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Separación

Los Javis: El arte de vivir un duelo amoroso como una tragedia colectiva

Analizamos con precisión sociológica la separación de Ambrossi y Calvo. Su dolor sirve de catarsis a una generación

Javier Calvo y Javier Ambrossi Gtres

La ruptura de los Javis nos toca la fibra. Con tal pasión hemos abrazado su hecatombe sentimental, que incluso el hallazgo genético que atribuye un micropene a Hitler nos deja tibios. El amor de Javi al cuadrado [[LINK:INTERNO|||Article|||69147992deca8b0007aca791|||–Calvo y Ambrossi]]– funcionó durante trece años como una fábula moderna donde muchos depositaron sus anhelos románticos. Fue el prototipo afectivo perfecto para desafiar la talla única en el amor o la creencia de que la monogamia es inherentemente superior.

Su derrumbe es el nuestro, como lo fue el divorcio de Jennifer Aniston y Brad Pitt, otra pareja icónica y aspiracional. Son guapos, exitosos, ricos y se permiten pasiones ideales, a veces vedadas. Los Javis representan un ideal creativo, romántico y gay que habrá modelado, inspirado o guiado a más de una generación.

Puede que estemos exagerando en laureles, pero es un mecanismo humano y los mismos protagonistas se encargan de engrasar convenientemente las redes sociales y los medios para que el público consuma su duelo como una tragedia colectiva.

Tiene algo de catarsis eso de encontrar un espejo en el que ver reflejadas nuestras heridas. El de los Javis es uno de esos duelos que nos dan cierta cohesión social y refuerzan nuestra identidad al buscar entre todos quién puso más, quién amó mejor. A Ambrossi, de 41 años, le cae la maldición del 9. Ese abominable número que le llevó al punto de inflexión vital que imponen los cuarenta, cuando, por su propia naturaleza, el hombre se ve impelido a reevaluar su vida o redefinir sus deseos y metas en una etapa de mayor introspección.

Javier Calvo y Javier Ambrossi, dos de los invitados al último homenaje de María Teresa CamposGTRES

Tampoco Calvo parece ajeno a esa reconfiguración biológica y emocional. En medio del huracán, ha escrito en su Instagram que fue al cine a ver «Los Domingos», una película que explora la pérdida, la búsqueda de sentido y la necesidad de tomar decisiones difíciles en momentos de incertidumbre. Reconocernos en los Javis no es un delirio, pero sí una flaqueza fruto de la cultura emocional de las redes sociales.

Lo que nos preguntamos es cómo se quiebra una pareja que lee unida. ¿No dicen que la lectura fortalece el vínculo elevándolo a otro nivel? Hace cosa de un año, nos presentaron su flamante casa presidida por un alcornoque –con perdón– y LA RAZÓN no pudo resistir poner la lupa sobre su librería, un mastodonte de madera de roble, mientras Calvo posaba vestido de Loewe. Entre los libros, distinguimos a autores como Juan Tallón, Andrés Trapiello, William Shakespeare, Zadie Smith, Harvey Forbes Fierstein, Tina Fey, Rafael Chirbes, Roberto Bolaño y Andy Warhol.

Los Javis en los Premios Goya de 2024Gtres

Entre tanta pulcritud librera, se nos escaparon dos libros que ahora toman relevancia. Uno, «Paquita Salas. Superviviente», una crónica divertida escrita por ellos, ideal para recordar a sus fans su anunciada intención de seguir construyendo juntos.

El segundo tomo nos permite intuir qué está pasando por la cabeza de Ambrossi: «Tan poca vida», de Hanya Yanagihara. «El vicio más grande que he tenido últimamente y me ha roto el alma», ha confesado. A él y a millones de lectores de su generación que, TikTok mediante, se han dejado atrapar por este fenómeno literario. «Me estaba levantando a las 7 de la mañana para leérmelo».

Hurgar en las entañas

En sus más de mil páginas, Ambrossi habrá tratado de encontrar en esta historia de amistad de cuatro hombres muchas respuestas. El relato es tan perturbador que puede resultar obsceno; por momentos tan visceral que hay que parar antes de seguir leyendo. La autora, que de niña su padre, amigo de un médico patólogo, le permitió ver cuerpos abiertos para que pudiese dibujar las entrañas, describe con desgarro el horror, la compasión, el amor o la empatía. Si Ambrossi lo ha terminado, aún estará abrumado, pero con suficiente fuerza emocional para seguir, incluso en solitario.

Lo que intuimos es que no dejarán morir una crónica que vende. El amor perdido y recuperado, aunque solo sea en ese espacio de creación compartida, es uno de los motores más potentes del imaginario romántico. Narrativamente, es oro puro y conecta con una generación neuróticamente obsesionada con la gestión emocional y el amor en constante transformación.