Bienes
Alain Delon subasta todo para evitar luchas postmorten
A sus 87 años, el francés ha sacado a subasta su patrimonio. No quiere batallas hereditarias entre sus tres hijos
Dejaría de ser Alain Delon si no le cayera su proverbial mechón de pelo sobre la frente. Es el último gesto de coquetería de quien siempre quiso ser «el mejor, el más guapo, el más fuerte», según ha escrito en el prólogo del libro «Amours et mémoires». A sus 87 años y después de superar dos ictus en 2019, afronta el final de la vida con el mismo descaro con el que la disfrutó. Ahora toca desalojar el desván de esas pertenencias que, intuye, solo traerían quebraderos a sus herederos. Hablamos de alhajas como la colección de arte «60 años de pasión», que acaba de subastar en París. El precio alcanzado, ocho millones de euros, ha superado con creces cualquier estimación.
Según Arnaud Cornette, presidente de la casa de subastas Bonhams Cornette de Saint Cyr, aunque su categoría de leyenda viva del cine ha despertado el interés de coleccionistas de Hong Kong, Nueva York o París, realmente la colección era sublime. «La bahía de Sainte-Adresse», de Raoul Dufy, alcanzó la cifra más alta, más de un millón de euros. Había también obras de Delacroix, Edgar Degas, Matisse, Millet y otros destacados pintores y escultores contemporáneos.
De Nathalie a Belmondo
El eterno galán asume la idea de morir y eso eleva su condición de mito. Lo que le cuesta es resignarse al bastón, a la fealdad de la vejez y, sobre todo, a la pérdida progresiva de su gente. En 2021 falleció su exmujer Nathalie, madre de su primogénito Anthony, a causa de un cáncer fulminante. A principios de año le dedicó unas palabras que publicó el periodista Jean-François Guyot: «Contigo comprendí que la pasión podía ser infinita». Aunque tuvo muchos amores, como la actriz Romy Schneider, ella fue su única esposa y fueron cómplices hasta el final. Le queda Brigitte Bardot. En el libro «Amours e Mémoires» aclara definitivamente que, «por sorprendente que parezca», nunca pasó nada. Son amigos desde hace 65 años. «Hablamos a menudo, un poco como dos viejos idiotas, sobre el pasado o del día en que ya no estemos aquí», dice.
En 2021 murió también Jean Paul Belmondo, su gran amigo y eterno rival como galán, y no ocultó su desgarro a la cadena de noticias CNews: «Voy a intentar aguantar para no hacer lo mismo en cinco horas. No estaría mal que nos fuésemos juntos. Es una parte de mi vida». A pesar de este tipo de expresiones, Delon nunca ha pedido la eutanasia, como se publicó después de que se malinterpretase un texto de su hijo Anthony. Lo que sí le confió es que, en caso de caer en coma, no le gustaría vivir atado a una máquina. Nada más.
El galán se percata del paso del tiempo y, aunque dice que a veces la vida se le vuelve insoportable, apura para dejarla ordenada y con la liquidez suficiente para que los repartos sean sencillos y equitativos. En 2018, en una entrevista con «Paris Match», expresó su intención de irse sin remordimientos. Acababa de asistir a la batalla campal por la herencia tras la muerte de su amigo el rockero Johnny Hallyday y confesó que no le gustaría que algo así se repitiese en su familia: «Lo estoy preparando y quedará resuelto antes de mi muerte, guste o no. Si no lo hiciera, sería terrible, estallaría una guerra entre hermanos y es algo muy triste que jamás quiero que ocurra».
En mayo murió su hijo ilegítimo, Ari Boulogne, y su reacción fue nula, al menos públicamente. La relación con sus otros tres vástagos –Anthony, Anouchka y Alain Fabien– ha sido una montaña rusa de emociones e idas y venidas, pero las aguas están calmadas. Sus ictus sirvieron para despertar a todos. El menor se mudó hace un par de meses al valle de Loira, donde vive Delon, para estar cerca de él. «Hay un momento en el que hay que perdonar, olvidar y avanzar», ha declarado su retoño. Su hija, con la que mantiene especial complicidad, será su albacea a la hora de repartir su patrimonio.
El corazón del actor está abierto y es todo lo que quiere. Ni ventas póstumas, ni disputas, ni horas suplementarias. Su gran pesar es la idea de morir sin cumplir su deseo de rodar una última película a las órdenes de una mujer.
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