Salud
Síndrome de Angelman: causas, síntomas y cómo mejorar la calidad de vida de los niños afectados
Aunque está presente desde que el bebé nace, suele diagnosticarse entre los 2 y 5 años de edad, cuando se hacen evidentes los retrasos en el desarrollo
El síndrome de Angelman es un trastorno genético poco común que afecta el desarrollo neurológico y físico de los niños desde el nacimiento. Aunque está presente desde que el bebé nace, suele diagnosticarse entre los 2 y 5 años de edad, cuando se hacen evidentes los retrasos en el desarrollo.
Esta condición está relacionada con una alteración en el gen UBE3A, localizado en el cromosoma 15. Normalmente, heredamos una copia de este gen de cada progenitor. Sin embargo, en el caso del síndrome de Angelman, la copia materna no funciona correctamente y la paterna permanece inactiva, lo que provoca la falta de una proteína esencial para el funcionamiento del cerebro.
Principales síntomas del síndrome de Angelman
Los signos y características del síndrome de Angelman pueden variar, pero los más comunes incluyen:
Retraso severo del desarrollo y discapacidad intelectual significativa.
Problemas de movimiento y equilibrio, como ataxia, temblores y dificultades para caminar.
Conducta peculiar: risa frecuente, expresión facial alegre, hiperactividad, aleteo de manos y atención reducida.
Poco o ningún lenguaje oral, aunque se mantienen habilidades comunicativas no verbales.
Otros rasgos: microcefalia (crecimiento lento de la cabeza), convulsiones, alteraciones en el electroencefalograma, problemas de alimentación y occipucio plano.
Tratamiento del síndrome de Angelman
Actualmente, no existe cura para el síndrome de Angelman, por lo que el tratamiento se basa en atender los síntomas y ofrecer apoyo educativo especializado. Los expertos recomiendan la estimulación temprana y la inclusión en centros de educación infantil antes de los 3 años para favorecer la socialización y el aprendizaje.
Además, los niños con este síndrome suelen necesitar la ayuda de:
Maestros de pedagogía terapéutica y audición y lenguaje.
Fisioterapeutas, auxiliares de educación especial y enfermería en casos específicos.
Seguimiento médico y especialistas necesarios
Los pacientes deben acudir a revisiones médicas periódicas con un neuropediatra para controlar su evolución. También puede ser necesario el seguimiento de otros especialistas como:
Médico rehabilitador o traumatólogo infantil.
Oftalmólogo, para revisar la vista.
Odontopediatra, para vigilar la salud dental.
Gastroenterólogo, para tratar problemas digestivos como el reflujo.