Familia

Los cuatro pilares que sustentan la disciplina positiva

Los pilares de la disciplina positiva son como una mesa que necesita las cuatro patas para que tenga estabilidad. Debemos conseguir un equilibro entre ellas para que se mantenga en pie.
Los pilares de la disciplina positiva son como una mesa que necesita las cuatro patas para que tenga estabilidad. Debemos conseguir un equilibro entre ellas para que se mantenga en pie.UNSPLASH

Los pilares de la disciplina positiva son como una mesa que necesita las cuatro patas para que tenga estabilidad. Debemos conseguir un equilibro entre ellas para que se mantenga en pie. No existe una fórmula mágica que haga que la crianza sea sencilla pero tener en cuenta determinados aspectos hace que el camino sea bastante más fácil...

Los cuatro pilares de la disciplina positiva son:

1. Autocuidado: Cuando tienes hijos pasas a un segundo plano. Siempre hay algo más prioritario, pero para que podamos cuidar a los demás primero tenemos que estar bien con nosotros mismos. La maternidad es complicada y conseguir conciliar todo no es fácil. Las horas del día son las que son, pero hay que intentar sacar algo de tiempo para hacer algo que nos apetezca. Al principio parece imposible y para conseguirlo deberemos buscar “aliados”, es decir, ayuda para que alguien se quede un rato con los niños. Cuando estamos bien se lo trasmitimos a nuestros hijos y todo fluye mucho mejor.

Por mucho que les digamos a nuestros hijos “creo en ti” o “puedes hacerlo” de poco sirve si no confiamos en nosotros mismos. Como reaccionemos y como nos enfrentemos a las cosas supondrán grandes enseñanzas para nuestros hijos (los niños nos observan todo el día y aprenden mucho más de aquello que ven que de aquello que escuchan). Si nuestros hijos ven padres con confianza y seguros será mucho más fácil que confíen cuando les dices que pueden hacer algo. El autocuidado es esencial por nosotros mismos pero también por aquello que transmite a nuestros hijos. Si nosotros nos cuidamos ellos aprenderán que es importante cuidarse y que pensar en uno mismo es necesario e importante.

En el post la importancia del autocuidado podéis encontrar más información sobre este punto y algunos de mis “trucos” para conseguir aunque sea algún pequeño momento.

2. Etapa evolutiva: A veces les pedimos a los niños cosas para las que no están preparados. Debemos tener en cuenta en que etapa y en que momento de aprendizaje se encuentra nuestro hijo. No es cuestión de edad, cada niño es un mundo y cada uno tiene una maduración diferente. Debemos dejar de comparar a los niños y no agobiarnos porque el vecino hace cosas que el nuestro no. No hay nadie mejor que una madre para conocer a su hijo y muchas veces “exigimos” a nuestros hijos por la presión del entorno… Olvidémonos del resto, si en alguna situación no nos sentimos cómodos, antes de tomar ninguna decisión aléjate del entorno y conecta con tu hijo.

3. Funcionamiento del cerebro: Entender el funcionamiento del cerebro es una pieza clave en la educación, nos da muchísimas “pistas”. Hasta el primer año de vida los niños viven únicamente con el cerebro reptiliano, el de la supervivencia y es necesario que tengan todas sus necesidades básicas cubiertas para poder estar tranquilos. A partir del año de vida su cerebro emocional comienza a convivir con el reptiliano por lo que es el momento para empezar a validarle y enseñarle las emociones más básicas, pero no esperemos que sean capaces de gestionarlas, tenemos que ser nosotros los que les guiemos y les vayamos dando herramientas. El rincón de pensar, ignorarles, castigarles… no son soluciones porque el niño no alcanza a entenderlo, él está enfrascado en una determinada emoción (rabia, enfado, tristeza…) y no es capaz de salir solo de ella.

Será mucho más constructivo y educativo si les acompañamos en esa emoción y les ayudamos a que vaya pasando. Gracias a eso irá aprendiendo esa ansiada gestión de las emociones e incluso irá viendo que cosas le funcionan para calmarse (saltar, beber agua, pegar a un cojín…), podemos ofrecerle diferentes opciones. El contacto no verbal es muy importante, siempre que ellos quieran: “Te veo enfadado, ¿quieres un abrazo?”. A veces lo único que necesitan es que nos tomemos un minuto con ellos.

Una vez que está calmado es el momento de abordar la situación: Qué ha pasado, por qué ha sucedido y tratar de buscar soluciones. Estas siempre se buscan en conjunto y siendo el niño el que proponga de que otro modo se podría haber realizado. Cuanto menos hablemos nosotros mejor, la clave es realizar preguntas para que el niño se cuestione la situación. Un punto clave en el funcionamiento del cerebro de los niños es que entendamos que la parte racional tarda entre 25 y 30 años en madurar.

Si quieres profundizar más sobre este tema no te pierdas el post ¿cómo funciona el cerebro del niño?, una gran "arma" en la educación de nuestros hijos.

4. Lógica privada: Seguramente este sea uno de los pilares de la disciplina positiva que más esfuerzo requiere, ya que debemos analizar las actuaciones de los niños. Los pequeños aprenden por imitación y son unos grandes observadores. La lógica privada no es más que aquello que aprendemos a través de todo lo que vemos, experimentamos, sentimos… y que posteriormente nos lleva a tomar decisiones, es decir, es la forma de como vemos el mundo basado en la experiencia que tenemos.

La lógica privada se desarrolla desde edades muy tempranas y tiene mucho que ver en los comportamientos de nuestros hijos. En determinados momentos los niños pueden entender que están actuando bien porque basándose en su experiencia su forma de actuar en ese momento es lógica aunque no sea acertada.

Debemos entender que los niños no están en una continua lucha de poder. No se comportan mal para ver “quien puede más” sino que en la mayoría de los casos no son capaces de realizar buenas interpretaciones y sacan creencias erróneas. Si ante una situación nos paramos a pensar en por qué nuestro hijo se ha comportado así y qué interpretación ha podido realizar de esa situación para llevarle a ese comportamiento aprenderemos mucho más, tanto nosotros como nuestros hijos. Además, si somos capaces de descubrir esa interpretación podremos atajar el problema desde la base de ese comportamiento erróneo. Si nuestro hijo ya ha desarrollado una creencia sobre algo es complicado que la cambie.

La lógica privada se basa en creencias que hemos generado nosotros mismo y para cambiarla tenemos que cambiar la interpretación que tenemos de aquello que hemos percibido. Así formamos una creencia diferente, esto no se consigue con gritos, castigos o imponiendo nuestras creencias, por mucho que las razonemos.

En el post La lógica privada y cómo puede influir en la educación de nuestros hijos se explica de una manera más detalla en que consiste y cómo conocerla puede convertirse en una gran aliada en la educación de nuestros hijos.

Como decíamos al principio estos cuatro pilares de la disciplina positiva no son la varita mágica de la maternidad. Pero conocerlos y tenerlos en cuenta te ayudará a ser más consciente de las situaciones y comprender y entender las cosas nos ayuda a que podamos gestionarlas mejor.

Rosa Rasche Santaolalla, especializada en Crianza Respetuosa, certificada en Disciplina Positiva para Familias y miembro de la Positive Discipline Association (PDA). www.embarazoycrianza.com. @embarazoycrianzablog