Paternidad
“Los cordobeses”: Manuel Benítez quiere ejercer ahora de padre de Manuel Díaz
Después de toda una vida separados, y tras una prueba de paternidad, el veterano torero le tiende una mano a su hijo
El 15 de abril de 2016 Manuel Benítez se convertía en padre biológico de Manuel Díaz. Una prueba de ADN así lo demostraba. Cuarenta y siete años tuvo que espera a que El Cordobés tuviera un gesto, un acercamiento o una palabra que propiciara ese encuentro filial. Durante todo ese tiempo, el torero dio la callada por respuesta y no hubo manera de que amistades comunes del mundo taurino y figuras del toreo intentaran mediar en esa situación tan injusta. La respuesta era siempre la misma. Un no rotundo.
La relación fraternal fue el inicio entre ambos toreros para recomponer el puzzle vital de todos ellos. Manuel Díaz me contaba cómo recibió por fin un reconocimiento biológico, que era del dominio público en el mundo taurino: «Lo que tengo es una sensación de tranquilidad y estoy feliz conmigo mismo, pero a la vez me encuentro raro. De la noche a la mañana una verdad tan grande que era ser hijo de Manuel Benítez es una realidad».
Reencuentro
Ahora, con las declaraciones de El Cordobés que quiere por fin un encuentro con el hijo aunque sea telefónicamente, la historia afectiva toma otro rumbo. El torero que fue portada de revistas internacionales y con calle en la ciudad de Las Vegas, presentó su fundación y fue entonces cuando dio la campanada. Esta dispuesto a reencontrase con su hijo reconocido por ley cincuenta y tres años después. Han sido unas declaraciones inesperadas que abren la puerta a ese abrazo tan esperado por los que quieren a ambos: «Todo llega. Desde aquí le mando un saludo. Le tengo mucho cariño y todo poquito a poco. Le he dado mi teléfono y que me llame cuando quiera. Yo también intentaré mantener una conversación con él». Estas eran sus palabras que Manuel Díaz ha recibido con sorpresa.
Los que le conocen aseguran que si se produce será en la intimidad porque nunca ha necesitado publicidades colaterales ajenas a su mundo profesional. Ha sido y es un hombre muy querido por la prensa, «Manuel es el hijo que todo padre querría. Es bueno, generoso, buen compañero, con una dedicación a toda su familia impresionante y que no necesita el dinero ni el patrimonio de El Cordobés porque él tiene mucho más. Nunca hemos entendido la negativa de El Cordobés a negarle el abrazo», contaba Elia Rodríguez, presentadora del programa «Es Toro» en Es Radio.
Manuel Díaz supo desde muy pequeño lo que había sucedido entre su madre y el torero. Fue la propia María Dolores González quien le explicó al hijo los tiempos de esa relación, que terminó cuando ella se quedó embarazada. A partir de ese momento, Manuel Benítez desapareció de su vida y nunca más volvió a mantener ningún contacto con ellos. Lo llamativo de la historia fue que ese hijo no reconocido ha sido su fotocopia tanto físicamente como a la hora de triunfar en la profesión.
Los que han conocido la historia de El Cordobés desde sus inicios, pronto pusieron nombre a ese desafecto filial. Verdad o leyenda culpaban a Martina Fraysse de ser la responsable de no facilitar la relación entre el pequeño Manuel y su padre. Más si cabe cuando ella también se había quedado embarazada en una situación muy parecida a la de María Dolores González, la doncella a la que sedujo el torero. La diferencia la marcaba los orígenes. Martina había nacido en Biarritz y provenía de una familia burguesa y liberal que no tuvo problemas existenciales por quedarse embarazada. «La pantera», que así se la conocía en el ambiente taurino por sus espectaculares ojos verde azules, lo era también en carácter. Si había abandonado estudios, país y un mundo intelectual muy diferente al que le ofrecía su novio, también él debía comprometerse y empezar desde cero como así hizo. Decían que se había doblegado a los requerimientos de su «pantera», que no permitía que nadie desestabilizara su familia. Se llegó a decir que le amenazó con un divorcio y llevarse a sus hijos a Francia si admitía la paternidad del niño.
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