Biografía

Pastora Soler: cuando la fama te hace desaparecer de ti misma

En sus memorias, la artista verbaliza el miedo escénico, el derrumbe psicológico, el freno total y, lo más importante, la recuperación

Pastora Soler
Pastora SolerJesus BrionesGTRES

Hay biografías que son relato de éxito. Y hay otras que son acto de higiene mental colectiva. La de Pastora Soler está en la segunda categoría. Su libro Cuando se apagan las luces, aparecen las estrellas es, en realidad, un ajuste de cuentas con un personaje: Pastora Soler. Porque cuando la cantante se derrumba en 2014, cuando sufre aquel desmayo en el Teatro Cervantes de Málaga, cuando pronuncia por primera vez "miedo escénico" en voz alta… no se rompe Pili, la niña de Coria del Río. Se rompe el personaje que ella misma fabricó para sobrevivir en la industria.

En esas memorias, Pastora cuenta que su ansiedad era tan extrema que llegó a pensar en quitarse la vida. Es duro de leer. Es duro imaginarlo. Y es, también, un recordatorio de que en la industria del entretenimiento las palabras "no puedo más" son un grito que rara vez se autoriza.

"Supe verlo y decidí parar"

Es ahí donde su testimonio importa: porque esa frase no se convierte en final, sino en frontera. Ella lo explica con claridad: "supe verlo y decidí parar". Y esa decisión la salvó. Lo dice sin melodrama.

Pastora Soler: «En Eurovisión nada de folclore»
Pastora Soler: «En Eurovisión nada de folclore»larazon

Su relato no romantiza el dolor. Al contrario: lo desmitifica. Presenta esa época como un agotamiento total del sistema nervioso. Sudoración. Taquicardia. Dolor físico sin foco. Y el peor de todos: no reconocerse a una misma.

Ese paréntesis tuvo un giro luminoso: un año después, llegó su primera hija. Luego una segunda. Y en ese tránsito, Pastora empieza a reaparecer… pero no como Pastora: como Pilar. El personaje queda en un estante. El ser humano retoma el control.

Hoy vive en Coria del Río como mujer que volvió a sí. Compra el pan. Lleva a sus hijas al colegio. Las madres de clase la llaman Pilar. Y ella siente ahí la dignidad de volver a ser "la de siempre". Lo dice con emoción: allí nadie performa la estrella. Allí está su identidad. La que la salvó.

Su libro es relevante: porque expone una verdad incómoda. Que para sostener un éxito así, el precio puede ser demasiado alto. Pastora Soler, 30 años de carrera, 47 años de vida, dos hijas, una casa que se llama hogar y un relato que es servicio público.

Su mensaje final vale por sí solo: este trabajo tiene un coste. Hay que descansar. Comer bien. Volver al cuerpo. Cuidar la mente. La industria te empuja. Pero hay que saber frenar cuando toca. Como ella hizo.