Entrevista

Ismael Beiro: “Quiero rodearme de los mejores, como hizo Rockefeller”

Se bate con «Kichi» en las elecciones y sabe, como exconcursante de Gran Hermano, que de nuevo el público decide el ganador

ISMAEL BEIRO PRIMER GANADOR CONCURSANTE DE GRAN HERMANO
ISMAEL BEIRO PRIMER GANADOR CONCURSANTE DE GRAN HERMANOLA RAZONLA RAZON

Ismael Beiro (1974) es el amante más apasionado de la tacita lejana que cantó Carlos Cano, de ese Cai que bebe el sol, «la novia del aire», que dijo José María Pemán, la que levanta el vello e invita a sus calles a que venga la poesía. Todo está cantado en este rinconcito al sur, capaz de medirse con la Habana, igual que hace su Caleta con El Malecón. Él quiere gobernarla con el puntito de locura que sale por carnavales y luego ya no se cura. El ex concursante de Gran Hermano, que acaba de anunciar su candidatura a la alcaldía, habla con arte y escucha con la misma alegría el bullicio de la calle que el cante jondo de Camarón. Le cuesta atemperar su entusiasmo por la tierra, el delirio por el arranque de una campaña a varios meses vista, y nos advierte de que no tiene ninguna otra mancha capital que la gula: «Cuando me siento a la mesa, debería graparme la boca y atarme las manos a la espalda». Con el mismo salero, no hace mucho confesó que estaba a un par de bocadillos de Gérard Depardieu. Si continúa con la gracia, no quedará más remedio que revalidar el tópico de la exageración del andaluz.

No exagera, y LA RAZÓN da fe de ello, si dice que su móvil echa humo. Durante la entrevista le reclaman decenas de medios de comunicación de todas España y de América Latina. Es el mayor de tres hermanos y se crió en el Loreto, un barrio humilde ligado a la aeronáutica que tiene como patrona a la Virgen de Loreto y se ha eternizado a la espera de una mejora que nunca llega. Aprendió con los scouts nociones básicas de supervivencia y el valor del compromiso consigo mismo y con su entorno, aunque la mayor lección se la dio un accidente de moto que le dejó dos meses en coma y dos años en rehabilitación. Desde entonces, se ha convertido en una especie de gurú de vida. Gestiona festivales y es dueño de un bar en la plaza Catedral de su ciudad. En su página web, «la oficial del pisha», se presenta como muy «güena gente».

¿Está preparado para sentirse tan observado como en la casa de Gran Hermano?

Quienes conocen la política ya me han advertido de que me prepare para vivir como en el show de Truman, continuamente observado y juzgado por cómo visto, dónde como o a quién envío un WhatsApp. Me acostumbraré sin sentirme parte de otro «reality show». No voy a perder mi naturalidad ni mi espontaneidad porque tampoco lo hice hace 22 años, como concursante.

Si le menciono a usted su paso por el reality, ¿Lo toma como un sambenito?

Ni sambenito ni descrédito. Estoy orgulloso porque concursé con autenticidad y conforme a mis valores y mi carácter. El público lo valoró y me hizo ganador. A todo aquello debo hoy mi popularidad. Por eso, quiero ser agradecido. La gratitud es el mejor consejo que me dio mi abuela.

Ahora toca trasladar esa popularidad a las urnas. ¿«Kichi» es un adversario fácil?

De nuevo, el público decidirá el ganador. A mí me duele ver una ciudad con el potencial que tiene Cádiz varada, sin la atención y el diálogo que merecen sus empresarios, con destrucción de empleo y problemas que exigen solución urgente.

¿Con qué bazas juega?

El barrio, la calle, la cercanía, mi sensibilidad con la gente. Cualquier situación que se me pueda presentar la he vivido, bien en primera persona o la he tenido cerca. Llevo la realidad gaditana en mi ADN. Tuve mi primera bicicleta ocho años después de pedirla y fue regalo de mi abuelo. Seré un alcalde desde la humildad, pisando la calle, escuchando al ciudadano y dándole oportunidades. Los gaditanos van a ver que la puerta del despacho de su alcalde se mantendrá abierta.

¿Qué cambió quiere ver en Cádiz?

Quiero que recobre el pulso económico, industrial, comercial, social y cultural que merece por su privilegiada situación geográfica y por su idiosincrasia. Puede ganar mucho sin perder nada su esencia.

¿Se puede hacer política sin ideología?

No me presento como político, sino como buen gestor y hombre trabajador que busca el bienestar de los ciudadanos y la prosperidad de una ciudad con mucho potencial para crecer. Me presentaré bajo las siglas AxSí, una coalición que pretende aglutinar políticos locales, movimientos sociales y gaditanos comprometidos y preocupados por Cádiz. Estoy reuniendo a profesionales de diferentes ámbitos para formar equipo y quiero escuchar también a los funcionarios. Mi mayor valor es rodearme de los mejores, igual que Rockefeller, un hombre poderoso y admirado gracias a que supo convencer a quienes mejor le podían ayudar.

¿Tiene algún otro referente en política?

El padre de mi mujer, Francisco Vázquez, militar, un ser humano extraordinario y con un intelecto fuera de lo común, capaz de comentar y citar cualquier pasaje bíblico. Cuando vio a su empresa en apuros, pagó de su bolsillo a una ayudante y consiguió remontar hasta hacerla líder en el mantenimiento de aviones en línea. Tiene mérito.

¿La paternidad ha cambiado su vida?

Mis dos hijos, Aurora, de cinco años, y Rodrigo, de tres, son lo más fantástico que me ha dado la vida. Me imaginé que sería un padre de esos que juegan hasta agotar a sus hijos, pero me voy dando cuenta de que el juguete soy yo y ellos los que se tumban y saltan sobre mí hasta dejarme abatido. A las seis de la mañana ya tengo 25 kilitos de niño sobre mí dando saltitos. Me emociona porque me hace sentir la importancia de disfrutar de la familia y, especialmente, de mi madre, María del Carmen. Cada instante con ella es muy valioso.