Feminismo

Los juguetes y el omnipresente patriarcado

Irene Montero vuelve a regañar a la industria juguetera a la que considera una gran continuadora de los estereotipos machistas

Irene Montero vuelve a regañar a la industria juguetera a la que considera una gran continuadora de los estereotipos machistas
Irene Montero vuelve a regañar a la industria juguetera a la que considera una gran continuadora de los estereotipos machistasServicio Ilustrado (Automático)COOPERACIÓN INTERNACIONAL

Cuando nuestra flamante ministra de Igualdad, Irene Montero, habla sobre los estereotipos de los roles de género en los niños (y en las niñas, por Dios), a la hora de jugar, a mí se me queda cara de vaca mirando al tren. Lo primero que me viene a la mente es “ya verás cuando sus hijos crezcan”, porque tiene 3, dos niños y una niña. Y, como la presupongo una mujer de no imponer nada, doy por sentado que si uno de sus hijos decide decantarse por jugar al balón, a los coches o camiones lo asumirá con resignación (no cristiana) y resoplará. De la misma manera que si su hija decide que su color favorito es el rosa y le rechiflan las muñecas, no interferirá en el correcto y libre desarrollo de cualquier niño o niña.

Yo tengo 3, dos niñas y un niño. A la mayor jamás le han interesado ni las muñecas ni el rosa y no soporta llevar vestidos. Ella es mundo playmobil. Porque no somos ricos pero si no, destinaríamos una habitación de la casa para colocar todos y cada uno de los modelos que tiene. La mediana adora el rosa, el brilli, brilli, ir con vestidos, pintarse las uñas y, por supuesto, las muñecas. El pequeño, que sólo tiene 3, se pirra por los coches y los camiones y tiene una motorcilla de estas de plástico y cuando se sube a ella hace caballitos. Un hetereopatriarcal (y macarra) en toda regla y eso que apenas habla.

Como madre moderna que soy y, sobre todo porque ahora no me meto en un centro comercial ni loca por el miedo al coronavirus, me siento en el ordenador y con la ventana abierta de amazon uan por una les digo: a ver, qué le decimos a los Reyes Magos que os traigan. Y ellas, sin pasillos separados en plan sección femenina (según Irene Montero) eligen las cosas que les gustan.

Como debe ser.

Y como ha sido toda la vida. Montero y sus seguidores están convencidos de que, como Jesús, han venido a salvar al mundo, concretamente a las mujeres. Del patriarcado, de machismo, de los hombres, de todo. Quieren traer el nuevo paraíso del feminismo donde, para empezar, las niñas no jugarán con muñecas, por ejemplo, pero los niños sí con cocinitas. Aunque no les salga, aunque no les guste.

En realidad todo su argumentario tiene una base muy similar a la desaparecida sección femenina donde los consejos que se daban siempre eran por “tu bien”, o eso me cuenta mi madre porque yo, lógicamente y por edad (tengo 46), no he vivido. Los rasgos comunes son:

-Todo lo hacemos por tu bien

-El hombre es peligroso, es un violador en potencia

-Nuestras ideas son dogmas de fe, son la verdad, son indiscutibles

Podría enumerar más pero estas son, básicamente, las más importantes. A diferencia de la sección femenina que te recomendaba no estar a solas con un pretendiente, siempre con carabina y preferiblemente a la luz del día, Montero y secuaces te recomienda volver sola y borracha a casa, ahí, dándolo todo y el que se atreva a mirarte será, de entrada, sospechoso de violador. Que lo mismo hasta es gay, pero es hombre y eso le hace ya altamente culpable.

Todos estamos de acuerdo que un árbol se endereza desde que se planta de ahí que uno no puede poner a educarse cuando el hijo tiene 15 años sino desde que nace prácticamente. Por eso Miss Montero, siempre dispuesta, como buena Acuario que es, a salvar el mundo, quiere legislar todo, incluso lo que los niños piden a los Reyes Magos, esto es quieren meter sus narices en la industria juguetera, una industria, como habrán supuesto, privada y que, lógicamente, responde a la demanda de los consumidores. En ninguna caja de barbie pone: este juguete es para niñas. Lo que sí se pone y desde hace años, por cierto, es la edad indicada de cada juguete. Por razones más que obvias.

A juicio del Instituto de la Mujer, la publicidad de juguetes incurre en una “representación estereotipada de las mujeres”. Ya.Oye, me encanta. ¿Y qué se supone que significa eso? Porque yo así, a bote pronto, lo que observo es que la publicidad de los juguetes recoge lo que les gusta a los niños y a las niñas, de la misma manera que la publicidad para adultos hace exactamente igual. De ahí que no veamos apenas hombres anunciando marcas de contorno de ojos y viendo cómo se las aplican ni tampoco es usual ver anuncios de coches corriendo por una carretera sinuosa y conducido por una mujer y, cuando esto pasa, queda ridículo y no porque no hagamos esas cosas, que las hacemos, sino porque ahí sí, estereotipan a un tipo de mujer que es mega sexy, como si las que somos terroríficamente normales no pudiéramos representar esa conducción ¿temeraria?

La cuestión de fondo, como siempre, es la falta de libertad. Los padres educamos según nuestros valores y principios y así ha sido y será siempre. Como es lógico. No me imagino a Irene Montero en la cama de sus hijos por la noche enseñándoles el Jesusito de mi vida eres niños como yo, como sí hacemos las que somos creyentes y queremos que nuestros hijos conozcan la fe. Me parecería terrible que un ministerio diera instrucciones a los padre de cómo enseñar a rezar, a qué hora y cuántas veces, de la misma manera que me parece una falta total de libertad que doña Irene se inmiscuya en cómo deben jugar nuestros hijos y cómo deben elegir sus juguetes. Como les presupone sin criterio, entonces mete la nariz en la industria juguetera.

Pues le digo algo: tiene la batalla perdida. Por mucho que yo quisiera, que gracias a Dios no quiero, seguir sus instrucciones, Jomío, el de 3 años, no va a jugar con muñecas y la de ocho, no va a jugar con camiones. Será el patriarcado. Será.

De verdad, ¡qué cruz!