Gastronomía
Así viven los cocineros la resaca del apagón con la mirada puesta en un puente en el que Madrid se queda vacío
Hablamos con Marian Reguera, Nino Redruello, Luis Álvarez, Genaro Celia, Sébastien Lepareux y Diego Massimiliano sobre cómo vivieron ayer la falta de electricidad y sobre cómo creen que afrontarán los próximos días de fiesta
Cocineros y empresarios del sector de la restauración continúan un día después con el susto en el cuerpo tras el día vivido ayer debido a semejante apagón. Hoy, muchos continuaban con la resaca emocional, ya que la luz, como pudimos comprobar, regresó muy poco a poco: "Ayer perdí 75 cubiertos, porque tenía el comedor completo durante el servicio del mediodía y por la noche. Piensa que si no hay electricidad, no tengo gas por seguridad. No pude hacer nada. Me quedé yo de guardia hasta que viniera la luz para poder conectar las cámaras frigoríficas. Son muy buenas, así que pérdida de alimentos no hemos tenido". Quien habla es Marian Reguera, propietaria, cocinera y alma de Taberna Verdejo. Sigue preocupada porque hoy no ha recibido a sus proveedores. No tiene carne, ni pescado para ofrecer a sus comensales: "Daremos el servicio con lo que tengamos. Hemos abierto, sí, pero es otro día perdido, ya que nos han cancelado el 60 por ciento de las reservas. Si nos referimos a la pérdida económica, entre ayer y hoy rondarán entre los 78.000 y los 10 000 euros. Y mañana, a ver cómo están las cosas, porque se acerca el puente. Mis proveedores no me han podido servir. Ni el de Galicia, ni el de verduras, que proceden de Navarra, y Seur Frío tampoco ha podido acceder a Madrid. Mañana si no recibo género, pues no sé qué voy a hacer, porque abro todo el puente. Es cuestión de ir día a día. Creo que esto nos va a traer cola y nadie se hace responsable", concluye. Durante el almuerzo, ha ofrecido sus maravillosos escabeches, guisos de carne, salazones, ahumados y algunas verduras. Espera mañana haber vuelto a la normalidad y recibir frescos espárragos, alcachofas, guisante lágrima y perretxicos, por poner un ejemplo, para poder trabajar durante el puente.
Por su parte, Luis Álvarez, al frente de La Gran Tasca, sí pudo ayer sacar adelante el servicio del mediodía, ya que, relata, "por suerte, al poseer una cocina tradicional de gas, que ponemos a funcionar muy temprano, cuando tuvo lugar el apagón varias elaboraciones estaban hechas. Entre ellas, el cocido, el rabo de toro y los callos. Algunas a la plancha también las pudimos servir, pero no hubo café, ni bocados que necesitan de freidora. No teníamos extracción, así que no queríamos que se acumulara mucho humo". Por supuesto, varios proveedores no pudieron acudir a su destino. De hecho, el camión de Norteños no pudo llegar con las chuletas y chuletones, porque en el momento clave se encontraba en el centro de Madrid. Relata Luis que se hizo con unas velas para poder trabajar, que montó la terraza y habilitó las primeras cuatro mesas del comedor, que es donde entra más luz del sol. Al ser de la vieja escuela, continúa, "estamos acostumbrados a tomar las comandas en papel, ya que el ordenador no funcionaba". Por supuesto, admite que fue un día complicado. Lo fue porque cerca del 50 por ciento de las reservas fueron anuladas: "Teníamos unas 70 y sólo atendimos a entre 30 y 35 comensales". Cree que la pérdida económica ronda los 1.500 euros: "Piensa que no pudieron venir 30 comensales, que pagan un precio medio de 40 euros". Suerte que el hostelero las compensó con la visita de otros clientes, que pasaban por la puerta del local y entraron, además de con la de esos vecinos, que no podían cocinar en casa y optaron por ocupar una mesa. Los postres son las únicas elaboraciones que se echaron a perder. Es decir, los flanes, las cuajadas, la leche frita y las tartas de queso, entre otras, ya que la nevera dejó de refrigerar durante casi ocho horas. También, algunas salsas, como la romesco, y el fumet. Al referirse a los proveedores, en esta casa el toma pan y moja se realiza con el de Panes con Alma, que hoy tampoco tiene: "A Paco le llegó la luz tardísimo y hoy no podemos ofrecer sus variedades". Por último, desvela que hay que sumar las anulaciones de hoy, ya que el 50 por ciento de las reservas se han cancelado también. Son comensales que se han quedado teletrabajando en casa o venían de otros barrios y ciudades: "Confío en que mañana volvamos a la normalidad".
El cocinero Genaro Celia está al frente de Insurgente, uno de los espacios gastronómicos del Mercado de Vallehermoso. Relata que éste utiliza generadores, así que las cámaras "aguantaron muy bien y no tuvimos ninguna pérdida reseñable. Lo cierto es que, además, ayer se juntó que era un día de producción fuerte e intentamos que todo saliera bien". Asimismo, quiere poner en valor la labor de su equipo al pie del cañón durante todo el día: "Se quedaron allí hasta después de su hora de trabajo para controlar todo. Lo cierto es que el mercado está preparado para este tipo de situaciones, ya que deben garantizar que todos los productos de todos los puestos se mantengan en las mejores condiciones". Por su parte, la reacción de Nino Redruello, socio y cocinero de Familia La Ancha, fue salir corriendo a comprar hielo para llenar bien, bien todas las neveras, con el objetivo de diseñar aquellas fresqueras de antaño, para salvar todo el género: "También, fue bonito ver la reacción del equipo, porque todos los responsables de los restaurantes se quedaron hasta que llegó la luz y estuvieron súper pendientes hasta medianoche". Diego Massimiliano está al frente de Lina y reconoce que a él la situación no le afectó. Simplemente, lo que hizo fue también rellenar las neveras con bolsas de hielo. Tanto que los productos aguantaron muy bien hasta que volvió la luz. Hoy, el restaurante ya funciona con total normalidad, ya que sólo el menú ejecutivo, que el chef cambia cada semana, ésta se mantiene igual por una cuestión de logística.
Sébastien Lepareux, propietario de Brasserie Lafayette, resume la situación como un auténtico desastre. El lunes tenía prevista una grabación, que no salió como deseaba. Por supuesto, en un principio tenía el restaurante lleno: "Estaba feliz. Hacía sol, no llovía. Íbamos a tener la terraza llena al cien por cien...". Fue frustrante, reconoce, "muchos clientes que no pudieron llegar. Vinieron unas señoras, residentes en Bruselas, que nos pidieron comer cualquier cosa, ya que venía a celebrar con su hija el cumpleaños de su nieta y la pobre no había comido desde la noche anterior, así que estaba hambrienta. Sólo les pudimos dar paté de campaña, foie gras, ostras, quesos, steak tartar y ensaladas. Platos que acompañaron de un buen vino para olvidar la situación. Perdimos la facturación de un buen lunes sabiendo que la Semana Santa no fue buena y en el puente de mayo Madrid se vuelve a vaciar.