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Drenthe qué pasa contigo

Drenthe, ¿qué pasa contigo?
Drenthe, ¿qué pasa contigo?larazon

¿Gratis et amore?

Una cosa es que Drenthe esté sobrevalorado y otra que tenga el derecho a defender lo que es suyo, lo que firmó y lo que no se le está pagando.


En el fútbol, como en la vida civil, no todos los jugadores responden al mismo patrón. Al igual que en la calle hay gente «pa tó»; en los clubes también habitan futbolistas de muy distinto pelaje. Los hay muy buenos, elegantes y estupendos chavales. Muchos de ellos visten «La Roja» y responden a códigos eternos que una siempre asimila a caballeros como Gárate. Los hay muy buenos, pero con el desarrollo mental de unos calcetines gordos. Me ahorro los ejemplos porque estoy segura de que Vds. solitos pueden hacer la lista. Los hay también menos buenos, pero inteligentes. Malos, pero peleones. Nefastos, pero noblotes. Y luego existen los que, alejados de su realidad, se consideran por encima de lo que realmente son. Cuando Royston Drenthe llegó a España la prensa oficial madridista ya se encargó de anunciar que el chico era «el nuevo Roberto Carlos al estilo Davids». Estoy segura de que les suena porque también se dijo lo mismo de Marcelo y se dirá del próximo lateral izquierdo negro que venga;no se apuren.
Pero Drenthe, a años luz de las expectativas, sigue pensando que merece más de lo que tiene. Ahora le llueven las críticas por no haber asistido a los entrenamientos del Hércules durante una semana, aconsejado por un entorno que está más pendiente de los horarios de los bares del Puerto Deportivo de Alicante que del futuro del holandés. Y tendría poca defensa si no fuera porque, sin cobrar, muchos de nosotros tampoco iríamos a la oficina. Es decir, que una cosa es que Drenthe esté sobrevalorado por los suyos y que luzca una autoestima desmedida, y otra que tenga el derecho a defender lo que es suyo, lo que firmó y lo que no se le está pagando.


María José Navarro

No a los simpáticos

Para encontrárselo en un bar, «Royston Buenagente» será fantástico. Pero es que resulta que le pagan y muy bien por jugar al fútbol, algo en lo que se prodiga poco.


De Royston Drenthe dicen los mil portavoces que tiene el Real Madrid repartidos por las redacciones de los medios que es un tío simpatiquísimo. Sería mejor que dijesen que es un buen futbolista o siquiera que es un profesional cumplidor, pero se conoce que no lo adornan demasiadas virtudes más allá del sentido del humor. Algo por otro lado nada desdeñable. Se pagaron por él quince millones porque destacó en una competición juvenil de una semana y después de tres años olvidables en el Bernabéu, ha demostrado que es capaz de convertirse durante quince jornadas en un complemento útil de un recién ascendido. Su azarosa vida fuera del campo, incluidas persecuciones a doscientos por hora con botinera beoda a bordo, ha dado más que hablar que sus hazañas sobre el césped. Si encima fuera antipático...
Pues resulta que «Royston Buenagente» se fue de vacaciones antes de Nochebuena y decidió prolongar su asueto diez días más que sus compañeros (veteranos sin nada que demostrar como Rufete o Farinós, todo un campeón del mundo como Trezeguet…) sin avisar y con la peregrina excusa de que le debían dos mensualidades, las mismas se le adeudan a todo el plantel. Vamos, el comportamiento que se espera de un tío cabal, solidario e implicado en la consecución de los objetivos del grupo; una actuación que define a un deportista respetuoso con los aficionados. La simpatía está sobrevalorada. Ser un mal nacido no está reñido con resultar ameno en la conversación y tener chispa. Para encontrárselo en un bar, Drenthe será fantástico. Pero es que resulta que le pagan y muy bien por jugar al fútbol, actividad en la que se prodiga más bien poco.


Lucas Haurie