Arte

Margarita II, reina entre pinceles, ahora a subasta

La venta de una de sus abstracciones abre el debate sobre si su obra debe tasarse como reina o por su talento artístico

La reina Margarita de Dinamarca toma una drástica decisión tras la polémica con el príncipe Federico
La reina Margarita de Dinamarca toma una drástica decisión tras la polémica con el príncipe FedericoGtres

Intelectual, feminista, fumadora empedernida, ilustradora, pintora, coreógrafa, inquieta y quién sabe cuántas cosas más han hecho de Margarita II de Dinamarca una monarca singular. Y a pesar de dejar atrás uno de los reinados más longevos de la historia de su país, su retiro podría servir para que termine de desatar esa personalidad encantadoramente bohemia que le podría valer un puesto destacado en el mundo del arte.

Aprovechando su popularidad y el cariño que le profesa el pueblo danés, el próximo mes de marzo uno de sus cuadros, un óleo sobre lienzo de 70x70, saldrá a subasta. Según avanzan los críticos de arte del país, su precio podría dispararse, si bien se preguntan si su valor responderá realmente a su talento o a la locura que ha despertado su abdicación. Esta será la gran duda de Brunn Rasmussen, la casa de subastas fundada en 1948, una de las más antiguas del país, a la hora de tasar.

La pintura es una «abstracción de tonos fríos y cálidos, casi impresionista», según describe el director del departamento de arte contemporáneo de la casa de subastas Niels Boe-Hauggaard. Fue un regalo de la reina al ex mariscal Hans Sølvhøj a finales de la década de 1980 y es la primera vez que sale al mercado. Su precio, estimado entre 10.000 y 15.000 euros, es bastante más alto que el conseguido por otros artistas vivos.

Esta tasación estaría justificada si se tiene en cuenta que es una de las escasas obras de la artista con la que se podrá comerciar. «Es algo raro», precisa Niels Boe-Hauggaard. La reina danesa ha dejado siempre claro que su producción artística no tiene fines lucrativos. Ofrece regularmente sus creaciones a instituciones o personas cercanas a la Corte, pero siempre con el acuerdo tácito de que no serán puestas a la venta.

Brunn Rasmussen tiene, sin embargo, el privilegio de contar con estas escasas ocasiones en las que una pintura de la reina puede acabar en manos de quien más alto puje por ella. En 2021 subastó dos acuarelas que Margarita II había regalado al historiador de arte Erk Fischer en 1978 con la firma, en su parte trasera, de su pseudónimo Ingahild Grathemer. Su precio fue cuatro veces superior al de partida. En una aparecía un paisaje de marismas con el cielo cubierto, que salió por 1.300 euros y por la que el nuevo propietario pagó 5.600 euros. La casa Lauritz, hoy cerrada, vendió en 2007 y 2011 otros dos cuadros por 35.000 y 13.000 euros respectivamente.

Margarita ha mostrado su arte en varios museos. En 2003, su colección «El alma del paisaje» pudo verse en el Brandts Klaedefabrik de Odense. En 2012, expuso en el museo de arte moderno de Dinamarca con 135 pinturas centradas en paisajes y naturaleza, su inspiración desde pequeña. Autodidacta y fiel a su alma libre, su creación no se puede vincular a ningún movimiento o escuela pictórica. Ha conseguido un sello muy personal con abstracciones e impresiones cuya nota más distintiva es el dominio de los colores, una seña que traslada habitualmente a su forma de vestir. Es posible que a partir de ahora empecemos a descubrir nuevos detalles de la personalidad de esta artista que durante décadas se ocultó bajo el pseudónimo Ingahild Grathmer, presente en ilustraciones de «El señor de los anillos». Con él dio rienda suelta a sus habilidades para el dibujo y la pintura, especialmente acuarelas, y a esa fascinación que sentía por la literatura fantástica. Es difícil desligar a la artista de la soberana, pero esto no la empequeñece como creadora.

Heredera y artista, un doble destino trazado al nacer

Su padre, Frederik IX, amante de la música, hizo sus pinitos como director de orquesta. También su madre, Ingrid, era una gran esteta. La infancia de Margarita transcurrió entre disfraces, música y bailes. Aunque su precoz ascenso al rango de heredera contuvo su deseo de expresión artística, a hurtadillas nunca dejó de pintar.