Actualidad
A ver qué maestros elige Durán Lleida para enseñar en su academia
Rosa Díez ha escrito un libro bravo y breve, «La demolición», en el que dice: «Estamos gobernados por un golfo». Y Raúl del Pozo respondió en su día: «Qué más quisiéramos». Interpreto que mi colega quiso decir que él prefiere un golfo a lo que hay. Yo también. Además, los que hemos vivido la golfería con frenesí, preferimos que el concepto no se enturbie por la intromisión de tontos con balcones a la calle, que diría Antonio Burgos. Qué gran cuestión para Tezanos: ¿Prefiere ser gobernado por un golfo o por un inepto? A la vista de la conjura de los necios, Durán Lleida ha decidido poner en marcha en Barcelona una academia para formar líderes. Dicen que la auténtica cuarta ola es la marcada por el virus de la indiferencia: el personal, abatido por la confusión, la sobreinformación y el fatalismo, desconecta de casi todo y cae, insensibilizado, en el cansancio, en la apatía. Hacen falta líderes capaces de curar a la peña de la fatiga pandémica provocada por la alegre repetición de errores. Decía Cayetana Álvarez de Toledo del PP: «Reincidimos en un viejo error y creo que lo mínimo que se le puede reclamar a un líder es que cometa errores nuevos». Pero, ¿para qué inventar errores nuevos si con la insistencia en los viejos tienen al personal a sus pies? Bueno sería que a los futuros líderes de esa academia les hablara, por ejemplo, Joaquín Leguina, que acaba de publicar un libro («Pedro Sánchez, historia de una ambición». Espasa) en el que enumera los destrozos del dueño del PSOE. Pero si se quiere formar a líderes para este tiempo, Pedro Sánchez podría aleccionar sobre cómo lograr que su culo, cantado por Boris Izaguirre, sea un paradigma político. Pablo Iglesias, de cómo enseñar marxismo a las universitarias en el baño de los bares. Irene Montero, de cómo transformar «Sálvame» en el Tribunal Supremo. Yolanda Díaz, de cómo decir en Europa que no se va a tocar la Reforma Laboral y en España, todo lo contrario. Jordi Pujol, de cómo se consigue pasar de chorizo a víctima de la guerra contra el «procés» con algunos hijos traviesos. Y Puigdemont, claro, de cómo acabar con la Guardia Civil y la Policía Nacional dejándolos sin vacunar. Éxito garantizado.
✕
Accede a tu cuenta para comentar