Cuando Javier Bardem habla es para no dejar indiferente a nadie. Es de esos actores que intenta disimular a gritos sus contradicciones –¿desde cuando es coherente defenden los derechos de las causas saharaui y palestina mientras su mujer, Penélope Cruz, da a luz en el hospital judío Cedars-Sinaí de Los Ángeles?– plantándose en las manifestaciones, lo mismo contra la actual reforma laboral, la misma que casi utiliza su familia para despedir a los trabajadores de La Bardemcilla y meterse en todos los charcos aunque no tengan agua. Es lo que ha ocurrido entre París y Rabat después de que el oscarizado actor español pasara hace unos días por París para presentar en Francia el documental de Álvaro Longoria sobre el pueblo saharaui, «Hijos de las nubes, la última colonia», en el que él mismo participa.

Al Gobierno marroquí no le han sentado nada bien las palabras que durante la rueda de prensa Bardem puso en boca del embajador francés en la ONU sobre las relaciones del Hexágono con su antigua colonia: «Gérard Araud, con el que nos vimos en 2011, nos dijo que Marruecos es como una amante con la que te acuestas todas las noches, de la que no estás especialmente enamorado, pero que debes defender. Dicho de otro modo, que miramos hacia otro lado», declaraba denunciando así una cierta connivencia entre Francia y Marruecos respecto a la «constante violación» de los derechos humanos en el Sáhara occidental. «Francia es un país pionero en materia de libertades. Estamos ante algo que no es lógico ni aceptable» criticó Bardem, con evidente indignación y dejando claro que después de haber recorrido medio mundo con el documental Francia ha sido el último lugar y el que más se ha resistido a difundir este proyecto. París siempre ha sido un aliado del reino alauí en la espinosa cuestión del Sáhara occidental. Y prueba del malestar que suscita ese conflicto es que varios medios galos que habían cerrado entrevistas con el actor le dieron plantón, dijo él mismo, y varios actos fueron cancelados.

Pero el raudo desmentido de la Diplomacia francesa a las palabras que Bardem atribuyó al embajador y citadas el jueves por el vespertino «Le Monde» no ha servido para calmar el rotundo enfado de las autoridades marroquíes. Este domingo, el Gobierno de Rabat alzaba de nuevo el tono contra la ex metrópoli, indignado por las «hirientes palabras» y «expresiones humillantes». Declaraciones «tanto más escandalosas e inadmisibles», denunciaba un portavoz marroquí, si se tiene en cuenta que Marruecos «no cesa de trabajar para reforzar las relaciones bilaterales».

Desatada la tormenta, Rabat no piensa conformarse con un diplomático comunicado. Ahora espera que Francia «sepa reparar el mal causado» y poco importa que hayan sido «falazmente atribuidas» al alto diplomático en cuestión o «efectivamente pronunciadas», aseveró Mustafá Khalfi, portavoz del Gobierno marroquí, que por segunda vez en cuatro días se subleva contra la antigua potencia colonial. Y es que las relaciones franco-marroquíes no pasan por un buen momento. El pasado jueves ya se tensaban después de que la policía francesa notificara al jefe del contraespionaje marroquí, de paso por París, una citación judicial tras varias denuncias interpuestas contra él por tortura y complicidad de tortura cometidas presuntamente en el centro norafricano de retención de Temara. El embajador francés en Rabat fue entonces convocado por el Ministerio marroquí y la Diplomacia gala se limitó a deplorar un «lamentable incidente» y prometer «arrojar luz» sobre lo sucedido.