Sevilla

«Íbamos bebidos y yo había fumado algún porro»

«También consumí alguna raya», confesó José Fernando Ortega al juez el 2 de noviembre

José Fernando Ortega, saliendo de una de las propiedades de su padre
José Fernando Ortega, saliendo de una de las propiedades de su padrelarazon

Desde la detención de su hijo, José Ortega Cano vive recluido. No pisa casi la calle. Sólo cuando no le queda más opción. Su contacto con el exterior es la televisión y el teléfono. A través del móvil está recibiendo muchos apoyos. Los amigos lo llaman y le expresan su solidaridad y cariño. Otros le visitan. Según cuenta su entorno más cercano, a veces las palabras le alivian, pero el diestro es un hombre atormentado por la culpa, el miedo y el dolor. Sabe que José Fernando ha delinquido y debe ser castigado, pero le duele en el alma. El miedo lo atenaza al pensar en su hijo durmiendo en un catre y rodeado de barrotes. Lo peor es la culpa que se le ha clavado con garras afiladas a la espalda. Aunque objetivamente ha hecho todo lo que ha podido por su educación, Ortega Cano se pregunta si podría haber hecho algo más, si se equivocó en algún momento, si podría haber evitado de alguna forma que los pasos de su hijo se acercaran a las drogas y el alcohol. Las dudas lo fustigan.

Todo desde el pasado 2 de noviembre, una noche que José Fernando recordó así cuando la Guardia Civil lo interrogó. Una confesión que ayer desveló el especial de Antena 3, «La otra herencia de Ortega Cano»: «Estaba en el club de alterne Rey 2000 con cuatro personas, Isaac, Francisco, Pechi y Eloy. En la terraza había dos jóvenes más. Todos íbamos bastante bebidos y yo había fumado algún porro y consumido alguna raya. En un momento dado, uno de ellos lanzó un vaso hacia el cielo. Cayó y se hizo añicos pero no hizo daño a nadie. Entonces, Francisco se dirigió al joven y le recriminó su actitud. El otro le respondió con un empujón. Francisco a su vez le dio un puñetazo y el joven le tiró una silla; luego salió corriendo. Pechito y yo lo perseguimos en coche. Isaac e Isco corrieron. Entre los cuatro comenzaron a golpearlo. Le robaron unas llaves, las del coche y un móvil. Luego nos marchamos todos de allí. Eloy, Francisco y Pechi, en el coche en el que habíamos llegado al club de alterne, e Isaac y yo, en el Audi A3 que era propiedad del tipo al que habían agredido. Marchamos de allí un coche detrás del otro hasta Almadén de la Plata. Yo conducía el A3, aunque no tengo carné de conducir. Allí lo dejamos aparcado y todos regresamos en el otro vehículo hasta Castilblanco de los Arroyos».

Así acabaron, según el relato de José Fernando, los acontecimientos de aquella noche. El día 5 regresaron a por el coche. Parece claro que en aquel momento estaban presentes Isaac y José Fernando: «Cogimos el Audi A3 y fuimos a dar una vuelta. Conducía yo a unos 140 Km/h (en una posterior declaración judicial dice que 100). Tuvimos un accidente. No resultamos heridos, aunque Isaac dijo que tenía un bollo en la cabeza. Fue él quien tuvo la idea de incendiar el vehículo. Le prendió fuego con gasolina que previamente habíamos comprado en la gasolinera de Castilblanco. Una garrafa de 5 litros. Lo hicimos sólo con la intención de repostar el coche. Mientras se prendía, yo estaba en la carretera».

Ésta es la confesión de José Fernando Ortega. Un relato que matizaría en sede judicial. Entre otras cosas, explicó que tras la pelea se encontraron las llaves y el móvil en el suelo. Es decir, que se le cayeron a la víctima y ellos no le robaron. El agredido, por su parte, acudió al centro de salud. La consulta duró ocho minutos y le diagnosticaron «herida inciso contusa en mano izquierda, hematoma múltiple en pierna izquierda. Hematoma en codo izquierdo».

A día de hoy, José Fernando, Isaac y Francisco están en prisión, pero todo apunta a que saldrán en libertad provisional en los próximos días.

Su padre y su hermana, su mayor apoyo a pesar de todo

Aunque José Ortega Cano no se ha atrevido a visitar a su hijo en prisión debido a la concurrencia mediática, su preocupación por él es inmensa. La primera medida que tomó fue contratar a la célebre abogada sevillana Esperanza Lozano. Su hermana, Gloria Camila, sí trató de visitar a Josefer en su celda de la cárcel de Sevilla –a la que acudió con su tío Aniceto, casado con Mari Carmen Ortega Cano–, pero no pudo ver a su hermano porque al ser menor de edad necesita un permiso especial.