Psicología

Adictos a la tablet desde pequeños: enganchados al miedo atroz a aburrirse

Las nuevas tecnologías, metidas con calzador por los propios padres desde que son bebés, son las grandes aliadas de la intolerancia a la frustración.

Adictos a la tablet desde pequeños: enganchados al miedo atroz a aburrirse
Adictos a la tablet desde pequeños: enganchados al miedo atroz a aburrirselarazon

La sociedad actual es una sociedad que da un altísimo valor al entretenimiento y tiene por enemigo al aburrimiento, que vive y desea la cultura de la inmediatez, una sociedad que se encuentra a sí misma transformada por el negocio del entretenimiento en el que las empresas compiten por ofrecer productos que capten nuestra atención, pasando de crear objetos para satisfacer nuestras necesidades a crear objetos para tener necesidad de ellos. Irene Alonso Martínez, Psicóloga general sanitaria, Experta en niños, adolescentes y familias de la Clínica CIPREA

Esta es la sociedad en la que los niños de hoy en día crecen y aprenden, en cada edad, las tecnologías suponen desde el punto de vista del desarrollo una oportunidad para avanzar pero también un riesgo para el retroceso o ciertos peligros.

El lado oscuro

Desde el primer contacto de los niños más pequeños con tablets, ordenadores, o los teléfonos de sus padres, estos aparatos transforman su realidad, su cerebro y sus capacidades.

Algunos padres, cargados de buenas intenciones, se dejan engatusar por los programas de estimulación que supuestamente desarrollarán el lenguaje de los más pequeños. Sin embargo, la evidencia empírica demuestra que en las edades más tempranas, la elaboración de historias, la gramática, la capacidad de planificación y secuenciación, la de proyección hacia el futuro y anticipación de consecuencias son capacidades que se transmite de padres a hijos a través del lenguaje. Para un niño o un bebé es mucho más estimulante un rato de conversación, de lectura y de cercanía con sus progenitores que un rato usando la tablet, pues para el cerebro humano no hay un estímulo más complejo que otro ser humano. Interpretar las inflexiones de la voz, las microexpresiones faciales, la gramática de las frases o las motivaciones de otro ser humano es un desafío único.

Otra de las capacidades que puede verse modificada por la tecnología, y más en concreto por los videojuegos es la capacidad atencional. En el desarrollo normal de el niño la capacidad atencional empieza a entrenarse cuando el niño es capaz de distinguir los objetos con nitidez. Comienza por prestar atención a un objeto durante períodos breves de tiempo y la mantiene siempre que el estímulo se mueva o haga sonidos. Posteriormente el tiempo de fijación se va alargando y la capacidad atencional se utiliza de forma algo más voluntaria; ya no necesitará que el estímulo sea tan llamativo. Justo este es el momento en el que muchos padres empiezan a incentivar el uso de los videojuegos. Si nos paramos por un momento a pensar, nos daremos cuenta que, más que un adelanto hacia una mayor amplitud de atención, supone un atraso, pues volvemos al modelo en el que el niño no hace más que responder a sonidos, movimientos y señales luminosas. Si acostumbramos a los niños a este tipo de estimulación esta será la que busquen también fuera de la tecnología, y no tendrán la oportunidad de entrenar su atención sostenida hacia otras cosas que no sean tan estimulante, por ejemplo, un profesor.

Una de las capacidades fundamentales que debemos entrenar en los niños desde pequeños es la tolerancia a la frustración, y la tecnología es un recurso que como padres supone una enorme tentación para no realizar esta labor. Los niños deben aprender que no todo en la vida se consigue de forma inmediata y sin esfuerzo incluso la información o la diversión son cosas que a veces cuesta conseguir.

Cuando un niño pequeño ve la tele mientras tratamos de que coma, o se le ponen vídeos de la Patrulla Canina o Pepa Pig en Tablet cuando está en la sala de espera del médico, lo que le estamos enseñando es que no puede aburrirse, y que en cualquier momento, y sin esfuerzo va a estar entretenido. No les estamos educando pues en una cultura del esfuerzo ni de tolerancia a la incomodidad o la frustración que tan comunes son en la vida adulta.

Por lo que respecta a los chicos y chicas en edades adolescentes, los riesgos a los que se exponen a través de las nuevas tecnologías tienen una naturaleza diferente, teniendo que ver más con lo afectivo y lo social y menos con la biología y el neurodesarrollo. Estos riesgos son fundamentalmente cuatro:

· La pérdida de la intimidad

· El ciberbullying: se refiere a la conducta de acoso y hostigamiento de un menor a otro menor en el ciberespacio, mediante insultos, vejaciones, amenazas, chantajes, etc

· El grooming: es el conjunto de estrategias desplegadas por un adulto para ganar la confianza de un menor en Internet con el fin último de obtener concesiones sexuales.

· La sextorsión es el chantaje que una persona (mayor o menor de edad) realiza a otra mediante el uso de mensajes, fotos o vídeos que la propia víctima ha generado, amenazando con su publicación, para obtener algún beneficio.

Todos estos peligros no están exentos de consecuencias psicológicas, y ya se conocen numerosos casos en que las víctimas han presentado cuadros de ansiedad, depresión, exclusión social, sentimientos de culpa, humillación, baja autoestima e incluso suicidio. Los chicos y chicas adolescentes se encuentran en una edad especialmente sensible para implicarse en este tipo de riesgos, y las razones son varias. En primer lugar según la asociación Protégeles, actualmente, la accesibilidad a móviles, tablets, ordenadores etc. es cada vez más elevada.

Es bastante fácil conseguir este tipo de dispositivos, y todo el mundo tiene uno. Además esta tecnología está diseñada para proporcionar una falsa sensación de control y de anonimato, lo que facilita las conductas como el acoso.

Se encuentran en una edad en la que el mundo se abre ante ellos, y lo hace a través de las pantallas. La experimentación y prueba de límites propia de esta edad se da a través del teléfono y los ordenadores. Los usan fundamentalmente para socializar y para jugar, pero también para explorar el mundo de la seducción y la sexualidad, aprovechando la libertad que estas tecnologías llevan consigo. Si bien es cierto, que la tendencia a explorar en este ámbito no es en absoluto un fenómeno novedoso ni perjudicial a priori, el uso de las tecnologías e internet ha hecho que esta exploración y conlleve aquellos riesgos de los que hablábamos anteriormente.

Además, todos estos peligros de las tecnologías no son percibidos por los jóvenes porque nacieron con ellas, para ellos es algo muy natural, son los llamados nativos digitales. No perciben tampoco la diferencia entre lo que es público y lo que es privado, y les cuesta integrar que lo que ocurre en el mundo virtual es tan real como lo que ocurre en el mundo real, todo lo que hacen por la web o por el móvil creen que no pertenece a sus actividades reales y de distancian fácilmente de ello. No es fácil para ellos, por tanto, anticipar qué consecuencias van a tener sus acciones del mundo virtual en el mundo real, y además sienten que nada va repercutir sobre ellos, tienen una falsa sensación de omnipotencia e invulnerabilidad.

La cara amable

Las nuevas tecnologías no solo implican peligros, sino que también aportan oportunidades que no deberíamos desaprovechar.

El rápido acceso a la información les permite a los niños nuevas formas de organización de los datos, diferente a lo que primaba antes: la memoria ya no se concibe solo en procesos de repetición y acumulación, sino que se conviven formas procesamiento de datos de forma divergente.

Además, los videojuegos podrían aumentar la rapidez para visualizar y seguir múltiples imágenes en simultáneo. Estas actividades estimulan los procesos de pensamiento, la toma de decisiones y las funciones ejecutivas. En ciertos videojuegos se ponen también en juego la creatividad y la resolución de problemas.

Por lo que respecta a adolescentes encuentran en la nuevas tecnologías un lugar donde expresarse, comunicarse y construir su propia imagen y personalidad. El desarrollo de la propia identidad es una tarea central de esta etapa y el uso de los móviles, ordenadores y redes sociales la facilita.

Permite también, a los más tímidos, socializar con mayor facilidad, es un elemento que facilita también la integración y permite conocer a personas de todo el mundo. Por otra parte, no solo les permite estar en contacto con sus amigos, sino también con los padres.

Internet es también una fuente de conocimiento inagotable, cualquiera puede aprender a tocar la guitarra, esquilar una oveja o mejorar su inglés con tutoriales de Youtube. Abre un mundo de posibilidades también para los profesores, que pueden comunicarse de una forma más directa con sus alumnos y pueden realizar un seguimiento más individualizado.

En cualquier caso, hay que recordar que si queremos proteger a los chicos y chicas la solución nunca será prohibir la tecnología y aislarles de ella, pues de esta manera fomentaremos la mentira y además no conseguiremos protegerles. Es increíblemente fácil acceder a ella, y si se lo proponen lo conseguirán de alguna u otra manera. Tampoco resulta sano dejarles usar la tecnología pero controlarles conociendo sus contraseñas y espiando sus conversaciones, ellos, igual que todos, necesitan un espacio de intimidad para poder crecer. Lo que se debe hacer es desarrollar un clima de confianza en el que el chico o chica pueda hablar abiertamente de cómo está usando las TIC y demostrar un interés genuino por parte de los distintos educadores, ya sean padres o profesores sobre lo que está de moda, a qué juegan qué aplicaciones usan, y siempre aconsejarles y enseñarles a actuar de manera prudente.

Otros artículos de interés

-Los bebés no se acostumbran si los duermes en brazos porque ya vienen diseñados de serie para ser dormidos así.

-“Los límites en la crianza son tan necesarios como el afecto”

-La memorización es imprescindible para lograr que los alumnos aprendan. Todo aprendizaje implica memoria

-La insoportable sensación de vivir con ansiedad.