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Una exhumación real «made in» Hollywood

La actriz Catherine Oxenberg promueve el traslado de los restos de sus abuelos maternos, los reyes de Yugoslavia, que murieron en el exilio

Catherine y su madre en el cementerio
Catherine y su madre en el cementeriolarazon

Debutó como actriz en una película hecha para televisión, «El romance real de Carlos y Diana», en la que ella encarnaba a la mismísima princesa de Gales. Pero su gran personaje es en la vida real, interpretando a la emperatriz Catalina la Grande de Rusia, el papel con el que traspasa la ficción y deja traslucir su descendencia aristocrática, que pasa por zares, emperadores rusos y reyes de Prusia, y alcanza a personalidades como Jorge I de Grecia e, incluso, a una línea dinástica que se remonta al siglo XIII. Es, también, prima tercera de Don Felipe, Príncipe de Asturias, y del príncipe Guillermo, duque de Cambridge. Y, aunque su popularidad no se debe a su condición de aristócrata, la realeza la persigue tanto fuera como dentro de la pequeña pantalla.

Ayer, esta mujer rubia, que escondía tras unas gafas sus ojos claros, no pudo ocultar su sangre azul, a pesar de haber dedicado su vida al mundo de la interpretación. Catherine Oxenberg acudió, acompañada de su madre, la princesa Elizabeth de Yugoslavia, a la exhumación de los restos de sus abuelos, la princesa Olga y el príncipe Paul que, junto a su hijo, el príncipe Nicholas, serán de nuevo enterrados el 6 de octubre en el panteón familiar en Topola, cerca de Belgrado, en Serbia.

Sin embargo, estos momentos de duelo poco tienen que ver con la purpurina que envuelve su vida cotidiana. De hecho, en su perfil de Twitter se describe como «esposa de Tarzán, madre de cinco gloriosos monos, productora, escritora, de alma exploradora y, generalmente, una chica ocupada». Se casó en 1999 con el actor Casper van Dien –al que llama cariñosamente Tarzán porque interpretó este papel– tras conocerse ese mismo año en el rodaje de «The Collectors» –antes, había pasado por el altar en un fugaz matrimonio que se anuló al día siguiente de dar el «sí quiero»–. Vive en Malibú rodeada de sus «cinco bulliciosos niños» –India, Grace, Maya, Celeste y Gaspar–, como ella los describe en su página oficial. Estrella de la pequeña pantalla, fue el papel de Amanda Carrington en la serie «Dinastía» el que la hizo alcanzar la fama en los años 80 y el que marcó el comienzo de una vida «de cine» que ha hecho que reúna un patrimonio de más de 32,5 millones de euros.

Hizo un guiño humorístico a su ascendencia real cuando, en 2005, protagonizó con su marido la serie «Me casé con una princesa». También al lado de Casper comenzó su aventura como productora al crear el sello Holy Cow Entertainment. La primera película que escribieron juntos fue «Exilio Real», basada en el abuelo de Catherine –cuyos restos mortales fueron ayer exhumados– y en sus esfuerzos heroícos para salvar a Yugoslavia de los nazis. Una oda a su vida privada que siempre fue de acceso público. Tanto es así, que ella misma invita a conocer sus intimidades, experiencias, puntos de vista y memorias en un blog que comenzó a escribir el pasado abril. Entre anécdotas de sus hijos y su experiencia como madre, relata cómo vivió la boda de Kate y Guillermo, o su historia de amor con su marido en un «post» dedicado a sus 13 años de casados. Entre sus últimas entradas, destacan dos dedicadas a su padre, Howard Oxenberg, que falleció tras sufrir una enfermedad crónica. Para Catherine es «su vida entera», y asegura que se siente bendecida porque «finalmente, después de luchar en vida contra demonios, ahora descansa en paz». También echa de menos a su «gato mágico» , Odin, que, «puede que sea un santo, ¡aunque los conejos le consideren más como un asesino en serie!». Ya tiene material para la próxima película.

Amor a primera vista
La historia de amor entre el príncipe Paul y la princesa Olga de Grecia –prima segunda de la Reina Sofía– se remonta hasta los Juegos Olímpicos de Berlín celebrados en 1936. Por lo visto, el heredero a la corona de Yusgoslavia se enamoró nada más ver a la princesa Olga. Y como era todo un romántico, decidió proponerle matrimonio en la misma ciudad tan sólo un año después. Su compromiso fue anunciado oficialmente en septiembre de 1937, y al año siguiente tuvo lugar el esperado enlace, aunque la felicidad inicial pronto se vio ensombrecida por el exilio. Durante los años alejados de su hogar, tuvieron dos hijos varones: Alejandro y Nicholas, fallecido en un accidente de tráfico, y una hija, Isabel.