Cargando...

Sagas

Una madre leona llamada Carmen Thyssen

Un antiguo asesor, desligado del entorno familiar, difundió una interpretación incómoda

Carmen Thyssen junto a su madre en Barcelona GTRES

La noche del jueves, el antiguo cine Comedia de Barcelona, vivió una velada que fue mucho más que una presentación cultural. Fue, en realidad, el escenario de un relevo generacional que poco a poco se hace visible: el paso sereno, natural y casi inevitable de la figura de Tita Thyssen hacia su hija Carmen, quien ya emerge como el rostro futuro del legado Thyssen en España. Con el edificio preparándose para convertirse en el Museu Carmen Thyssen Barcelona, la presencia de ambas dejó claro que el apellido no solo continúa, sino que se fortalece.

Tita, como anfitriona y visionaria del proyecto, estampó su firma en una de las paredes. A su lado, Carmen Thyssen Jr. protagonizó uno de los momentos más comentados. Acostumbrada desde niña a acompañar a su madre en inauguraciones y citas culturales, ahora se muestra preparada para asumir un papel activo en el proyecto: estudia Derecho, domina varios idiomas y ha crecido integrando de forma natural el lenguaje del arte. Tita habló con orgullo de su hija: «Desde que nació ha estado muy involucrada en el arte». Sus palabras, más que un elogio, son una confirmación del papel que Carmen está llamada a desempeñar. En esta atmósfera festiva, surgió inevitablemente la pregunta que llevaba días circulando: ¿perdería Tita su título de baronesa si renunciaba al pasaporte suizo? La baronesa respondió con la claridad que acostumbra: «Me llamo Tita y no he perdido nada. Mi nombre es Carmen Thyssen-Bornemisza, como ha sido siempre».

La baronesa Thyssen en los Premios Mujer HoyGtres

Las explicaciones jurídicas son contundentes: Suiza no reconoce legalmente títulos nobiliarios y el origen húngaro del título que ella heredó de su marido lo mantiene al margen de interpretaciones simplistas. Un antiguo asesor desligado del entorno familiar difundió una interpretación incorrecta, un malentendido que no resistió el contraste con los hechos. La familia prefirió no dar más relevancia al asunto. Y así, más allá de rumores pasajeros, el apellido Thyssen continúa con la solidez que le han dado décadas de trabajo y una vocación cultural incuestionable. Tita, con la autoridad que solo da una vida entera dedicada al arte, mira ahora hacia el futuro acompañada de una Carmen cada vez más preparada y visible. Y quienes conocen bien a la baronesa lo saben: detrás de su cordialidad y su tradición de elegancia, hay una determinación férrea. Por sus hijas, Tita siempre ha tenido un instinto infalible: protege sin aspavientos, aparta con suavidad pero con firmeza a quien pueda perjudicarlas.