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Otro impuesto sobre el juego

La Razón
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No me gusta el juego, sobre todo porque nunca gano. Desde pequeño tengo asumido que nunca me tocará. En los sorteos del colegio sabía que no tenía ninguna posibilidad. No conseguí pelotas, refrescos o álbumes de cromos. Es cierto que no llegó a ser un trauma que marcará mi existencia, pero siempre me mosqueó. Con el tiempo he comprobado que la suerte me era esquiva en ese terreno y la experiencia me ha demostrado que siempre gana el Estado. Hace unos años, el director de una oficina bancaria me enseñó una carpeta con clientes que habían ganado dinero a los juegos de azar. Esto me animó con la primitiva o la lotería, pero comprobé que nada de nada. A un amigo mío, que tenía la suerte de ser uno de los hombres más ricos de España, como comprobaron sus hijos cuando dejó este mundo, le acompañaba a jugar a la primitiva y cuando le preguntaba el por qué me contestaba: «por si me toca». A quién le tocará seguro es a la Administración con el nuevo impuesto para los absurdos «juegos on line».