Club histórico
Alerta: El Real Club Náutico de Palma, en peligro
La entidad que representa al club se encuentra en un proceso jurídico enrevesado que puede llegar a complicar su propia supervivencia
El verano para la Familia Real comenzaba con la llegada de sus miembros de una manera escalonada a Palma. Se abría Marivent y desde ese día la Jefatura del Estado trasladaba su residencia a este palacio. El departamento de Comunicación insistía a los periodistas en este sentido y remarcaban la palabra «traslado» para señalar que no eran vacaciones completas. De ahí que se recibiera en Marivent a las autoridades isleñas, a personalidades internacionales y al Gobierno. Lo que nunca se adornaron fueron las regatas que formaban parte de la vida deportiva y social de Don Juan Carlos y Doña Sofía, sus hijos, los primos griegos y el rey Harald de Noruega, que a pesar de sus años ha sido regatista fijo desde hace más de cuatro décadas en la isla.
La competición más vistosa
Y, si no hubiera sido por la pandemia, el verano pasado también habría acudido a Mallorca como lo hacía siempre. Y lo mismo el Rey Felipe, para quien, desde que se inició a los siete años en los cursos de vela en Calanova con sus hermanas y primos, navegar ha sido una de sus pasiones y que curiosamente no ha transmitido a sus hijas. El centro neurálgico durante todos estos años era el Club Náutico, de donde salían las tripulaciones que participaban en la Copa del Rey, la competición más vistosa y reputada en todos los aspectos. Por un lado, en el apartado social; por otro, el deportivo, y el tercer punto se refiere a las inversiones para la ciudad. La Copa del Rey tiene un impacto en la economía balear de cerca de ochenta millones de euros. De ahí la importancia de su visibilidad mundial. Y este año, si no hay complicaciones debidas a la pandemia, se celebrará la 39 edición.
Don Felipe, como en años anteriores, formará parte de la competición y compartirá con la tripulación en la terraza del club el pincho de tortilla previo y un gin tonic de vuelta a puerto. Una de las cosas que más le podía gustar al Rey Emérito en los tiempos de bonanza familiar era bajar de Marivent con su hijo hasta el recinto y pedir ambos café y tostadas con tomate y aceite antes de embarcar. De regreso, dependía de la clasificación. Don Juan Carlos ha sido muy competitivo y si el día no le había ido bien, no compartía ni cerveza ni whisky. Se marchaba desde el pantalán y se reunía con su grupo de amigos, que estaba compuesto por el escritor y aristócrata José Luis deVillalonga, el príncipe Zourab Tchokotua y Marta Gayá, en Flanigan, el local de Miguel Arias en Calviá. Una de las aficiones que compartía la dama mallorquina con Don Juan Carlos era salir a navegar.
El Club Náutico era y sigue siendo el centro neurálgico durante los meses de verano y también en invierno. Ahora la entidad que representa al club, que cuenta con dos mil socios y acoge a más de cuatrocientas embarcaciones, se encuentra en un proceso jurídico enrevesado que puede llegar a complicar la propia supervivencia del club.
Las declaraciones del gerente, Jaume Carbonell, al «Diario de Mallorca» fueron el primer toque de alarma. «Hay un cambio de criterio en Puerto del Estado relativo a la concesión que pone en peligro la propia supervivencia del Real Club Naútico de Palma». El problema ha surgido con unos informes de la abogacía del Estado que contradice otros ya existentes y que, según Carbonell, «va en contra de todas las renovaciones de la concesión producida desde el año de la fundación en 1948, la última en 1992, todas ellas con el consiguiente aumento del canon, las tasas y los impuestos».
El conflicto de intereses es difícil de entender para los legos en este tipo de relaciones contractuales. El «propietario» es en última instancia el Ministerio de Transporte y Movilidad, que es del que depende también la Autoridad Portuaria de Baleares. Este ha sido el organismo que encargó el informe para cambiar los criterios que funcionaban hasta ahora. El documento que han presentado la abogacía del Estado Balear alude a «la naturaleza jurídica del título otorgado al Real Club Náutico de Palma es un contrato de gestión de servicios públicos y no una concesión, lo que impediría la renovación de la misma o cualquier prórroga a partir de diciembre de 2022».
Una conclusión con la que no están de acuerdo los responsables de la Entidad, que han convocado una Asamblea General para explicar a los socios la complicada situación que compromete el futuro de uno de los clubes más emblemáticos de España. Aunque su fama traspasa nuestras fronteras. Está considerado por «Boot Exclusive» como una de las diez mejores entidades náuticas del mundo, tanto por su gestión económica como por las actividades que ha desarrollado a lo largo del tiempo.
Su origen data de 1891
José Luis Miro, responsable de Prensa, explica que es «un tema muy farrangoso. No tenemos ni idea de la razón que ha producido este cambio de pautas, pero tenemos derecho a defendernos y así lo haremos. Estamos hablando de un club histórico que tiene su origen en 1891 y con una repercusión en Palma muy importante. No solo por la Copa del Rey, que puede ser que sea lo que tenga más altavoz, pero esta regata dura ocho días. El club tiene treinta más, doscientos deportistas, una escuela de vela para niños y una responsabilidad corporativa importante promocionando el deporte inclusivo, la vela adaptada, y todo esto no se puede poner en juego». Hasta que no haya una resolución, el club seguirá formando parte del histórico (y sentimental) de vida de la Familia Real.
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