La Habana

Un momento puro por Rafael Martínez

Un momento puro, por Rafael Martínez
Un momento puro, por Rafael Martínezlarazon

Cristóbal Colón dijo que era «la tierra más hermosa que los ojos vieron», y acertó el navegante-almirante. La foto está tomada en el camino de regreso de Pinar del Río a La Habana. Evidentemente estoy fumando un cigarro torcido a mano, un puro, vicio que dentro de poco será perseguido en España. Unos días antes me había dicho Alejandro Robaina (el mítico tabaquero que a punto estuvo de llegar a centenario): «fumar no es saludable, pero tampoco ha de ser malo».

He ido a Cuba en varias ocasiones y en cada viaje he descubierto algo sorprendente, y una alegría de «sobre-vivir» que ya quisiéramos en la Europa de los cielos grises y las caras largas. Un día paré a un hombre pintoresco que llevaba una cabra atada con una cuerda por una calle de La Habana, le pedí hacerme una foto con ellos (el tipo se reía mientras nos la hacían), luego supe por qué: la cabra se meó en mis zapatos mientras nos retrataban. En el cementerio Colón di con los restos de mi bisabuelo, que cayó cuando la Independencia del año 98.

Y, en otra ocasión, Lorena, hija de unos amigos, me dijo: «no puedes venir de tan lejos porque más allá del horizonte del agua no hay caballitos marinos». Quizá tuviera razón la niña de siete años, quizá todos venimos del trópico, aunque nos parezca utópico. «Habanidad de habanidades, todo es en ti Habana», dejó escrito Cabrera Infante. «De La Habana hasta aquí hay una corriente que a mí me llama», eso lo cantaba Celia Cruz, letra de Emilio Aragón.