"Muy pronto tuve ganas de competir y seguir demostrando a mi familia que la vida continúa", reconoce Luis Enrique. El seleccionador recuerda cómo se marchó de la concentración en Malta. "Nos tuvimos que ir de madrugada Joaquín [Valdés, el psicólogo], y yo y Limones [encargado de los viajes de la Federación] en un coche para controlar lo que era una situación familiar grave y recuerdo que me llamó el presi para contar con mi staff y me sentí encantado".

Durante los meses de enfermedad pasó todo el tiempo que pudo con su familia y el deporte se convirtió en su mejor terapia. Como espectador y como practicante. "He visto mucho ciclismo y mucho fútbol y he hecho mucho deporte, que es un arma muy poderosa", explica. Fue precisamente en una carrera ciclista donde hizo su primera aparición pública tras el fallecimiento de su hija, en los primeros días de noviembre.

Deporte y lectura han sido los elementos que le han ayudado a digerir la tragedia. "Es una cosa que se va hablando, que se va masticando. Hemos leído muchas cosas sobre lo que es el duelo y esta serie de situaciones. Todos sabemos que vamos a perder seres queridos a lo largo de nuestra vida, aunque no en el orden en que me ha pasado a mí, pero hay muy poca información sobre esto. Hay gente que prefiere no trabajar nunca más, hay gente que prefiere trabajar al otro día. Estamos en un proceso natural como familia. Me siento muy orgulloso de la entereza de mi familia", explica.