
Marbella
Un bocado de clase

La gente no se cansa de hablar de las miserias en las que vivimos y las que nos vienen, por eso hay quien busca un toque de distinción. Ayer, mira por dónde, tuve la complacencia de darme una de esas que te dejan con un fondo de placer sibarita el resto del día. De la mano de la incomparable Carmen Valiño, reina incombustible de las relaciones públicas, me acerqué a ver la nueva colección de joyas de Perodri y comprobé que todavía existe el arte resplandeciente en los metales nobles y las piedras preciosas, iluminando los inicios de una nueva edad oscura.Pero la joyería no sólo estaba en las vitrinas, sino también en el paladar. ¿Me atreví yo una vez a hablar de la crisis del canapé? Lo confirmo en algunos casos y lo desmiento rotundamente tras probar las gloriosas creaciones de varios diamantes Michelin que ofreció en un abierto «lunch» la genial Isabel Maestre, que sabe transformar el catering en una exhibición de alta cocina. Inolvidables bolas de foie revestidas de trufa, impecables huevos geleé, un bacalao al vapor con tomate confitado en un punto difícil de lograr. El sabio y perspicaz crítico gastronómico Lorenzo Díaz me confirmaba sus excelencias. Por allí también estaban algunos habituales cronistas de exquisiteces, como Josemi Rodríguez Sierio, Javier Angulo de «GQ», Paloma Barrientos, Yolanda Sacristán de «Vogue», Juan Carlos de Laiglesia y demás gente de la Prensa «bien», todavía defensores del toque de clase en nuestro país.Falso amor y lujo¡Qué diferencia con ese falso mundo de amor y lujo que tratan de vender en la tele a la plebe al borde de la huelga! Esa exhibición de «Mujeres ricas» de pacotilla, impresentables millonetis horteras de Marbella, con la recauchutadísima Olivia Valere de por medio. La clase, pobres bobas doradas, se tiene o no se tiene, y desde luego no se vende. ¡Cuánto tienen que aprender entre tanta gente forrada y zafia que, aunque no lo parezca, sigue abundando en España!
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