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Barra libre para todos

La Razón
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Zapatero llegó al poder pensando que él era más listo que nadie, y que por esa misma razón tenía que liquidar todo lo que heredaba de la etapa de José María Aznar. De ahí que acabara de la noche a la mañana con proyectos más que razonables como la Ley de Calidad en la enseñanza o el Plan Hidrológico Nacional. Y por igual razón tomó la decisión de levantarle a las autonomías el techo de gasto prescrito en su día por los gobiernos del PP, algo que se planteó con el único fin de evitar endeudamientos desmesurados y que se pudiera cumplir un objetivo fundamental: el déficit cero. Con la alegría con la que actúan habitualmente los ingenuos (e inconscientes), los dirigentes socialistas dijeron «barra libre para todos» y permitieron que cada cual hiciera en su región lo que le venía en gana. El resultado de aquella insensatez lo constatamos hoy en la información que acompañamos en estas páginas: la deuda se duplicó en apenas cinco años. Ahora es fácil descargar el peso de la culpa sobre los ejecutivos autonómicos, que es verdad que la tienen, pero la realidad es que el auténtico culpable del desaguisado no es otro que Zapatero. Y por supuesto, los que entonces permitieron o aplaudieron sus medidas, entre ellos el inefable Pedro Solbes, y por supuesto quien hoy aspira a heredarle en la Presidencia del Gobierno, o sea, nuestro admirado «llámame Alfredo».