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Los sábados de Lomana: “¿No piensan ustedes que detrás de lo políticamente correcto hay un gran negocio?"
Cada día me gusta menos lo políticamente correcto. En mi opinión, te coarta la libertad de expresarte libremente y al final todos terminamos diciendo lo mismo y midiendo cada palabra al dar nuestra opinión para evitar que nos caiga una bronca. No puedes nombrar a las cosas por su nombre, todo son eufemismos. Una palabra tan bonita como «ciego» ya no queda bien, hay que decir «invidente». Y así sucesivamente con cualquiera que denomine una singularidad o defecto físico. Incluso hay que utilizar «color». Los negros no existen, son «afroamericanos» o «personas de color». De color somos todos, ¿o es que yo tengo que indignarme si me llaman «blanca»? ¿No queda más mono quizá «rostro pálido»? Nos estamos convirtiendo en una sociedad puritana en la que te dicen lo que está bien o mal, lo que tienes que hacer, lo que tienes que comer. Ahora el tema del gluten. ¿De dónde ha salido esta cantidad de celiacos? ¿No piensan ustedes que detrás de toda esa reconducción de comportamientos hay un gran negocio? Es un nuevo orden social que me pone de los nervios. No me gusta nada el movimiento «Me too», que lanza sospechas por doquier treinta años después. Es muy fácil desprestigiar y liquidar a una persona con una sola frase: «Abusó de mí», sin especificar exactamente por qué. Sueltas una acusación y la prensa se abalanza y la difunde a su manera, de una forma sensacionalista y sin ningún rigor. Pueden destruir a una persona sin que haya una sentencia judicial. Si no creemos en la justicia se acabó la democracia.Tenemos que sacudirnos los prejuicios, los juicios de valor, el miedo a no quedar bien ante la sociedad. Hablar libremente es importante, tenemos que vivir «peligrosamente», sin tantas imposiciones. Y curiosamente esta falta de libertad de expresión y tanto puritanismo cursi vienen de la mano de la izquierda, que juzga, habla y castiga como si fuesen la Inquisición y los que están en posesión de la verdad. Si no pensamos y actuamos como borregos somos personas no gratas. Tienes que ser vegano, no beber alcohol, no comer cosas que engorden ni llevar nada de piel. Tus pieles según los puristas tienen que ser sintéticas, en contradicción con la ecología, ya que fabricar un abrigo sintético es lo más contaminante. Tenemos que darnos placeres sencillos como pasar una tarde de lluvia en la cama viendo películas y comiendo chocolate, que es exactamente lo que estoy haciendo yo aunque engorde. Aprendamos el arte de envejecer alegremente sin tantos miedos. Tenemos muchos, miedo al mañana, a estar solos, a que no nos quieran... Debemos sacudirnos el miedo y vivir como si el futuro fuese hoy. Porque es hoy, es el momento. Estos días de Navidad deberían ser de reflexión, de introspección sobre lo que ha sido este año que se va.
La Navidad tiene las dos versiones. Una es el caos del adviento, con mil cenas, comidas, preparativos, peluquería y compras, porque para eso es la gran fiesta del cristianismo. Después está el sosiego de la noche del 24, sentándonos en la mesa con nuestra familia o amigos, alegrándonos de haber llegado hasta aquí. Y recordando con cariño a todos los que ya se fueron, pero nunca con tristeza sino con agradecimiento. En mi familia no paran de llegar niños, mis sobrinos están en plena producción y esto me hace muy feliz. El hueco que nos dejan los que se van lo llenan de alegría estos niños preciosos que llegan. Pasaré el 24 con mi hermana en su casa y el 25 invito yo. Como os podéis imaginar, nada de cocinar ese día, dejo esa labor al estupendo chef del Hotel Santo Mauro, donde nos ponen una maravillosa mesa y disfrutamos mucho. Hoy no quería escribir de todo lo que está ocurriendo en el tema político y la manera tan vergonzosa en la que nos ha tratado Europa, sin respeto ninguno a nuestras leyes. Me gustaría ver cuál sería la forma de actuar del Tribunal Europeo si Baviera quisiese independizarse dando un golpe de Estado y Córcega de Francia... No me gusta esta intromisión. Estoy empezando a entender a Boris Johnson y al brexit. Los ingleses siempre han sido muy listos para gestionar su país.
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