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Reglas del juego por Reyes Monforte

Estados Unidos, junto a otros países americanos, se ha puesto en pie de guerra porque a partir del próximo 1 de enero todos los aviones que aterricen o despeguen de los aeropuertos europeos deberán pagar en función del dióxido de carbono que emitan durante el trayecto. Es curioso que un fantástico país como es Estados Unidos se enfade tanto cuando ellos obligan al pago de un pase fantasma y meramente virtual para entrar en su territorio. Por si no lo sabe, si usted quiere viajar al país norteamericano tiene que solicitar previamente y vía internet la ESTA, un documento por el que paga 14 dólares y que, sin embargo, no le garantiza la entrada en el país, ya que el funcionario de turno puede devolverle a casa pero en ningún caso le reintegrará el dinero. Lo justifican en aras de la seguridad, ya que fue algo que se sacaron de la manga a raíz de los atentados del 11-S y todo el mundo lo aceptó sin replicar. La diferencia es que nadie se atrevió a criticarles y mucho menos a amenazarles (¿por qué la política exterior de Estados Unidos siempre suena a amenaza?) como ha hecho Hillary Clinton, diciendo que si no rectifican, «tomarán las medidas apropiadas». Llama la atención cómo algunos se aprovechan del escenario dibujado por la crisis, por la seguridad nacional o por el medio ambiente para sacarnos los cuartos al personal trabajador. También es curioso que los mismos que ponen aranceles para sus cosas luego sean los que se nieguen a pagar las cosas de los demás. No vale respetar sólo la legalidad de lo que te conviene a ti. Así no se juega. Ésas no son las reglas del juego.
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