
Ficción
Francisco Ortiz Bismarck destapa los años locos de su padre
El voraz desenfreno del marido de Gunilla y sus tres míticos amigos, en una serie

«Hubo un tiempo en que la noche ardía con los Chorys». Así arranca la serie con la que Francisco Ortiz, hijo de Luis Ortiz y Gunilla von Bismarck, rinde homenaje a su padre, un año después de su muerte por cáncer de próstata a los 74 años. El biopic, presentado en el South Festival de Cádiz, comienza con una frase-epitafio: «A mí lo que más me ha gustado en esta vida es haber sido un Chory». Luis Ortiz fue hijo de Paco «El Tijeras», censor del régimen en TVE. «Mi abuelo, después de hacer sus labores de censor, por las tardes revisaba los guiones y vestuario de la tele pública. Mi padre creció en ese ambiente», recuerda Francisco. «Él siempre soñó con ser director de cine. Cuando mi madre cumplió cincuenta años, le regaló una película casera que rodó para ella. Mi padre estaba loco por hacer un film de verdad. Se disfrazaba de Groucho Marx y se grababa. Siempre llevaba una cámara encima». La serie muestra ese lado íntimo y auténtico: «Hemos acertado, porque se les ve desde dentro, no las imágenes típicas de fiestas. Ellos en su intimidad».
Sus hazañas, a la pequeña pantalla
Han pasado 55 años desde que Yeyo Llagostera juntara a Antonio Arribas, Luis Ortiz y Jorge Morán, y juntos conquistaran las noches de Marbella. Dilapidando un legado de 1.000 millones de pesetas –unos 60 millones de euros al cambio actual– que les dio para vivir a todo trapo: 14 vueltas al mundo, apuestas al rojo en casinos, inversión en negocios ruinosos y bailes hasta el amanecer con Liza Minnelli, Brigitte Bardot, Cristina Onassis, Sean Connery o Lola Flores. Ellos fueron los reyes de la fiesta. Una fiesta continua. Se hacían llamar «Los Chorys» y su hazaña llega a la pantalla en una docuserie que se ha presentado este martes en el South International Series Festival que se celebra en Cádiz. Hoy, Yeyo, el único superviviente del grupo, cumplió 84 años y desfiló por la alfombra roja en Cádiz como un chaval. Luis y Yeyo se conocieron en el colegio Claret de Sevilla. «Con el lema de los mosqueteros, ‘¡Todos para uno y uno para todos!’, se fundieron el capital dando la vuelta al mundo», recuerda Francisco. Las primeras paradas: Nueva York, San Francisco, Bangkok, Londres, Nueva Delhi, Honolulu… No nos gastamos todo el dinero. Nos duró 20 años más», se escucha en la serie. Francisco precisa: «La manera de vivir que tenían era inconcebible. Hacían reír a todo el mundo. ¡Y sin hacer daño a nadie!». Dieron 14 vueltas al mundo, abrieron el club de playa Rodeo Beach, ocho discotecas y el restaurante PJ en Puerto Banús. En uno de los capítulos, Yeyo confiesa: «Éramos los perseguidos de los padres de las niñas pijas. Nos colábamos en las fiestas y nos poníamos moraos». Francisco añade: «Se bebieron todo y se fundieron aún más millones. Cuando mi padre conoció a mi madre y ella le dijo que sí, no se lo creía. Pero es que cualquiera se habría rendido ante un tío tan salao».

En los episodios aparece también Miguel Ríos, quien junto a Luis recuerda la irrupción de las drogas: «Había una pastillita que se llamaba LSD… ay, ay», y Gunilla puntualiza que fue precisamente el ácido lo que motivó su separación: «El ácido a mí se me ha quedado para toda la vida», decía Luis». Comprender la Marbella de ahora desde los ojos de ayer es todo un ejercicio», reflexiona Francisco. «En los ochenta fui al cumpleaños de Kashogui: elefantes, jeques, y mi padre metiéndose una maceta en el bolsillo mientras todos se partían de risa. De los Chorys, el que más me marcó fue Yeyo».
Un año de su muerte
Luis fue homenajeado el pasado 18 de septiembre en Sevilla. «Está siendo muy duro. Sigo teniendo el teléfono de mi padre en favoritos y todavía le mando un mensaje cuando mete un gol el Madrid». Francisco se queda con la alegría de vivir que transmitía su padre: «Mis amigos me preguntaban si venía mi padre, ¡porque se lo pasaban mejor con él que conmigo!». A mis hijos, Luis y Fran: «Les digo que imiten a su abuelo en lo que concierne a la felicidad… que se aparten de lo malo y se acerquen a lo bueno».
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