Opinión

El diario de Amilibia: ¡Vuelve a los torreznos, Apolo!

"Me hubiera gustado enviarle unos torreznos de Casa Arranz (Soria), que le chiflan. Y un porrón. Porque ahora está aprendiendo a beber en porrón, cuentan"

Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Comparecen el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, María Jesús Montero, Félix Bolaños, Fernando Grande-Marlaska, Oscar Puente. Asisten por el PP Alberto Nuñez Feijoo, Ester Muñoz, Miguel Tellado, por Vox Santiago Abascal, y Gabriel Rufian (ERC), Míriam Nogueras (Junts per Catalunya) y Mertxe Aizpurua por (Bildu) ©
Pedro SánchezAlberto R. Roldán La Razón.

En referencia a la entrega total a la causa Palestina del Apolo de la Moncloa, leo: «Activa a sus bases, compromete a su izquierda y monopoliza la parrilla informativa, pero sobre todo intenta recuperar fortaleza moral». Lo dice Joaquín Manso, director de «El Mundo». Hombre, la fortaleza moral está bien, es el uniforme que ansía incluso Ábalos, pero las madres sanchistas, casi como madres judías, le susurran al Apolo cuando se acerca al pueblo lo que el blindaje permite: hijo, tienes que ganar peso. Se refieren al peso corporal, claro. Recuerdo ahora el viejo chiste de la madre judía que ve llegar a su hijo ensangrentado, gritando «me muero, mamá», y ella dice: «Bien, hijo, pero ¿has cenado?». Ahora que el Apolo ha trasladado la guerra de Gaza a las plazas de España como un mago de la geopolítica e impone a diestra y siniestra la marca blanca «genocida», le aconsejan que engorde un poco y abandone la moda draculina.

Las madres sanchistas son insaciables. Le piden casi de rodillas, como a un Cristo exánime, que vuelva al chuletón al punto y al cocido, porque las alegres divorciadas neoyorquinas ya no le piropean cuando aparece en sus teles. Antaño, luego lo llamaban Superman y «hot dog» (Pedrito/perrito caliente) en las redes. Ahora ven la salchicha sin chicha. Y si no fuera porque se han vuelto casi monárquicas desde que se conoció la afición de la Reina al tocinero manjar, también le pedirían que volviera a los torreznos. Por cierto: doña Letizia acaba de cumplir 53 años y se me ha pasado. Cosas de la edad. Me hubiera gustado enviarle unos torreznos de Casa Arranz (Soria), que le chiflan. Y un porrón. Porque ahora está aprendiendo a beber en porrón, cuentan. Me encanta ese estilo real de acercamiento al pueblo. Torreznos y porrón, Apolo.