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Entrevista: Cayetano Martínez de Irujo anuncia el fin de la guerra en la Casa de Alba
El aristócrata asegura que su libro no tiene nada que ver con las rencillas familiares y confía en que todo se solucione muy pronto
Dicen que los bebés vienen con un pan debajo del brazo. Pero quizá el regalo que Rosario, la primogénita de los duques de Huéscar, trajo al mundo el pasado 8 de septiembre fue algo mucho más preciado: una reconciliación. Su sobrino Fernando Fitz-James Stuart y su hermano el duque de Alba han invitado a Cayetano Martínez de Irujo al bautizo de la pequeña, pospuesto de momento por la Covid. Y el duque de Arjona ha aceptado encantado. Al jinete y aristócrata se le nota optimista. Tras diez operaciones por sus problemas intestinales y la grave caída que sufrió en febrero durante una competición, ahora disfruta de buena salud. También parece que ha dejado atrás sus problemas económicos tras vender en julio a su hermano Carlos su participación en la empresa de los productos «gourmet» de la Casa de Alba. Le ilusiona vivir del campo y continuar en la competición hípica. Va a iniciar nuevos proyectos y disfruta más que nunca de una trabajada estabilidad emocional.
–Con su historial médico, pregunta obligada: ¿cómo está de salud?
–Francamente bien, de salud, de moral y de todo. Sin duda soy un resiliente enorme. Cuando volví a la competición, en mayo, durante el primer concurso pasé mucho miedo; en el segundo, ya vencido el miedo, lo que tenía era una gran angustia. Pero en el tercer fin de semana empecé a saltar más libremente. Para ello tuve que superar estos dos trances tan duros, en los que me pasaron muchas cosas por la cabeza. Tenía que luchar contra esos pensamientos que me invadían incluso momentos antes de empezar el recorrido. Han tenido que pasar cinco o seis competiciones para volver a sentirme realmente suelto y que se me fuera de la cabeza el golpazo tan grande que me di.
–Parece que ha trabajado mucho sus emociones…
–Es que lo necesitaba. He estado en centros muy buenos. Por ejemplo, al que acudí en Estados Unidos, cuando me sentía tan mal, era el mejor del mundo en el tratamiento de traumas infantiles. Ahí hice un aprendizaje enorme de cómo funcionan las emociones, de cómo se trabajan desde la infancia y la adolescencia, que son las etapas más importantes. También durante dos años me sometí a la técnicas de audición de la Cienciología. He recurrido a cualquier cosa que me pudiera ayudar a aceptarme como ser humano y a liberarme de mis problemas internos. Incluso trabajé con un sofrólogo durante dos o tres años, antes de las Olimpiadas de Barcelona, que me enseñó muy bien a gestionar la presión de la competición. Tengo un aprendizaje muy grande y muy amplio que aplico a mi vida diaria.
–Pasó el confinamiento en su finca sevillana de Las Arroyuelas. ¿Se quedará allí?
–Básicamente, sí. En la finca hay instalaciones suficientes para tener los caballos y, sobre todo, porque la agricultura me ha salvado económicamente del desastre y me ha permitido sobrevivir manteniendo la cantidad de salarios que tengo que pagar: entre 45.000 y 50.000 euros mensuales. Gracias a Dios todo el personal ha seguido trabajando, sin ERTES ni nada. Son muchas familias y gracias a la agricultura he podido mantener sus puestos de trabajo y hacer frente a mis gastos generales, que son muy grandes. Invertí mucho en la agricultura, creí en ella, y ahora me ha salvado. Por eso paso bastante más tiempo allí que en Madrid. Según cómo vayan desarrollándose los acontecimientos, ya veré dónde me quedo.
–Bien de salud y de dinero. ¿Qué más se puede pedir?
–No diría yo tanto. No estoy en un buen momento económico. Estoy haciendo malabares, como todo el mundo. Pero soy plenamente consciente de que en este país hay gente que lo está pasando realmente mal y que muchísimos están bastante peor que yo. Y como tengo empatía, pienso mucho en los demás y en el sufrimiento de todos. Si pudiese, ayudaría a todo el mundo. Trato de hacerlo en la medida de lo posible. Repito, la agricultura me ha permitido sobrevivir, con muchos estragos, pero sobrevivir. Ahora estoy intentando generar algún otro ingreso.
–Entre ellos abrir parte de su finca de Sevilla al turismo de lujo, ¿no es así?
–Sí, en Las Arroyuelas hay un cortijo del siglo XV que he restaurado. Era una parada de diligencias, una posada para el cambio de caballos en el recorrido entre Écija y Sevilla, y llevo ya cuatro años trabajando en eso. No va a ser un hotel, pero espero que sea otra fuente de ingresos. Ahora mismo estoy ultimando los preparativos, aunque aún no hay fecha de inauguración.
–Estos días se cumplen dos fechas muy especiales. Hace 15 años, el 15 de octubre, contraía matrimonio con Genoveva Casanova…
–¿El 15 de octubre era? Pues no me acordaba… Para mí fue una boda muy bonita y sentida, y encima en Dueñas. Qué maravilla de boda... Pero lo más bonito es que mis dos hijos asistieron al enlace. Ellos están muy bien, concentrados en sus estudios. Estoy muy orgulloso.
–La otra fecha es el 17 de octubre, el día de 1878 en que nacía su abuelo, el duque de Alba Jacobo Fitz-James Stuart. ¿Qué diría si viera cómo es la Casa de Alba del siglo XXI?
–Lo primero que pensaría mi abuelo es: ¿cómo es posible que yo haya reconstruido un palacio de la dimensión y las características de Liria, que para ello haya dejado sin fortuna a la Casa de Alba, y que después de la muerte de mi hija se haya convertido en un museo? De la familia no voy a hablar. Solo voy a decir que yo, por supuesto, voy a ir al bautizo de la pequeña Rosario porque me han invitado, con todo el afecto, su padre, que es mi sobrino Fernando, y mi hermano Carlos. Seguro que antes del bautizo me sentaré con Carlos para tener una conversación a fondo y no cabe duda de que se van a arreglar las cosas entre él y yo. Lo aclararemos todo y a pasar página.
–Hace un año se publicó su libro «De Cayetana a Cayetano». ¿Se arrepiente de haberlo escrito?
–Nooo… El libro ha sido excepcional. Para mí fue fundamental. Es un gran libro y todo el mundo me ha hablado bien de él. Todavía me siguen diciendo cosas, todavía lo siguen comprando y todavía lo siguen leyendo. Se han vendido ya 50.000 ejemplares, va por la séptima edición. ¿Qué más quiero?
–¿Quizá haber eludido los sinsabores que trajo consigo? Lo que nos lleva otra vez a su familia…
–Que no, que el libro no cambió nada. La gente ha dicho que el distanciamiento es consecuencia del libro, pero no tienen razón. La realidad es que cualquier cosa que yo haga influye y «De Cayetana a Cayetano» fue solo una excusa. ¿Sabe lo que les pasa a mis hermanos? Que lo suyo es un problema emocional. Yo he sido el escogido por mi madre, uno de los más queridos, he sido el valorado y, además, recompensado con un título. Ese es el precio que he pagado. Y como yo sé mucho de problemas emocionales por lo que he dicho, sé bien que o se tratan o son muy difíciles de arreglar. Ese es el origen de todo, por eso yo no culpo a nadie. El único que no tiene problemas emocionales es Carlos y por eso lo quiere aclarar conmigo. Él está en otra perspectiva.
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