Autónomos

“Las autónomas no podemos deducirnos gastos de escuela infantil para poder ir a trabajar, al final acabas imputando ese “coste indirecto” a la maternidad”

Rocío Arregui, madre trabajadora (autónoma)

“Las autónomas no podemos deducirnos gastos de escuela infantil para poder ir a trabajar, al final acabas imputando ese “coste indirecto” a la maternidad”
“Las autónomas no podemos deducirnos gastos de escuela infantil para poder ir a trabajar, al final acabas imputando ese “coste indirecto” a la maternidad”larazon

Nuestra protagonista de hoy se llama Rocío Arregui Montoya. Es abogada por cuenta propia y lleva doce años ejerciendo de los cuales nueve son en un despacho de abogados colectivo en Murcia, Platería Abogados. Además, desde hace un año es profesora asociada a tiempo parcial de la Universidad de Murcia, en el área deDerecho Penal de la Facultad de Derecho.

Creó su propia empresa en 2009 cuando dejó un gran despacho y comenzó su ejercicio como autónoma. En la actualidad son seis abogados autónomos, no hay empleados. Para comenzar su andadura profesional como emprendedora recurrió a capitalizar su prestación de desempleo para comprar los muebles del despacho y pagar cuotas de autónomos. El resto de inversión es a costa del trabajo, sabiendo que son costes de la profesión: material, gasolina, cuotas de autónomos, cuota de colegiación, seguros de responsabilidad civil... más los gastos indirectos, que es lo que “tenemos que pagar” para poder salir a trabajar si tenemos hijos, tales como guardería o empleada doméstica. Tiene dos hijos de 7 y casi 5 años y está embarazada del tercero.

-¿Cómo se organiza en el día a día para trabajar? ¿Necesita ayuda?

-Cuento con la gran suerte de que mi marido y yo formamos un buen equipo en cuanto a decisiones logísticas y modo de ver la crianza y el trabajo, y de que ambos trabajamos en Murcia, sin tener que pasar temporadas fuera, algo que no pueden decir otras familias. En el día a día y tras llevar a los niños al colegio intento aprovechar la jornada por la mañana al máximo y fijar unas tardes a la semana para trabajar, aunque muchas veces hay imprevistos por tener un juicio, un curso formativo y otras veces es el trabajo el que entra en casa, en forma de correos, llamadas, preparación de juicio o de las clases. Para eso, como digo, tenemos contratada ayuda doméstica imprescindible por las mañanas, pues los horarios escolares y laborales no están muy sincronizados, y el resto del día, compaginamos, nos turnamos, hacemos malabares a veces o nos quitamos horas de sueño.

-¿Cree que las pymes o autónomas son las grandes perjudicadas en cuestiones impositivas?

-Sin duda. Sin ir más lejos, la última reforma del trabajador autónomo ha sido enarbolada como el gran avance para este colectivo y, a la hora de leer “la letra pequeña”, las mujeres trabajadoras no pueden deducirse gastos de escuela infantil para poder ir a trabajar, ni de la empleada doméstica que han tenido que contratar (sólo si has contratado a alguien para sustituirte en tu trabajo, cosa impensable como abogado, pues tienes una relación personalísima y de confianza con tus clientes). Al final simplemente lo acabas imputando a ese “coste indirecto” de la maternidad, que es “cuánto te cuesta volver al trabajo como si nada hubiera pasado” aunque sabes que ya nunca será igual.

-El hecho de ser madre, ¿le aportó mayor valor a la hora de emprender su negocio?

-Yo emprendí antes de ser madre, pero con la firme convicción de que quería serlo y de que no podía ni quería llegar a mi casa por sistema tardísimo de noche, y de que quería criar yo a mis hijos, no solapar escuelas y empleadas de hogar. Nuestros hijos debían ser cuidados por nosotros. He tenido que “pelear” para continuar con el ejercicio de la profesión una vez que, ya establecida, los clientes ven con extrañeza que a las 8 de la tarde estés en casa bañando niños y les digas que no les puedes atender, o cuando tienes que solicitar que te suspendan un juicio fijado a los 15 días de dar a luz y es el propio juzgado el que te dice que no. En esas situaciones sientes que das contra un muro, sobre todo si optas, como yo he hecho, por la lactancia materna prolongada, y apareces en el juzgado con un bebé de un mes porque no te suspendieron ese juicio, o con el sacaleches... pero eso también, aunque a veces hunde, -porque no puedes tirar de todo y, encima, con privación de sueño-, otras veces refuerza la idea de que es lo que quiero, lo que he elegido y decidido, de que no quiero esconderme y de que, sin duda, el esfuerzo merecerá la pena.

-¿Cree que las mujeres que trabajan siguen teniendo doble carga con respecto a los hombres?

-Por supuesto. Hoy en día, con ayuda doméstica, con una pareja que te apoya la carga es menor, pero la realidad es que hay dos factores que hacen que la mujer soporte más carga: uno, la cuestión biológica: nosotras gestamos, parimos y amamantamos, todo es un regalo, pero conlleva un esfuerzo. El otro factor es contra el que hay que luchar: la mujer realiza más tareas domésticas, es la que se encarga la mayor parte de veces de visitas al pediatra, de tutorías con los profesores, de saber qué talla llevan y qué se les quedó pequeño, de darles la dosis de medicamento porque sabe lo que pesan, de coser el botón roto, de hacer el disfraz de Carnaval o la manualidad del colegio. Y, además, está enraizado tan profundamente en la sociedad que eso es tarea femenina que a nosotras mismas nos cuesta delegar “porque es cosa nuestra”. Ahí es donde hay mil“micro-tareas” que inundan la cabeza de la mujer trabajadora y que a veces abruman, y debe haber cambios.

-¿Qué opina de la “conciliación”?

-Hay días que diría que es posible pero otros muchos, que es mentira. Es agotador lidiar con los horarios escolares y tener que ampliarlos con servicios de madrugadores, comedor, o con extraescolares que algunos padres no eligen porque les interese al niño sino porque es la manera de tenerlos en el colegio hasta que salen ellos de trabajar, o con el gran coste familiar de tener que contratar una empleada para evitar todo esto.

En mi caso particular, es duro tener que ser la "malvada letrada"que le dice al cliente que hoy está con su hijo en casa porque está enfermo o que no podemos fijar una reunión a las ocho de la tarde, porque entonces llegaré a las diez de la noche a casa. Además, creo que hay un grave problema en los horarios españoles (comiendo, cenando tarde, con jornada partida, con mucho “presencialismo laboral” , trabajando hasta muy tarde...) y una discrepancia entre la realidad escolar y los horarios de trabajo, que no contemplan que los padres han tenido hijos para cuidarlos, para educarlos, para pasar tiempo con ellos, y que tienen que hacer verdaderos malabarismos esa tardes, festivos escolares, vacaciones de verano para intentar estar con ellos sin desatender sus obligaciones. A veces, esa conciliación es imposible y unos días “pierde el trabajo” porque necesitas, como el aire, estar con ellos y ellos contigo, y otras son tus hijos los que tienen que esperar, con lo que conlleva.