Internacional

Retórica de la impunidad por Luis Felipe Rojas

La Razón
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No bien el general Raúl Castro había terminado de pronunciar su discurso ante los legisladores cubanos el domingo 31 de julio, ya sus jueces se abalanzaban sobre una veintena de activistas de derechos humanos. Las primeras detenciones comenzaron en Bayamo y Camagüey y, entre el martes día 3 y el miércoles 4 vino la caza indiscriminada, todo con que no se acercaran a Banes a casa de Reina Tamayo Danger (la madre de Orlando Zapata) o salieran de sus casas, pues hubo varias reclusiones domiciliarias. Las detenciones han aumentado a 27. Hubo golpizas a Annie Sariol, Aurelio Morales, Martha Díaz Rondón y Gertrudis Ojeda cuando intentaban llegar a casa de la periodista independiente Caridad Caballero, en Holguín. La misma Caridad, su esposo e hijo menor fueron arrastrados y golpeados, pues los oficiales intentaron arrebatarles una cámara fotográfica. Ese mismo día en Santiago, cinco activistas más fueron detenidos antes de que se manifestaran rememorando los sucesos del Maleconazo. En esta ocasión nos repitió Idalmis Núñez: «La amenaza de encarcelamiento para los inconformes y la advertencia del discurso presidencial para hacerle frente a todo el que discrepe». Los Castro han incitado a la lucha enconada entre cubanos, al volver sobre la retórica de que no permitirán impunidades, cuando los que actúan de tal modo son la Policía política y sus ayudantes de civiles, la Policía que dice llamarse «Nacional y Revolucionaria». De manera que las calles están ahí, a la espera de la primera manifestación o inconformidad, a la escucha del silbato que sonará en los cuarteles del G2 para que dos grupos de cubanos, en su diversidad de criterios, se desguacen a palos.


Luis Felipe Rojas