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Feria de Bilbao

Víctor Puerto reverdece laureles en la festividad de la Paloma

 Las Ventas. Se lidiaron toros de Cortés y uno, el 3º, de Victoriano del Río, soso. En general, bien presentados y con opciones. El 1º, ovacionado en el arrastre. Un cuarto de entrada.Víctor Puerto, de grana y oro, estocada trasera (vuelta); estocada atravesada, estocada, aviso (palmas). José Luis Moreno, de azul marino y oro, pinchazo, estocada atravesada (silencio); cinco pinchazos, seis descabellos, dos avisos (silencio).César Jiménez, de sangre de toro y oro, estocada caída (silencio); estocada caída, cinco descabellos (palmas).

Víctor Puerto reverdece laureles en la festividad de la Paloma larazon

Víctor Puerto volvió por sus fueros, tras tres años de ausencia en Madrid, con una notable actuación en la festividad de la Virgen de la Paloma. Muy preparado y en lidiador toda la tarde, el madrileño dio una vuelta, rácano premio, a la muerte del bravo primero, toro de nota con el que disfrutó e hizo disfrutar como antaño.
Escuchó los primeros «olés» con varios lances a la verónica propios del torero caro que años atrás ya fue. Torerísimo arranque de faena, lanzando el cartucho para sacarlo a los medios con ayudados por alto. Lució al animal y el trasteo tomó vuelo.
Citando de largo, cruzado, el toro metió la cabeza abajo con mucha codicia, humillando en una franela que trazó sus mejores pinceladas en redondo. Siempre la mano baja. Cargando la suerte. Una estocada trasera de rápido efecto vaticinó una oreja, pero el presidente mostró la inflexibilidad que algunas tardes de San Isidro se echa en falta.
Con el cuarto, hondo y con cuajo, pero menos vistoso para el triunfo, Puerto brilló de nuevo. Disposición, firmeza, tesón y valor seco sin alardes, rasgos de un trasteo de gran peso técnico, tan sólo mancillado por la tizona, que hizo guardia al primer embroque pese a volcarse sobre el morrillo.
José Luis Moreno no se acopló con el segundo, un salpicado ensillado, que no descolgó en el último tercio, donde resultó incómodo y rebrincado. Mayor empeño puso en el quinto, de casi seis años. De menos a más, robó naturales de mérito tragando en cada pase. Pegó un sainete con los aceros y todo quedó en agua de borrajas.
Cerró la terna, un anodino César Jiménez. Irreconocible, de no echarse de rodillas en la boca de riego ante el playero tercero. Inicio marca de la casa, que no sirvió. Ante el sexto, se redimió con una faena de altibajos por la derecha, que el mal uso del verduguillo emborronó.
Lo mismo que Víctor Puerto, pero que sabor de boca tan distinto. Como dice la canción, Y volver, volver…

 

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