Aniversario
Claudia Schiffer: los 55 años de la modelo que marcó una hito en la pasarela
Su peso y autoridad difícilmente serían reproducibles en la era digital
Fue la elegida de Karl Lagerfeld como musa de Chanel y con un único consejo –«No lo pienses, simplemente camina como tú sabes»–, Claudia Schiffer inauguró la era de las supermodelos en los años noventa. Con elegante y sensual feminidad, consiguió que el público mirase también a la mujer que, envuelta en seda, gasa o terciopelo, desfilaba sobre la pasarela. Elevó la alta costura y el prestigio de las casas que la contrataban: Versace, Valentino o Dolce & Gabbana, cumpliendo para ellas la promesa de tocar el cielo.
Icono mundial
Hoy celebra sus 55 años con mil portadas de revistas en su haber y un ideal de sofisticación que sigue inspirando a diseñadores, fotógrafos y modelos. Han llegado muchas más, incluidas las maniquíes recién llegadas de la inteligencia artificial con un inquietante canon de perfección inalcanzable. Pero nadie le arrebata a Schiffer su categoría de icono. Su porte trasciende culturas, años y ciclos de la moda.
Nacida en un pequeño pueblo de Alemania, su sueño adolescente de convertirse en abogada se desvaneció cuando apareció en la campaña de Guess de 1989. Arrasó con su glamurosa imagen rubia y, a los 21 años, era ya la modelo mejor pagada del mundo.
Su carrera trasciende más allá de las pasarelas
Con el tiempo, se sobrepuso a su condición de musa y decidió seguir su instinto, aceptando únicamente proyectos suficientemente interesantes y con personas que le infundían respeto. Desarrolló, además, una destreza en los negocios que le permitió expandir su carrera al mundo editorial, artístico y empresarial. Schiffer vive hoy entre Suffolk y Oxfordshire con su esposo, el cineasta Matthew Vaughn, padre de sus tres hijos: Cosima, Caspar y Clementine.
Formó parte de las llamadas «The Big Six», con Cindy Crawford, Naomi Campbell, Linda Evangelista, Christy Turlington y Kate Moss. Junto a ellas, Schiffer marcó un hito al acoger a los fotógrafos como fuerza impulsora de esa cultura visual de campañas publicitarias multimillonarias, portadas de revistas y desfiles a los que acudían las grandes celebridades. Ellas también lo eran y redefinieron el concepto de modelo, aupándolo a estatus de icono pop. Vivieron el fin del proceso creativo analógico de Polaroids, cuartos oscuros y teléfonos fijos. Schiffer atraía multitudes y desataba la locura allá donde iba. Antes del desfile, tenían que abrirle paso para poder llegar hasta el coche y agujereaban las carpas para conseguir una foto. Sin embargo, en esa era predigital pudo gozar de privacidad, desconectar y vivir sin la presión actual de las redes sociales. Fue precursora influencer, aunque con un peso y una autoridad que difícilmente podrían reproducirse hoy en la era digital.