Barcelona

Barrio aroma a otra época

Sosegado y frío por fuera. Fachada forjada con la seguridad y la claridad de ideas del que, por dentro, piensa como un veterano. Con una seriedad y firmeza sobre el albero que, en ocasiones, hacen dudar de su bisoñez. La mirada, viva, llena de humanidad.

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Muy alto, espigado, y con un flequillo largo y alzado que se rebela contra su sobriedad para recordar que aún no ha vivido un cuarto de siglo. La tez muy morena, casi del mismo negro zaíno que las reses que lidia. En este caso, en un tentadero en la ganadería de José Manuel Escolar, en el corazón de los Montes de Toledo. Allí, en un marco de formidable armonía verde, entre perenne arboleda y cigüeñas que anidan, tiene lugar la cita. Sentado sobre su capote aguarda en la plaza de tientas, derrochando su pasmosa tranquilidad, uno de los novilleros de mayor proyección en los últimos meses: Víctor Barrio.

El torero segoviano viene precisamente de reventar la primera feria de peso del año. Sumaba cinco orejas en Valdemorillo (Madrid) para imponerse a otra de las grandes esperanzas del momento, Juan del Álamo.

"Era un día muy importante para mí por ser el arranque de temporada, por tratarse de una feria importante como la de Valdemorillo y por las expectativas que se habían dado a un cartel especial", analiza Barrio, que se jugaba "mucho"y que valora por encima de todo "haber sido capaz de dejar los nervios en la habitación para salir suelto, con las ideas muy claras, porque, tras un invierno probándote y puliendo detalles con becerras, las ganas de mostrarte crecen".

El torero castellano rememora su primer aldabonazo de 2011, clave, para encauzar bien el año: "Salí sereno, pero por dentro iba a "revientacalderas"para no dejarme escapar ninguno de los novillos que, además tuvieron un fondo muy bueno".

"El primero era tardo por su falta de fuerzas, pero tenía mucha calidad, igual que el segundo, toro de público, ése que todo el mundo sueña con que le toque en Madrid, encima el tercero, por su temple y transmisión, también sirvió, le toreé tan despacio por la izquierda...", analiza una promesa que cada día, cada tarde, cada paseíllo está más cerca de ser una realidad.

Variedad

Y es que, con la variedad por bandera, la llegada de Víctor Barrio, muy en novillero, ha supuesto un torbellino de frescura para un escalafón inferior anquilosado en jóvenes cortados por el mismo patrón en las escuelas, formados en el mismo sota, caballo y rey.

"Siempre me ha gustado ofrecer variedad para que la gente no se aburra, sobre todo con el capote, salir un poco de la verónica y la chicuelina, preciosas, pero que tan repetidas pueden resultar monótonas al público. Incluso me gusta intercalar quites distintos en uno. Eso sí, diversidad desde la pureza, intento que los lances sean clásicos y serios, pero con mi impronta propia", posiciona su toreo añadiendo que pretende "que la entrada sea rentable para el que la paga".

En este sentido, el espigado novillero aconsejó hace pocas semanas a los empresarios que "si quieren tener garantizado el espectáculo deben contratar a Víctor Barrio". En Valdemorillo, el de Grajera lo demostró al irse a portagayola con tres orejas ya en el esportón, "detalles que marcan la diferencia, porque aquí hay que dar golpes en la mesa cada día para poner tierra de por medio con los compañeros", aclara un inconformista por naturaleza, que pone toda la carne en el asador consciente de lo complicado que ha sido el camino.

Sin antecedente alguno en su familia, tan sólo han marchitado tres años desde que lanzó el órdago a los suyos: "Quiero ser torero". Su afición prosperó junto a sus padres con los que iba a los festejos de los pueblos en los alrededores. Lo repetía desde los 5 años, pero sonaba a capricho, así que decidió terminar sus estudios y lograr un trabajo fijo. Entonces se sentó a hablar con su gente para convencerles de una pasión que, desde ese instante, trataron de quitarle de la cabeza sin éxito.

"No lo entendían, ya que allí no hay ni fincas, ni escuelas taurinas ni demasiados ejemplos de toreros, sabían que supondría muchos sacrificios, entre ellos, irme lejos de casa, a mí también me costó tiempo resolver esa lucha interior por dar el paso, pero era mi sueño y esa dura pelea es la que ahora alimenta mis ganas".

"Me salté el peldaño de las becerradas, directamente comencé con novilladas sin caballos, alguna bien gorda, e incluso cobré alguna cornada", recuerda. Con dos paseíllos firmadas, debutó con los del castoreño en agosto de 2009. Collado Mediano y Guadarrama le fueron abriendo puertas para forjarse en los pueblos de Madrid y Guadalajara. Poco a poco, fue madurando en los pueblos y las portátiles del duro "Valle del Terror", donde sale un utrero con trapío de toro.

Sin embargo, doctorarse y estoquear reses con el carnet atestiguado de cuatreño o cinqueño no le corre prisa al segoviano. Ahora, inicia su cuarta campaña y pretende que se vea "un tío entregado desde que hace el paseíllo, con ganas y hambre de triunfos".

"No es que no piense en la alternativa, igual llega agosto y tengo que tomarla, obligado por los triunfos, ellos marcarán el camino y la velocidad, pero quiero dar una vuelta por toda España y Francia aún como novillero, anunciarme en todas las plazas de primera y segunda, triunfar en ellas y dejar atada la corrida, ya de toros, para el año próximo", anhela convencido.

El espada sigue apoderado por Pablo González, pese a algunas desavenencias a final de curso que motivaron una ruptura entre ambos "afortunadamente ya arreglada"para, espera, "remar en la dirección acertada"esta campaña. Por lo pronto, Zaragoza, Valencia y Barcelona, donde acaba de sellar la tarde del Domingo de Resurrección, ya esperan ansiosas para conocer a ese novillero que tanto ambiente ha despertado. Sevilla y Madrid también negocian su presencia.

"En Madrid hay grandes aficionados y cuando encuentran a un torero con arrojo responden, además al pegar dos puyazos, puedo ofrecer más quites de mi repertorio, que tengo un montón preparados", masculla relamiéndose ante su probable inclusión en San Isidro después de puntuar en la Feria de Otoño y entreabrir el pasado junio la puerta grande -oreja y vuelta- en su debut, frente a los encastados "santacoloma"de Rehuelga, cárdenos de preciosa lámina que, como el fresco toreo de Víctor Barrio, parecen sacados de otro tiempo. De otra época.