
Recuerdo
Cayetana de Alba, el aniversario de una boda a contracorriente
La Duquesa de Alba contrajo matrimonio con Alfonso Díez el 5 de octubre de 2011, en la capilla del Palacio de Las Dueñas

Cayetana de Alba tuvo suerte de que el amor la siguiese encontrando viva. Un 5 de octubre de 2011, en la misma ciudad, Sevilla, en la que ayer su hijo Cayetano Martínez de Irujo celebró su boda con Bárbara Mirjan, ella selló su amor con Alfonso Díez. La ceremonia, muy discreta, tuvo lugar en la capilla del Palacio de Las Dueñas.

Tenía 85 años y se casaba por tercera vez. El elegido era un funcionario de la Seguridad Social 24 años más joven que ella. Entre los invitados había un puñado de personalidades conocidas como el torero Cayetano Rivera, la madrina Carmen Tello (esposa del maestro Curro Romero), y el doctor Trujillo, que la había operado. Igual que ayer, la ausencia más comentada fue la de su hijo Jacobo. Tampoco Eugenia Martínez de Irujo pudo acompañarla, pero en su caso fue por un ingreso hospitalario a causa de una inoportuna varicela.
Diseño de Victorio & Lucchino
La Duquesa de Alba estuvo radiante. Lució un vestido en gasa de seda de color rosa pálido diseñado por Victorio & Lucchino, a juego con unas manoletinas de encaje. Un cinturón de terciopelo verde oliva completaba el diseño, añadiendo un toque distintivo y jovial.
La ceremonia, oficiada por el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, que también casó ayer a su hijo, fue breve y emotiva. Su hijo mayor de Cayetana, Carlos Fitz-James Stuart, actual duque de Alba, la llevó del brazo hasta el altar.
La recién casada tuvo su gran momento en el exterior del Palacio de las Dueñas, donde deleitó a los sevillanos con una rumba flamenca espontánea. Se descalzó y se movió sus brazos con salero. Para ella fue un día de música, con las sevillanas del grupo Siempre Así, y, sobre todo, de celebración del amor. Había llegado hasta allí contra viento y marea, anteponiendo sus ganas de amar. Fue una rebeldía acorde con su manera de ser espontánea, desinhibida y vivaz. Todo ello quedaba estampado en cada detalle de su enlace, desde su romántico vestido hasta el broche festivo que le puso a la jornada.
A pesar de la oposición inicial de algunos familiares y el ambiente escéptico en la sociedad, la unión con Alfonso fue la culminación de un amor que le hizo sentirse viva y amada hasta el final de su vida. Reafirmó su derecho a la felicidad y dio dignidad al enamoramiento en la vejez. Para ella no había edad, sino dos seres que se encontraron en un mismo punto.
✕
Accede a tu cuenta para comentar