Casa Real
Los 40 años de la Copa del Rey de Vela, siempre ligada a la Familia Real
Felipe VI continúa, de manera más institucional, con la tradición de participar que impulsó su padre
No será este agosto un agosto corriente en el Real Club Náutico de Palma (RCNP). La regata Copa del Rey MAPFRE, referente de la vela europea, alcanza los cuarenta años, un aniversario que se celebrará con mimo, muchos detalles e ilusiones renovadas. Pero también con recuerdos, algo de nostalgia e incertidumbre por el futuro. Hablar de la Copa del Rey es hablar de la Familia Real española y, sobre todo, de la figura de Don Juan Carlos, el gran impulsor de la competición. Ya lo resumió en su día una frase dicha por el que fuera presidente del Club Náutico de Palma, Javier Sanz: «Mallorca y esta regata les debe mucho (a los reyes); es el origen de nuestro prestigio».
Fue en el año 1982 cuando en aguas de la bahía de la capital balear se iniciaba la primera edición de una regata que nacía integrada dentro del Campeonato Internacional del Mediterráneo; en esos primeros días ya participó el Rey. «Es importante recordar que Don Juan Carlos era un amante del mundo náutico desde bien pequeño y que cuando venía a Mallorca, siendo aún Príncipe de España, eran él y Doña Sofía asiduos a la vela», recuerda Jaime Carbonell, gerente del Club Náutico de Palma. De hecho, antes de que una regata de prestigio llevara su nombre, había otra, el Trofeo Princesa Sofía, vigente desde 1968. «En esos primeros tiempos –continúa Carbonell– tuvimos embajadores internacionales de la competición de mucho prestigio, pero sin duda, la Casa Real fue clave», asegura. «Ha habido ediciones en las que han participado el Rey Juan Carlos, el entonces príncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina. Su apoyo ha sido y sigue siendo fundamental», subraya en una entrevista recogida por la revista del club, Jorge Forteza, comodoro actual del RCNP.
Es bien conocida que la pasión del Rey Juan Carlos por el mar la heredó de su padre. Don Juan de Borbón se aficionó durante sus veranos en el Palacio de la Magdalena, regalo del pueblo Santander a su madre, la reina Victoria Eugenia, y transmitió esa afición a don Juan Carlos y éste, a don Felipe. Una afición que también trajo las amistades más importantes de su vida, como la del barcelonés José Cusí: fue en Mallorca donde se fraguó un matrimonio náutico que perdura hasta hoy. Unieron sus fuerzas compitiendo con el Bribón donde el emérito ejercía de patrón y Cusí de armador y tripulante: lograron ganar la competición en seis ocasiones y propiciaron, junto a Pedro Campos, el otro gran fiel amigo e incondicional de Juan Carlos, la imagen más icónica de la regata palmesana: «Tuvo lugar en 1993. Al llegar a las instalaciones del club, la tripulación ganadora solía lanzarse a la piscina para celebrar el triunfo. Y ese año había ganado el Bribón pero claro, a ver quién se atrevía a tirar al Rey al agua», dice Carbonell. Se atrevió Campos, que cayó junto con el monarca al agua.
Con el tiempo, el número de armadores interesados en participar en la competición se fue incrementando, llegando a contar con presencia de otros regatistas de casas reales europeas como la Noruega, con el rey Harald a la cabeza; o la griega, con Constantino de Grecia. Más reciente también fue la participación de un miembro de la Casa Monegasca, con Pierre Casiraghi a bordo de uno de los catamaranes más rápidos del mundo. Y toda esa presencia monárquica se traducía también en repercusión social: Carolina Hererra, Mar Flores, Judith Mascó… modelos, diseñadores, empresarios y personajes del papel couché eran visitantes asiduos que el público se podía encontrar por los pantalanes del Club durante las regatas. Este factor «social» al que también contribuyó Enrique Puig, fallecido en 2008 y quien fuese consejero delegado de Puig, firma de perfumería que patrocinó la Copa del Rey desde 1984. «Si no estuvieran el Rey y sus hijos no habría regata. Ellos le han dado un impulso enorme y, para la gente, es muy atractivo competir con ellos».
No hay verano sin regatas
Si para Don Juan Carlos y Doña Sofía no había verano sin regatas, y aprovechaban sus vacaciones estivales para pasar horas en el restaurante del RCNP, con tripulaciones y amigos, la relación de Felipe VI y su familia con la competición es completamente diferente, más institucional y menos relajada.
Aunque el actual Rey debutaba de manera oficial como monarca en la regata de 2014, su participación en ella se remonta a sus años como heredero. Tenía 16 años y en la tercera edición de la Copa se subía como tripulante del Sirius II, embarcación de la Armada. En 1987 llegaba su primera presencia en el Aifos, con Juan Carlos Rodríguez Toubes, y de 2001 a 2010 fue el patrón del CAM, que ganó la Copa en 2005, precisamente en el año en el que tuvo lugar una de sus contadas ausencias en la Copa: se quedaba en Marivent junto a la Reina, quien estaba en las últimas semanas del embarazo de su primera hija, la Princesa Leonor. Esa ausencia y algunas situaciones inusuales que se han vivido en años siguientes son los causantes de la incertidumbre de estos tiempos. Es bien conocido que tanto a la Reina como a la Princesa y a la Infanta Sofía, la vela no es un deporte que les guste; de hecho, son las únicas nietas de los Eméritos que no han realizado el curso de vela en el Club Náutico de Calanova, algo que sí han hecho el resto de primos. «La fuerza de la Copa del Rey de Vela MAPFRE no se perderá cuando Felipe VI deje de competir. Estamos preparados para seguir siendo una de las regatas más atractivas del mundo, aún sin los Reyes», asegura Carbonell. Lo que sí es seguro a día de hoy es que el Aifos ya está poniéndose a punto en la base de Porto Pi, y que está inscrito en la 40 edición de la regata. Lo que es también un hecho es que Don Juan Carlos no ha vuelto a navegar en la Copa del Re. Eso sí , la sigue vía streaming.
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