Europa

Bruselas

Objetivo: hundir la huerta

La Comisión Europea se ríe de la preocupación del sector hortofrutícola español, Alemania defiende el veto y en Francia aprovechan para desprestigiar nuestra agricultura. «A río revuelto, ganancia de pescadores». Este dicho se ha convertido en una de las frases más socorridas por los agricultores españoles cuando se les plantea la posibilidad de un boicot al producto español.> Zapatero: «La Comisión Europea ha estado lenta»> Rusia prohíbe la importación de verduras frescas procedentes de la UE> COAG pide boicotear a cadenas alemanas que han vetado los productos españoles> Convocada una reunión urgente de consejeros autonómicos de agricultura> El Gobierno no descarta acciones contra las autoridades de Hamburgo> La UE estudia una reunión extraordinaria en junio para abordar «la crisis de los pepinos»

Los mercados de Madrid y Barcelona no dan a basto, están saturados de hortalizas que no venden
Los mercados de Madrid y Barcelona no dan a basto, están saturados de hortalizas que no vendenlarazon

A pesar del desmentido alemán, de la limpieza de nuestros análisis y de que la Comisión Europea levantara la alerta sanitaria, cajas de pepinos siguen acumulándose en los almacenes. «El dos de mayo ya se habían detectado problemas en la zona de Hamburgo y, no se sabe por qué, el 24 nos acusan mal y sin pruebas», explicó ayer Pedro Barato, presidente de Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores). Pero, desde Alemania insisten. Su ministra de Agricultura, Ilse Aigner, defendió ayer su actuación e insistió en las palabras de Cornelia Prüfer, la titular de Sanidad de Hamburgo: «Los pepinos tenían E. coli, y el estado español tendrá que actuar», mantiene. En la misma línea, el comisario de Sanidad europeo, John Dalli, no ha dudado en reirse del enfado español: «Es obvio que en estos tiempos las noticias corren muy rápido gracias a los medios». Y fue más allá, «no me consta» que ningún país haya vetado los productos españoles.

Los productos españoles no salen de la Península, se nos han cerrado las fronteras de varios países. Rusia fue una de las primeras en limitar la entrada. La falta de información ha sido la clave para su decisión: «Los rusos, en cuanto saltó la alarma sanitaria, pidieron información a la UE, pero Bruselas no se la facilitó y optaron por ser precavidos», asegura Asaja. Otros estados no han cerrado el paso, pero sus comercios han cancelado los pedidos; es decir, que también han vetado las hortalizas españolas: «No he recibido ningún pedido nuevo y las partidas que tenía que enviar a Italia y Rumanía se han quedado en el almacén», explica Emilio un comercial de Almería. «Con la comida no se juega», es otro de los leit motiv de los perjudicados por la crisis global de las hortalizas. Saben que recuperar la confianza de los consumidores es muy difícil, sobre todo en temas alimentarios. De ahí que exijan una campaña urgente para restaurar el nombre de la denominación de origen España. Antonio Lavoa, gerente de Frutanet Bio, una de las dos empresas implicadas en el «pepinazo» sabe que la imagen del sector puede recuperarse. Pero su empresa tardará mucho más. En esta semana de ataque directo a sus pepinos ha perdido más de un millón de euros y ha tenido que suspender la contratación de todos los jornaleros: «Cerca de 100 personas se han quedado sin un salario diario», explica.

Las actuaciones del gobierno alemán y el ataque directo de la Prensa del país hacia el sistema de producción de los campos españoles no ayuda a paliar el daño. El diario «Die Spiegel» se sumaba ayer a las acusaciones de otros periódicos alemanes que acusan a los productores españoles de explotar a sus trabajadores y del uso de pesticidas no aprobados por la UE. Ante estas acusaciones, a los productores no les dejan opción. Recuerdan, como una constante, que no usan fertilizantes: «Hace más de ocho años que no se usan. Tan sólo se trabaja con luchas integradas, unos bichos que se comen los planicidas y que están homologados por los organismos de calidad. Para mantener este sistema, los agricultores tienen que invertir entre 4.000 y 5.000 euros. Sin este certificado, el producto no se vende», explica Juan Salvador.

El mayor obstáculo es que somos la huerta de Europa. Nuestros productos abastecen a los Veintisiete y eso no gusta a todos. «Nuestra capacidad productiva y la calidad del género que exportamos nos coloca por delante. En Francia también producen pepinos, y aunque los costes de transporte son la mitad que los nuestros, sus partidas no son tan buenas», afirma el comercial de Almería. Los horticultores franceses son conscientes de esta carencia y por eso aprovechan la difícil situación del mercado español para que sus consumidores apuesten por el producto nacional. El lunes, la asociación interprofesional de los agricultores franceses, lanzó un anuncio en la que se insistían en las malas condiciones de trabajo del campo español. Angelique Delahaye, una de sus portavoces, aseguró a LA RAZÓN que su intención no es bloquear a los productores españoles, «es decisión de los consumidojustifica.