Historia

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Las oradoras de Emilio Castelar: de Ana Oramas a Cristina de Arteaga

La intervención en el Congreso de Ana Oramas en defensa del espíritu constitucional recuerda a otra intervención brillante del tiempo del político, la de Cristina de Arteaga

Las oradoras de Emilio Castelar
Las oradoras de Emilio Castelar larazon

Una sola frase le hubiese bastado a la diputada de Coalición Canaria, Ana María Oramas González-Moro –Ana Oramas– para merecer el Premio Emilio Castelar a la mejor oradora del Congreso que le otorgó la Asociación de Periodistas Parlamentarios en diciembre de 2018. «Usted está a punto de traicionar a toda la sociedad española», sentenció ella, en alusión a Pedro Sánchez, antes de consumarse la primera votación de investidura como presidente del Gobierno el pasado día 5 de enero. La gallardía de Oramas, dispuesta a romper la disciplina de partido en aras de la defensa del régimen constitucional de 1978 que ella veía amenazado, me recordó entonces a otra brillante oradora, Cristina de Arteaga, que arrancó al propio Castelar el mejor de los piropos tras una de sus primeras apariciones en público: «El mundo está gobernado por faldas», dijo entonces el último presidente de la Primera República sobre la hija de los duques del Infantado.

No en vano, Cristina de Arteaga fue la primera mujer española doctorada en Filosofía y Letras, en la especialidad de Historia, con premio extraordinario. Discípula de Julián Besteiro y de Claudio Sánchez Albornoz, vino al mundo el 6 de septiembre de 1902 en Villa Santillana, el palacio de su familia en la localidad guipuzcoana de Zarauz. Su madrina fue nada menos que la Reina Madre, María Cristina de Habsburgo y Lorena, viuda del Rey Alfonso XII y regente de España hasta aquel mismo año en que se inauguró la mayoría de edad de Alfonso XIII.

Inteligencia y voluntad

Salvando las distancias temporales y nobiliarias, Ana Oramas (Ani, motejada en familia) nació el 17 de julio de 1959 en el seno de una de las más distinguidas familias de la burguesía tinerfeña. Su abuelo Leoncio Oramas y Díaz-Llanos, tal y como evidencia Agustín Millares en un minucioso estudio sobre la familia, nació en La Laguna el 30 de octubre de 1891 y obtuvo el doctorado en la Escuela Superior de Montes de Madrid. Monárquico medular, don Leoncio fue nombrado ingeniero jefe de Montes y del Distrito Forestal de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera, afiliándose a Falange Española Tradicionalista y de las JONS en enero de 1938, como advierte Millares.

Leoncio Oramas debió oír hablar sin duda y conocer incluso en persona a Cristina de Arteaga, por quien bebió los vientos precisamente el fundador de Falange Española, José Antonio Primo de Rivera, primogénito del marqués de Estella. Cristina aunaba, como hoy lo hace Ana Oramas, los valores de la inteligencia, voluntad, ilusión, reciedumbre, valentía, entrega, cultura y compromiso irrenunciable con sus ideales. Añadamos que José Antonio y Cristina de Arteaga se conocieron a principios de los años veinte, con alrededor de dieciocho años cada uno; si bien ella era seis meses mayor que él.

El diario «Abc» se rendía también ante una de las numerosas intervenciones de la joven oradora, acaecida en marzo de 1924, con tan solo veintiuna primaveras: «Más de una hora tuvo pendiente al auditorio de sus labios la doctora señorita Cristina Arteaga, hija de los duques del Infantado. Con dicción clarísima, avalorada por la belleza de la voz; con extraordinaria cultura y con emoción profunda, que se comunicó a los oyentes en muchas ocasiones, la señorita de Arteaga hizo un maravilloso discurso».

Proceso de canonización

Pero en 1927, con 25 años, Cristina ingresó en el monasterio benedictino de Santa Cecilia, en la localidad francesa de Solesmes; y en octubre de 1934 entró en el convento de la Concepción Jerónima de la madrileña calle Lista, donde tomó el hábito el 29 de abril de 1935 mientras José Antonio permanecía preso en la cárcel Modelo. En 2001 se inauguró su proceso de canonización, cuya fase diocesana concluyó ocho años después.

Acérrimo defensor de la legitimidad monárquica fue también el tío carnal de Ana Oramas, Leoncio Oramas Tolosa, que conoció a Don Juan de Borbón, abuelo del Rey Felipe VI, poco después de que éste publicase su célebre Manifiesto de Lausana en marzo de 1945. Economista, como luego sería también su sobrina Ana, don Leoncio se incorporó al Consejo Privado de Don Juan en Estoril, donde le visitaba dos veces al año. Ana Oramas, la mayor de diez hermanos, recordaba una de las veces que el Conde de Barcelona almorzó en su residencia familiar de La Laguna, de donde ella fue alcaldesa durante diez años. Hace unos pocos más le operaron de un tumor en el pecho. Desde entonces debió convencerse de que más vale morir con honor que vivir sin él.

Pareja de baile de Javier Arenas
“Prioricé el trabajo a la maternidad y me equivoqué”, confesó Ana Oramas a la periodista Carmen Moraga en marzo de 2012. Y añadió entonces: “Me volqué demasiado en mi vida profesional. Si hay algo de lo que ahora me arrepiento es de no haber tenido más hijos”.
Ana Oramas es madre de una sola hija y antes de serlo se afilió con dieciocho abriles a las Juventudes de Unión de Centro Democrático (UCD), donde coincidió con quien sería secretario general del Partido Popular (PP), Javier Arenas. Pero en aquel momento, Arenas era secretario de Organización de las Juventudes de UCD. Oramas recordaba a Moraga el día en que Arenas viajó a Tenerife para participar en un acto del partido y luego se fueron a bailar a una discoteca de moda en el Puerto de la Cruz. Fue su primer y último baile con el político andaluz que todavía hoy recuerda.