Minería

Así es el “far west” gallego que alimentó las guerras del siglo XX

Esta localidad revive su pasado industrial con un ambicioso museo que quiere convertirse en el mejor parque minero de Europa

Así es el “far west” gallego que alimentó las guerras del siglo XX
Así es el “far west” gallego que alimentó las guerras del siglo XXConcello Vila de Cruces

Durante casi un siglo, Fontao, una pequeña aldea del municipio pontevedrés de Vila de Cruces, fue el epicentro de una intensa actividad minera que transformó el paisaje y el destino de la comarca. En sus entrañas se extrajeron toneladas de estaño y, sobre todo, wolframio, un codiciado mineral que alimentó la maquinaria bélica de las grandes guerras del siglo XX. Hoy, décadas después del cierre definitivo de la mina, el lugar busca revivir ese legado a través del Museo de la Minería, una ambiciosa propuesta cultural que quiere convertir el antiguo poblado minero en el mejor parque minero de Europa.

La historia de Fontao comenzó a finales del siglo XIX, cuando el ingeniero británico Henry Winter Burbury se hizo con la explotación del yacimiento. En esa primera etapa, el trabajo era rudimentario, pero pronto los conocimientos técnicos y capitales de origen inglés y francés modernizaron la actividad, situando a Fontao como una referencia en la industria minera de Galicia. El repunte en la cotización del wolframio, utilizado en la fabricación de artillería pesada, hizo que la aldea se convirtiera en un hervidero de trabajadores, aventureros, ingenieros y hasta espías, en una escena más propia del far west que de una aldea del interior gallego.

Mineros trabajando en las minas de Fontao
Mineros trabajando en las minas de FontaoConcello de Vila de Cruces

Durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, la mina vivió sus años de mayor auge. Se estima que hasta 3.000 mineros llegaron a trabajar en las galerías. El yacimiento, gestionado por una compañía inglesa que exportaba el mineral por el puerto de Carril, llegó a tener prácticamente el monopolio de la producción de wolframio y estaño en Galicia. Fue tal la importancia de la actividad que en 1956 se construyó un poblado minero completo: viviendas, cine, iglesia, escuela, tiendas, campo de fútbol y hasta una plaza con mercado diario. El equipo local, el Minas Club de Fútbol, llegó a disputar partidos con equipos de Primera División durante las fiestas patronales.

El declive no tardó en llegar. A partir de 1963, el agotamiento de los filones, la caída del precio del mineral y el traslado de los conflictos armados a Asia y África marcaron el principio del fin. Las explotaciones subterráneas cesaron, y en 1974 se clausuró la última brecha a cielo abierto. Comenzaba entonces un periodo de abandono y deterioro.

Décadas después, el Concello de Vila de Cruces ha emprendido una decidida apuesta por la recuperación del patrimonio industrial e histórico del lugar. El Museo de la Minería, inaugurado en el corazón del viejo poblado minero, es la primera piedra de un proyecto más ambicioso que pretende convertir la zona en un referente europeo del turismo cultural e industrial.

Imagen de uno de los expositores del museo
Imagen de uno de los expositores del museoTurismo Rías Baixas

El museo ocupa las antiguas escuelas y la iglesia del poblado, restauradas en 2012, y cuenta con un moderno auditorio de 170 plazas en el edificio que antaño fue un cine. También dispone de cafetería, tienda y accesibilidad para personas con movilidad reducida. En su interior, los visitantes pueden revivir la historia minera de Fontao a través de documentos, maquetas, material fotográfico, maquinaria original y testimonios que dan cuenta del impacto económico, social y humano de la mina.

La iniciativa pretende conservar la memoria de un pasado industrial glorioso y también dinamizar la zona y atraer visitantes a esta parte del interior gallego. Fontao, cuyo nombre hace referencia a la abundancia de fuentes y manantiales termales del entorno, tiene además raíces históricas que se remontan al siglo X, cuando era conocida como “Villa Fíntanos” y estaba vinculada a los monasterios de San Martín de Lalín, Samos y Carboeiro. Por aquí pasaban peregrinos que buscaban cruzar el Ulla por Gres, siguiendo una ruta jacobea secundaria.