticias es a Soraya, su madre, que sigue manteniendo la esperanza de encontrarla con vida y espera que regrese pronto a su casa de Pobla Llarga, donde vivía junto a sus hermanos de 13 y 18 años que están viviendo una verdadera pesadilla. La adolescencia de Wafaa había sido un poco alocada y hacía tiempo que la joven de origen saharaui, que soñaba con ser azafata de vuelo, acostumbraba a marcharse varios días de casa sin dar demasiadas explicaciones al respecto. Apenas un par de semanas antes de que se le perdiera el rastro se había marchado de forma más o menos definitiva de su casa en Pobla Llarga para mudarse a un piso en Carcaixent, una localidad más grande situada a diez minutos en coche. Allí había alquilado un sofá cama en la casa de un tipo que le doblaba la edad y con el que, al parecer, podría haber mantenido algún tipo de relación aunque él defiende que solo les unía una amistad. Él fue, lógicamente, uno de los primeros sospechosos de su desaparición pero no el único de una búsqueda que se vuelve compleja con el paso del tiempo. Las cosas no pintaban mal cuando los investigadores situaron a la chica o, mejor dicho, a su teléfono móvil, en un centro comercial de Carcaixent varios días después de su desaparición. Se trata del Ribera del Xúquer, que cuenta con todo tipo de comercios de moda y restauración y que está situado en la avenida Bressol de la Taronja de la localidad valenciana. El terminal de Wafa se había conectado de forma automática a la red wifi de uno de los establecimientos del centro y eso podía arrojar algo de luz sobre los días posteriores a su desaparición. Los investigadores se trasladaron a principios de año al lugar para solicitar las grabaciones de las cámaras de videovigilancia y, a través del visionado coincidente con las horas de la conexión, podrían estar identificando a la persona que llevaría encima el terminal de la chica y que, por tanto, tendría algo que contar sobre su desaparición. Al parecer, el móvil de Wafaa llevaba activado de forma permanente la conexión a redes wifi y, como ella ya había estado conectada a la red del centro los meses anteriores, el día que esta persona acudió al lugar después de la desaparición de la joven, el teléfono se conectó de forma automática, dejando esa huella, y probablemente sin que el individuo se diera cuenta. La “pausa” del confinamiento habría ralentizado algunas gestiones en este sentido, según fuentes cercanas al caso. Esta sería la última linea de investigación más sólida que ahora mismo tienen los agentes sobre la mesa pero ha habido muchas más en los últimos meses.

La última llamada

Los agentes ya rastrearon a la última persona con la que Waffa habría mantenido contacto telefónico. Se trata de un señor de unos 70 años que la «llevaba y traía», según fuentes policiales, en algunos oscuros círculos de la noche valenciana para que la joven se prostituyera a cambio de cocaína, como ya se había publicado. Al parecer, una antena de la zona de Xátiva (a media hora de Carcaixent) habría dado cobertura necesaria para que se produjera la llamada. Ella le comenta que no tiene mucha batería y, efectivamente, poco después el móvil de Wafaa «muere». Aunque esto se produce el 17 de noviembre, cuando se sitúa su desaparición, el móvil de la chica «revive», es decir, vuelve a conectarse una semana después: los días 23 y 24 de noviembre. A la fuerza, alguien tuvo que meter el código pin. La Guardia Civil está prácticamente convencida de que el teléfono no lo encendió ella sino la persona que estaría detrás de la desaparición forzosa de la joven porque, aunque el delegado del Gobierno en Valencia dijo al principio que se trataba de una huida voluntaria, pronto tuvo que rectificar para admitir que el caso era inquietante. En esa segunda conexión, se produjo el borrado de algunas instantáneas publicadas en uno de los tres perfiles de Instagram que, aseguran, tenía Wafaa. Los investigadores creen ahora que esa persona que se conectó de forma accidental a la wifi del centro comercial con el móvil de la chica sería la que está detrás del borrado de esas imágenes.

También trascendió que los agentes del Grupo de Apoyo Técnico Operativo (Gato) de la UCO de la Guardia Civil estuvieron trabajando en un informe para analizar el recorrido de la chica y compararlo con la trayectoria de posibles sospechosos, como ya se hizo en el caso de Diana Quer con el teléfono de la joven y el de «El Chicle».

Uno de los problemas de esta investigación, donde las primeras horas son clave, es que los agentes comenzaron con el caso demasiado tarde. Aunque la desaparición de Wafa se situaría a eso de las 18:00 horas del día 17 de noviembre, las autoridades tuvieron conocimiento mucho después. Esa tarde, el hombre con el que vivía en Carcaixent asegura que Wafaa había quedado con una amiga pero no volvió y, cuando le pregunto a esta chica y ella le dijo no saber nada, le pidió que se lo contara a su madre para que lo denunciaran. Eso al menos es lo que asegura este hombre, que lógicamente también fue investigado por los agentes. Sin embargo, la amiga de Wafaa no habría llamado a la madre de su amiga y éstos al final decidieron poner la denuncia por desaparición el 29 de noviembre. La Guardia Civil comenzó, por tanto, el 1 de diciembre a realizar las primeras comprobaciones, casi quince días después de que se perdiera su rastro: un tiempo más que suficiente para que los responsables de su desaparición hayan podido actuar a sus anchas. Para esas fechas, además, los agentes estaban con un reciente y brutal caso en la mesa: el crimen de Marta Calvo, una joven de 25 años que desapareció en Manuel (Valencia) el 7 de noviembre y la posterior entrega de su descuartizador en Carcaixent, Jorge Ignacio Palma. El hecho que el presunto autor (ahora en prisión provisional) se entregara en el puesto de la Guardia Civil de la misma localidad que desaparició Wafaa y apenas 10 días después entre ambas desapariciones hizo saltar todas las alarmas entre los investigadores, que barajaron una lógica vinculación entre ambos casos. Tanto es así que en la prisión de Picassent, donde el padre de Wafaa se encontraba en tercer grado por una condena, se dio la orden de que este hombre y Palma no pudieran cruzarse en ninguna estancia de la cárcel por riesgo de conflicto. El padre de la saharahui creía, como todos comentaban en el pueblo, que este hombre también era el responsable de la desaparción de su hija. Sin embargo, los agentes pronto desvincularon ambos casos por lo que se trataría una mala coincidencia en tiempo y lugar. A pesar del tiempo transcurrido, los agentes no dejan de seguir haciendo gestiones para tratar de dar con la pista definitiva que les lleve hasta Wafaa y ahora trabajan con una buena linea.