Directo

Andalucía
MADRID- Duros conflictos como la deslocalización de Delphi en la bahía de Cádiz o la quiebra de Fivesur le dieron cierta fama en Andalucía. Pero a nivel nacional, este político y abogado era un «perfecto desconocido» hasta el pasado miércoles. Entonces se supo que el ex consejero de Empleo de la Junta entre 2004 y 2010, Antonio Fernández, figuraba en la lista de 94 prejubilaciones de la empresa González Byass, la misma para la que en 1971 comenzó a trabajar de botones a los 14 años y en la que llegó a ser presidente del comité de empresa. Nada extraño si no fuera porque en su fecha de antigüedad en la bodega jerezana coincidía con la de su nacimiento, el 15 de julio de 1956, lo que le ha llevado a las portadas de los diarios en los últimos días. Un simple «error humano», según él, que sin embargo le implica de lleno en la trama de los ERE falsificados.
Cerca de Chaves
Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla, comenzó su carrera política en 1983. Lo hace como concejal socialista en el Ayuntamiento de Jerez, para después intentar conseguir la Alcaldía de Cádiz en 1987. Siempre al lado de Manuel Chaves, primero en la Diputación de Cádiz y posteriormente, en las consejerías de Agricultura y Empleo, fue en esta última donde redondeó su carrera, sonando incluso para suceder a Corbacho. Rubalcaba llegó incluso a piropear su gestión, y Griñán, entonces vicepresidente económico, alardeaba de compañero y amigo. Y es que la trayectoria política de Antonio Fernández iba ya por los 30 años, hasta que en marzo de 2010 todo comenzó a torcerse. Fernández era fulminado de su cargo por Griñán al negarse a destituir al delegado de empleo de Sevilla, Antonio Rivas, tras ser imputado por el caso Mercasevilla.
El mismo Griñán al que él había postulado como sucesor de Chaves al frente de la Junta, le cesaba en su mejor momento. Junto al almeriense Martín Soler y Luis Pizarro, habían propuesto su nombre al PSOE tanto en Madrid como en Andalucía. Pero de nada sirvieron sus magníficas relaciones durante años. Llegado el momento, a Griñán no le tembló el pulso. Él nunca lo entendió, aunque públicamente no lo manifestara, en gran parte porque consideraba que contra Rivas sólo había un testimonio débil. A partir de ahí comenzó a airear su mala relación con el partido por los pasillos del Parlamento, traicionado y castigado por la persona a la que había aupado al poder. Así pues, relegado a su escaño 55, era cuestión de tiempo su marcha. Ocho meses después abandonaba definitivamente la política, no sin antes «asegurarse» en otra cosa. Y la otra ha sido la presidencia del Consejo Regulador del Vino, cargo incompatible con el acta parlamentaria. Renunciaba por este motivo a su escaño en noviembre de 2010 y a la militancia activa en el PSOE, aunque seguiría manteniendo su carné de partido. Punto final a más de 30 años en el partido y a infinitud de largos viajes en tren –no conduce– desde Jerez, la tierra que le vio nacer, y Sevilla, su residencia habitual en los últimos años. Trayectos que antes de tomar posesión fueron si cabe más habituales para entrevistarse con empresarios del sector del vino. Y es que nunca se alejó del todo de las bodegas, hasta el punto de que siguió vinculado a González Byass hasta hace poco tiempo, cuando siendo aún consejero de Empleo, entró en el último expediente de regulación de la bodega, por el cual podría cobrar ahora más de 400.000 euros. Nadie se lo hubiera imaginado cuando en 1971 entró como botones para llevar cartas al Consejo Regulador del hoy presidente.
Directo