Berlín

Comienza la rebelión de los profesores contra el catalán

Hay catedráticosy profesores que amenazan con «irse» de Cataluña ante la «estrechez de miras».

Comienza la rebelión de los profesores contra el catalán
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La comunidad universitaria está que arde con la intención de la Generalitat de obligar a los profesores que quieran tener una plaza fija a acreditar el nivel C de catalán. El ejecutivo de Montilla no aprobó ayer el decreto, pero espera que vaya a la reunión del Consejo Ejecutivo de la próxima semana, mientras la medida levanta ampollas.

Joaquin Molins López-Rodó es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y lo tiene claro. «ERC quiere pasar a la historia como el triunfo de los mediocres. En vez de abordar los temas reales como la competitividad de nuestras universidades, se inventan esta medida que no aporta nada positivo, sino todo lo contrario», aseguró ayer a LA RAZÓN.

Molins López-Rodó es un catedrático de prestigio, que cuenta con un amplio bagaje a sus espaldas y en el pasado había dado clases en catalán en la Universidad de Barcelona (UB). Pero tuvo que llevar a esta universidad ante los tribunales porque estableció como condición para fichar a los docentes que acreditaran tener el nivel C de catalán. Molins López-Rodó no presentó el certificado y le excluyeron del proceso de selección. Tras la sentencia del Constitucional sobre el Estatut, es más fácil que pueda ganar y, si bien «no quería dejar la Autónoma, sí que quería denunciar que la gente mediocre quiere restringir la competencia». A su juicio, «el debate debería ser reclutar a los mejores», en definitiva, «lo contratas por saber matemáticas o ingeniería química, no por saber catalán. Basta con que el profesor entienda el catalán cuando un alumno le pregunta».

La pérdida de la excelencia es tal que Molins López-Rodó no descarta «irse», medida similar a la que planteó ayer el ex tesorero del Barça Xavier Sala i Martín. Este catedrático de la Universidad de Columbia es profesor visitante de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) desde 1994. Ayer aseguró, vía Facebook, que dejará «de manera inmediata» de dar clases en la citada universidad catalana si le obligan a hacer un examen. «Doy las clases en catalán y quiero a Cataluña, pero no haré ningún examen de catalán», aseguró. También apuntó que «hace 25 años que doy clases en inglés en la universidad americana, y aún es la hora de que tenga que hacer un examen para acreditar mi nivel de inglés».

Por su parte, Eduard Escartín, profesor de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona UB), considera que la medida «es una barbaridad anticonstitucional y más cuando se admite y está autorizado que las clases se den en español». «¿Qué ocurrirá con los profesores que teniendo ya una plaza fija quieran optar a la de catedrático, por ejemplo?», se preguntó.


«El muro de Berlín catalán»
Para las asociaciones que defienden el bilingüismo en Cataluña no cabe duda de que el decreto presentado el pasado lunes provocará un «empobrecimiento» de la educación universitaria catalana. «Lo que van a conseguir es que los buenos profesionales se vayan de Cataluña y prefieran dar clase en otras cuidades españolas, como ya ocurre con los funcionarios o los médicos», denuncia Eduardo López–Dóriga, presidente de la Asociación por la Tolerancia. Por su parte, el presidente de la organización Convivencia Cívica Catalana, Francisco Caja, asegura que la normativa pretende construir un nuevo «Muro de Berlín en Cataluña» que garantice «la fidelidad ideológica de los profesores». «De nada sirve tener un doctorado en Harvard o ser un Premio Nobel. El único mérito que cuenta es saber catalán, por lo que las universidades de Cataluña van a quedar reducidas a centros de tercera categoría», añade.