Sevilla

Bono consuela su vanidad

La presentación de los «Diarios» en Sevilla viene salpicada por sus declaraciones sobre la apuesta independentista catalana y el momento del PSOE

En sevilla. El dirigente socialista sigue su presentación por España
En sevilla. El dirigente socialista sigue su presentación por Españalarazon

SEVILLa- José Bono es, fundamentalmente, facundia y adorno léxico, ganas de meterse en charcos sin mojarse. Venga a hablar de un libro o de la actualidad política, el resumen es que Bono sigue dispuesto a dar opiniones sobre todo lo que acontence. Gasta tono de capellán, y a veces no se sabe si quiere apartar a la feligresía del pecado o llevarla de excursión, entretenerla. Comparecía en el Hotel Inglaterra y allí veíamos cómo se le quedaba pequeño el pupitre, tan acostumbrados a verlo siempre al borde del estrado. Volvió a explicar por qué empezó a escribir sus diarios en 1992, los 17.000 folios producidos y la liberación, al cumplir los 61 años, de dejar de apuntar unas notas tras acabar el día. Más difícil es explicar, si no se incorpora el matiz económico, qué impulsa la publicación de intimidades. «Posiblemente, la vanidad, una cierta vanidad, como en otros casos similares», dijo en un aparte a LA RAZÓN después de haber conminado en público al Gobierno español a no doblegarse ante la amenaza separatista catalana. Bono cuenta chascarrillos, escribe sucedidos, vivencias y se permite licencias aleccionadoras a los periodistas que él considerará de provincias. Entre los chascarrillos está decir que Rubalcaba se montó en un avión cuando estaban al fondo Felipe, él mismo y unos cuantos históricos más. Entonces, el cuestionado líder socialista les dijo: «Me bajaré de este avión y si se estrella os sustituiré a todos». Pero después de dibujar esta viñeta vitriólica y cuando la audiencia espera que se le desboque el genio y la memoria después de tantos años de dentelladas políticas, se somete y dice que apoya a su secretario general. Ésta es, en opinión de muchos, la demanda que se le hace: Bono tendría que haber sido capaz de haber soltado amarras y escrito como un lejano ex político. Él defiende su verdad y niega cualquier trazo añadido o repintado a posteriori: «Es lo que escribí entonces, cuando estaban sucediendo las cosas y no he reescrito. He enviado centenares de comunicaciones y llamadas para consultar detalles. He eliminado detalles menores porque había algún protagonista que no compartía mi versión. Pero digamos que sólo he pasado a limpio y seleccionado aquellos episodios, de tantos que he vivido, que podían superar la prueba de un titular. Sin titular no había anécdota ni cabida en el libro». Bono confesó que su referente, más allá de Azaña, al que robaron su cuaderno con apuntes de diarios sin poder tamizarlo, ha sido Calvo Sotelo. El ex presidente del Gobierno «ucedeo» lo animó a seguir con esta tarea memorística, que ya conoce su primera entrega literaria y ahora espera más secretos de sus recientes años con Rodríguez Zapatero.