Algeciras

OPINIÓN: En tiempo de descuento

 
 larazon

Parece que por fin los capitanes de los equipos están preparados para sumar todos los esfuerzos para que el campo se encuentre en las mejores condiciones de juego para hacer frente a la dureza de la liga global de la competitividad en que estamos inmersos. Porque las reformas estructurales que la economía española necesita, no las puede llevar a cabo un solo partido, los costes políticos que las reformas conllevarán han de ser compartidos. El déficit y la asfixia económica de muchas pequeñas empresas demandan, aunque sea en tiempo de descuento, políticas de Estado y no de partido, porque de esta crisis sólo se puede salir a través del acuerdo, el compromiso y el esfuerzo para recuperar la confianza de la sociedad y de los mercados. Una crisis tan profunda con problemas tan acuciantes como el déficit publico, el alto nivel de endeudamiento de empresas, familias y las administraciones públicas, al que se suma el déficit de la balanza comercial, precisan de medidas de gran calado, que deben incidir sobre el gasto no productivo, en el gasto corriente que es el principal factor de debilidad, y no sobre la inversión productiva que es imprescindible y vital para generar actividad económica y consecuentemente crear empleo.

La pérdida de confianza es creciente, los cuatro millones y medio de parados confirman la dramática situación de muchas familias, que se agravará, aún más, ante la falta de expectativas de generar empleo a corto plazo. Realidad que demanda la imperiosa necesidad de afrontar esta situación conjuntamente en el Parlamento. Para ello, es urgente e imprescindible un Gran Pacto de todas las fuerzas políticas y sociales, o al menos, entre los dos grandes partidos.

Un Pacto de Estado que permita recuperar la confianza, que incentive la inversión y la recuperación del crédito exterior e interior, que recupere el consumo y sobre todo que incentive la capacidad competitiva en el exterior para acabar con el déficit crónico de la economía española.

Un Pacto que asuma reducir el gasto e incrementar la inversión en infraestructuras básicas como el ferrocarril de mercancías, en corredores fundamentales como el del mediterráneo se hace imprescindible y urgente, adecuándolo al ancho europeo y con inmediatez desde Portbou a Algeciras, en tres fases bien definidas, hasta Valencia, hasta Cartagena y hasta Algeciras, poniendo en valor todos los puertos de la fachada mediterráneo y entre ellos el nuevo puerto del Gorguel en Cartagena.

Activar la internacionalización mejorando la competitividad es una necesidad igualmente apremiante, para ello, es preciso comenzar reduciendo los costes directos a la producción como son los costes al empleo que representan en España el 35 por ciento de la masa salarial, y dificultan nuestra competitividad exterior e interior, si para ello, es necesario subir el IVA, ha de hacerse y con urgencia, tal y como ha indicado la OCDE, que insta a la implantación del contrato único.

Un Pacto que afronte el coste de la energía, que apueste por la energía nuclear porque España no puede seguir dependiendo de la importación del ochenta por ciento de la energía que consume, que afronte la reforma laboral, las pensiones y la sanidad, la educación, el modelo autonómico desde el Estado a las comunidades, diputaciones y ayuntamientos, la unidad de mercado, la seguridad jurídica y una política fiscal incentivadora de la inversión y el ahorro, la unidad de cuenca como único factor determinante de la disponibilidad del Agua.

No es tiempo de rememorar que las medidas se debieron tomar cuando la crisis aún era sólo latente, que se tardó en reconocer su gravedad y que las consecuencias podrían haber sido menores, no es tiempo. Como indicaba recientemente Joaquín Estefanía, el problema no es la crisis que nos llegó de fuera sino la falta de competitividad estructural de la economía española que ha aflorado en toda su dimensión con la primera.

Un crecimiento por debajo del entorno del dos por ciento no crea empleo y se conformaría como una situación de estancamiento, mientras que los demás socios de la UE están creciendo y la competencia exterior es abrumadora, como hemos tenido la oportunidad de constatar en el segundo semestre de 2010, cuando ante un cierto repunte del consumo, las importaciones volvían a dispararse, es tiempo de trabajar juntos para salir de esta crisis, que no tiene precedentes en la historia moderna de la economía, conscientes de que las decisiones y las acciones que ahora se implementen definirán el futuro de España.