Gente
Tras los pasos del marqués de Griñón: el coronavirus en el funeral de Plácido Arango
La última gran concentración social, antes de decretarse el estado de alarma, a la que incluso asistieron los reyes Felipe y Letizia, fue el funeral del empresario
El 4 de marzo había contabilizados 200 casos de coronavirus en España, de los cuales 76 estaban en Madrid y ya había comenzado el cuenta gotas de muertos. El virus estaba trabajando en silencio. Los números reflejaban los detectados porque se habían hecho los análisis o manifestaban síntomas, pero en silencio los contagiados y los que estaban contagiando eran miles. La última gran concentración social, antes de decretarse el estado de alarma, a la que incluso asistieron los reyes Felipe y Letizia, fue el funeral del empresario Plácido Arango.
Fue normal que un hombre tan excepcional concentrase en la iglesia de los Jerónimos, la noche del 4 de marzo, a notables y empresarios como los March, los Entrecanales, Juan Abelló, Ana Gamazo, Carlos Zurita, Alicia Koplowitz, Antonio Garrigues Walker, César Alierta o Naty Abascal, que se abrazaron, besaron y compartieron muy juntos el espacio disponible en el recinto religioso. Tan abarrotado estaba el templo que Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, al llegar tarde, ya no encontraron sitio para sentarse. Esa impuntualidad tan típica de Isabel Preysler, evitó una cercanía social que por ejemplo, Carlos Falcó y Esther Doña, desplegaron y también, el exministro y ex secretario general de la ONU, Javier Solana, ingresado desde hace días en el hospital Ramón y Cajal. Esas muestras de afectos tan lógicas en nuestra cultura, basada en la cercanía de los besos y abrazos, se exceden en los momentos luctuosos. Nadie imaginaba el distanciamiento impuesto al que hemos llegado diez días más tarde.
Cuatro días después de ese funeral, el domingo 8, llegaba la otra gran manifestación, la del Día de la Mujer que podría haber hecho su silente trabajo de contagios. Días después supimos que la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, dio positivo y que a su vez, sin ella saberlo, porque es la crueldad de este maldito virus, podría haber contagiado a la parte vulnerable de su familia. Por otra parte, la ministra de Igualdad, Irene Montero, ponía a su pareja, el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en cuarentena (que no cumplió).
Los responsables de Vox, Ortega Smith, Santiago Abascal o Macarena Olona, que también tuvieron su propio acto de masas en Vistalegre en Madrid, daban positivo y así desde allí también comenzó una cadena de contagios que solo para el confinamiento radical. Nadie, en esos momentos, era consciente de ser portador de un virus tan contagioso como silencioso. Lo sabían en China, lo contábamos de Italia, pero aquí no lo vimos hasta que no lo tuvimos encima.
✕
Accede a tu cuenta para comentar