América

Nueva York

Carrington el pincel inconformista

Podría haber sido un nombre más de la burguesía de su época. Una hija devota de los deberes, una chica obediente con los deseos familiares, afectuosa y sumisa con las imposiciones paternas. Pero Leonora Carrington traía la rebeldía como enfermedad congénita.

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Ese impulso que obliga a las personas a romper la burbuja que las encierra y las asfixia en un mundo, el suyo, que les ha venido impuesto desde el nacimiento y que no reconocen aunque hayan crecido dentro de él. Necesitaba la libertad, no como abstracción, sino como libertad de elección, como certeza y posibilidad para escoger qué vida quería disfrutar en realidad. Una trayectoria sinuosa, con altibajos, satisfacciones y pasajes que más valía dejar atrás y olvidar, pero que la condujo por horizontes imprevistos incluso para su imaginación.

El libro de Poniatowska
Nació en la localidad de Chorley, Inglaterra, el 6 de abril de 1917 y falleció ayer en México, a los 94 años de edad con el membrete de artista adherido, a su nombre. La escritora Elena Poniatowska le dedicó su último libro, «Leonora», Premio Biblioteca Breve 2011 de Seix Barral, donde trazaba un vivo retrato de este personaje tan amado como polifacético. Se dedicó a la pintura y en esa profesión encontró a Max Ernst, con el que se vincularía sentimentalmente durante una época. Aunque, mucho después, ella no quisiera mencionar ni su nombre, junto a él viajó a París y conoció a artistas como Salvador Dalí, Marcel Duchamp, André Breton y Pablo Picasso, entre otros.

La Segunda Guerra Mundial la arrastraría hasta la resistencia antifascista y posteriormente, en 1940, a la España franquista, donde padecería una crisis nerviosa y sería encerrada en un manicomio. Escaparía, pasaría a América, donde se reencontró con amigos en Nueva York y reemprendió una trayectoria que la convirtió en una de las pintoras más conocidas. Se asentaría en México, país donde conocería a Frida Kahlo y Diego Rivera.

De ellas, el ensayista Octavio Paz comentó que era «un personaje delirante, maravilloso, un poema que camina, que sonríe, que de repente abre una sombrilla que se convierte en un pájaro que se convierte después en pescado y desaparece». Para Poniatowska, su figura cada vez «es más fuerte y a va a serlo a medida que pase el tiempo. Es, de verdad, tan única como fue en su día Frida Kahlo, nada más que ella no quiso frecuentar la vida pública». La artista será enterrada en el cementerio inglés de esa ciudad, en ceremonia íntima, deseo que ella expresó y que sus hijos quieren respetar.